El Salón Dorado de la Jefatura de Gobierno desbordaba de funcionarios, legisladores, periodistas y representantes de organizaciones de derechos humanos. En el escenario, la plana completa del gabinete porteño esperaba el ingreso de su jefe, Aníbal Ibarra, y del presidente electo de Brasil, Luiz Inácio "Lula" Da Silva. Pasadas las 16 el anfitrión y el invitado especial se hicieron presentes en la sala.
"Como jefe de Gobierno debo recibir a funcionarios de Estado pero no siempre el protocolo se junta con el compromiso político. Hoy recibo a una persona que ha despertado grandes expectativas en su país, en la Argentina y en otras partes del mundo", fueron las palabras que utilizó Ibarra al iniciar su discurso.
El titular del Poder Ejecutivo porteño destacó la importancia de integración de las economías de América Latina. "Esta Ciudad de Buenos Aires y toda la Argentina va a acompañar el proceso de desarrollo regional que usted ha proclamado en toda la campaña y hoy ha ratificado", afirmó el jefe de Gobierno, dirigiéndose al futuro presidente de Brasil. Acto seguido le entregó a Lula el diploma que lo acredita como visitante ilustre y ambos se fundieron en un abrazo.
Así llegó el turno del discurso del presidente electo brasileño. Su alocución fue interrumpida en varias ocasiones por aplausos, a medida que ratificaba su compromiso con el MERCOSUR y disparaba sus dardos contra el capital especulativo. "Durante mis cuatro años de mandato haré todo el esfuerzo posible para la integración latinoamericana y sudamericana", expresó Lula. Finalmente dejó este pensamiento: "Si ustedes no desisten, así como nosotros no desistimos, ustedes podrán cambiar la historia de la Argentina". Luego recibió un pañuelo de las Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora y se retiró junto a su mujer y al embajador brasileño, José Botafogo Gonçalves, de la misma manera que llegó: ovacionado.