"Rojo, negro, calor, intensidad. El mito del Gauchito Gil nació con un insólito primer creyente: nada menos que su verdugo. Fue un Cristo criollo. Había huido de la justicia que pretendía obligarlo a derramar sangre de hermanos y buscaba refugio y abrigo en ranchos y fogones donde almas sólo un poco menos desharrapadas que él lo auxiliaban sin preguntar", asentó la periodista Miriam Lewin como prólogo al libro "Gauchito Gil", que será presentado este miércoles 8, a partir de las 19, en el centro comunitario del Movimiento de Trabajadores Desocupados “Darío Santillán”, ubicado en Tacuarí 1444, muy cerca de la neurálgica Plaza Constitución.
El libro a presentarse por su autor Sebastián Hacher, periodista de investigación y fotógrafo, habla del santoral profano, o sea un santo no reconocido por la iglesia católica, pero sí reconocido por el pueblo que cada caluroso 8 de febrero se acerca a su tumba (cerca de 100.000 personas) en la localidad de Mercedes provincia de Corrientes.
"La suya nació como casi todas las leyendas: con una muerte injusta. A Antonio Mamerto Gil lo asesinaron hace más de un siglo y medio, después una fiesta de San Baltazar, similar a la que todavía se festeja en Concepción. Pero su historia, la que se fue construyendo con el boca en boca, y está signada por el nombre de una mujer: Estrella Diaz Miraflores. Ella no solo era la heredera de la estancia donde Antonio trabajaba. También era la prometida del comisario del pueblo, que no dudaría en usar su autoridad para sacar del medio a otros pretendientes. Antonio lo sabía. Y sabía también que nunca una familia de patrones aceptaría el amor entre la joven viuda y un peón como él, por más buen mozo y culto que fuera. No valía la pena matar o morir por un amor imposible. Huyó de Pay Ubre, hoy Mercedes, provincia de Corrientes. Era época de conflictos armados y se alistó en la guerra de la Triple Alianza contra Paraguay. Cuando volvió de la guerra, el Coronel Juan de la Cruz Zalazar lo convocó nuevamente. Esta vez la lucha era Celestes contra Colorados. Correntinos contra correntinos. En un sueño se le había aparecido Ñandeyara, el dios guaraní, el dueño de los hombres. Le ordenó ‘no derramar sangre de tus hermanos’. Esa misma noche, Antonio se convirtió en un desertor", escribió Hacher, hace más de un año, a modo de anticipó de su libro para el portal Prensa de Frente.
Sorpresas, sabores populares y vinito reglamentario para el miércoles prometieron desde la Editorial El Colectivo. También hay advertencias para quienes indaguen en el Gauchito Gil: "Es muy poderoso. Una mujer le pidió no ver más a su hermana, y al tiempo quedó ciega, atrapada en la gramática de su deseo".