Mauricio Macri, jefe de Gobierno porteño, recibió el golpe de la confirmación a su procesamiento en la causa de las escuchas ilegales en pleno viaje al exterior. Ya de regreso, y después de que todo su equipo político descargara toneladas de críticas contra la Sala I de la Cámara federal, el Gobierno nacional y el juez Norberto Oyarbide, el ingeniero llamó a conferencia de prensa para dejar en claro que no le tiene miedo al juicio oral y que espera enfrentar la instancia lo más pronto posible.
Sin embargo, el solo deseo no hace a la realidad. Contrariamente a lo expresado por Macri, es probable que el camino al juicio oral sea extenso y trabajoso, y parte de la responsabilidad por ese retraso recae en la propia estrategia de defensa planteada por el líder del PRO. En primer lugar, aún queda sin resolver la apelación presentada por el macrismo al rechazo de la cámara al pedido de recusar al juez Oyarbide (el recurso fue concedido por la Sala I y ahora será la Cámara de Casación la que deberá expedirse, claro que no lo hará durante la feria judicial y se tomará su tiempo para analizar los planteos).
Más aún, si decidiera apelar la confirmación de procesamiento se sumaría un nuevo obstáculo. Además, fue el mismo PRO el que pidió al magistrado investigar otras cuestiones relacionadas a la causa.
En diálogo con esta agencia, una fuente del macrismo versada en procesos judiciales, por otro lado, señaló que los retrasos se deberán no tanto a la estrategia de Macri sino a la misma complejidad de la causa. Según explicó a Noticias Urbanas, el Jefe de Gobierno puede pedir un pronto despacho para las apelaciones pendientes y luego ejercer su derecho de pedir la elevación de la causa a juicio oral. El problema surge a raíz de que la causa no investiga solamente a Macri sino a una multiplicidad de actores cuyas situaciones aún deben ser resueltas. Hasta tanto no se regularice la causa en general, no habrá descargo oral para Macri.
