Después de diez años en la Justicia porteña, Roberto Andrés Gallardo (46) se ha transformado en un ícono del juez progresista y, también, en un dolor de cabeza para los jefes de Gobierno porteños con los que convivió desde que es magistrado, hace diez años. Ahora está enfrentado con Mauricio Macri, pero PRO no es el único en sufrir la presión de este magistrado polémico, que se define como una mezcla de marxista y simpatizante nac&pop.
?Hay muchos como yo en la Justicia porteña ?alerta?; hemos ido construyendo una forma de hacer justicia, y hoy no es tan fácil disciplinarnos, aunque por supuesto, siempre lo intentan.?
Aníbal Ibarra también padeció las demandas de Gallardo, como cuando decidió embargar 1.000 millones de pesos de las reservas porteñas para obligarlo a pagar un subsidio a los hijos de los cartoneros. En 2005, su estilo jurídico lo llevó al borde de un juicio político que finalmente no prosperó. ?Ese día, en la puerta del Tribunal Superior de Justicia, fueron a apoyarme los curas villeros? Y la verdad, eso fue para mí lo más importante.?
Su despacho habla de él. Tiene fotos del Che Guevara, Salvador Allende y un Cristo despojado, que es casi un mendigo. ?Soy católico crítico?, anuncia. Hay tres banderas: la argentina; la de los pueblos originarios, que le regaló el cónsul de Venezuela, y la porteña.
?Usted es una pesadilla para Macri y también lo fue para Ibarra, ¿se siente así?
?No, yo no me siento así, ni tampoco cumplo un papel persecutorio, como suelen atribuirme; me refiero a una percusión en términos políticos o partidarios. Ocurre que, en todos los gobiernos, hay funcionarios que ejercen su tarea dignamente, que trabajan con seriedad y son honestos. En una palabra, que en lugar de imaginar operaciones o intenciones políticas extrañas detrás de los fallos, hacen lo que tienen que hacer. Y hay otros que no. Y los problemas se producen, justamente, con estos últimos. Para ellos, seguramente, mi función es una pesadilla. Aunque, en realidad, los que deberían ir a terapia son ellos para ver por qué sueñan tanto y tan mal.
?Días pasados, Rodríguez Larreta calificaba como un disparate el hecho de que un juez pida la destitución de Lemus. Hablaba de usted, obviamente.
?No me consta que Larreta haya dicho eso; pero si lo dijo, está equivocado: yo no pedí la destitución de Lemus. Hice una denuncia política ante la Legislatura, en los términos del artículo 92 de la Constitución (NdR: define las condiciones de un juicio político por mal desempeño), al entender que este funcionario estaría incurso en mal desempeño, de naturaleza política. Es la Legislatura la que deberá decidir si el juicio amerita o no.
?También se ha dicho que detrás de sus cuestionamientos a las políticas de salud de PRO está la mano de Proyecto Sur.
?Hay toda una cuestión paranoica, y no sólo de la gestión PRO, de que siempre las decisiones obedecen a una operación de otro. Es como si yo analizara las intenciones de los denunciantes. Y yo aprendí que las intenciones reales de las personas jamás las voy a conocer. Por eso, parte del trabajo de hacer más seria la política es, en mi opinión, dejar la paranoia para el diván y concentrarse en los expedientes. Y si el pedido de la Justicia es poner una ambulancia en una villa para dar asistencia, en lugar de pensar quién está detrás o delante de ese pedido, habría que poner esa energía en ver cómo se pone la ambulancia en la villa. Así de simple, y así de complejo.
?¿Simpatiza con el kirchnerismo?
?Simpatizo con muchas medidas medulares del kirchnerismo, en los dos períodos de gobierno. Lo cual no significa que sea kirchnerista ni que no sea crítico de varias cuestiones de la política actual.
?En una oportunidad comentó que, cuando fue designado juez, se le cayó el pelo. ¿Tanto lo afectó el cargo?
?(Se sorprende con la pregunta, y, finalmente, se sonríe) El pelo se me cayó en pocas zonas; lo que pasa es que como estéticamente no me gustaba tener zonas despobladas, opté por rediseñar mi imagen y terminé con el pelo en mi cabeza.
?Una solución drástica…
?No es que me haya quedado calvo por la gestión judicial. Coincidió temporalmente. De hecho, en el ejercicio como abogado, anterior a mi tarea de juez, afronté muchos momentos desafiantes y estresantes, y nunca se me cayó nada.
?¿Tiene relación con el jefe porteño?
?No lo conozco. Jamás le di la mano. Y a Ibarra, no me acuerdo.
?¿No se acuerda si conoció o no a Ibarra?
?Si alguna vez le di la mano fue en la ceremonia cuando juré como juez porteño; él era jefe de Gobierno entonces. Lo que no me acuerdo es si estaba presente. Pero después de la jura, ni un buenos días, ni un buenas noches. Con Telerman, en cambio, sí tuve relación.
?¿Y por qué? ¿Por simpatías políticas?
?Trasciende la cuestión política. Es una persona que tiene en claro que el hecho de sentarse a conversar o que uno le dé la mano, no implica que se desdibujen los roles.
?¿Y el haber trabado un vínculo con Telerman no afectó su evaluación sobre su gobierno?
?Pero para nada. Y el mejor testigo es el propio Telerman: no fue un agraciado por mis decisiones. Lo he intimado y ordenado, y por más que no le guste, hizo lo que tenía que hacer. Ahora, si vos me estás preguntando si el hecho de conocer a Telerman afectó mi imparcialidad, te digo algo polémico: no creo en la imparcialidad de los jueces. Tampoco en la objetividad, ni en la neutralidad.
?¿Y eso?
?La objetividad es un sinsentido porque todos los seres humanos operamos subjetivamente, y yo me considero un juez que aplica categorías subjetivas. Y no soy hipócrita. La sociedad hace que las personas, a raíz de su clase social o su poder económico, lleguen con posicionamientos diferentes a los Tribunales. Y si yo tratara igual a la señora Rosa de la Villa 3 que a Ernestina Herrera de Noble, estaría reproduciendo esa desigualdad.
?Según usted, ¿todos los jueces fallan de acuerdo a su ideología?
?Sí, aunque lo nieguen, fallan de acuerdo a su ideología.
?¿Considera que es obligatorio que blanqueen cuál es esa ideología? Porque quizá eso los podría hacer vulnerables.
?No, pero lo que no pueden decir es que no tienen ideología.
?Al principio de la charla hizo mención a los beneficios de la terapia, ¿hace diván?
?No, después de diez años, me dieron el alta. Eso, para los que dicen que estoy loco (risas).