La Ciudad de Buenos Aires le debe a la CEAMSE bastante más que 100 millones de pesos

La Ciudad de Buenos Aires le debe a la CEAMSE bastante más que 100 millones de pesos

En una cosa se pusieron de acuerdo Aníbal Ibarra y Felipe Solá hace pocos días: la opción futura para el tratamiento de los residuos sólidos urbanos de la Capital y el Gran Buenos Aires seguirá siendo la CEAMSE. Pero, a pesar de ello, los conflictos sin solución llevan ya demasiados años. La Ciudad no le paga a la empresa desde octubre y su deuda con ella llegó a los 100 millones de pesos. Los municipios del conurbano -por su parte- le deben a la empresa una suma cercana a la mitad de esa cifra. Esto dificulta el presente de la CEAMSE. ¿Dificultará también su futuro?


La Coordinación Ecológica Área Metropolitana – Sociedad del Estado (CEAMSE) se encuentra sumida en una complicada situación, que viene de arrastre desde hace varios años y que no hace más que agravarse.

El primer elemento de conflicto está en su economía. La Ciudad de Buenos Aires le debe 100 millones de pesos, en tanto que los municipios del Área Metropolitana le deben algo menos de la mitad de esa cifra. CEAMSE, a su vez, les debe a sus proveedores guarismos similares a los que le adeudan a ella estos últimos.

LOS INTENDENTES SE RESISTEN

Como si sus males fueran pocos, la crisis no es sólo económica. Los intendentes del conurbano, históricamente nunca estuvieron demasiado convencidos de la necesidad de la CEAMSE, que fue pergeñada en los tiempos azarosos de la dictadura militar, cuando el general Ibérico Saint Jean y el brigadier Osvaldo Cacciatore eran los dueños absolutos de las decisiones, las vidas y las haciendas.

Este acuerdo precario con los intendentes se agravó -veinticinco años después de la creación de la empresa- junto con la crisis política que vive el país, que está provocando la desagregación paulatina de los poderes centralizados. El cóctel se convierte en explosivo si a lo expresado se le suma el discurso de algunos funcionarios provinciales, como el ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, el ex intendente de San Fernando, Osvaldo Amieiro, que predica ante quien lo quiera escuchar que los intendentes deben volver a manejar la recolección y la disposición final de los residuos urbanos.

La razón es muy simple. En la era pre-CEAMSE, los residuos se arrojaban directamente en terrenos a cielo abierto, sin el menor recaudo sanitario, ni de seguridad, ni de ninguna otra clase. El gasto en disposición final era -por lo tanto- casi inexistente. Esa cultura, luego de la creación de CEAMSE persistió. Los cientos de basurales ilegales que no dejan de crearse permanentemente en el conurbano cuentan -en muchos casos- con la complicidad no explicitada de los intendentes, que la niegan en público mientras la aceptan en privado.

El planteo de Amieiro, entonces, no es el resultado de la fiebre ni de la improvisación. Los intendentes todavía abonan el concepto de que el costo de la disposición final de los residuos resultaría menor si corriera por su propia cuenta. No evalúan con la suficiente seriedad los costos reales de este servicio, ni incluyen en las variables que analizan el impacto ambiental que esta decisión provocaría en sus territorios. Tampoco toman en cuenta el aumento de los gastos en el área de salud y en otras áreas sensibles que provoca la contaminación.

LA CRISIS DEL CEAMSE CON LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

Tampoco está ausente en esta situación el conflicto entre la empresa estatal y el municipio más poderoso de los que la conforman. La Ciudad de Buenos Aires, que es socia fundadora de la Coordinadora, nunca completó sus aportes de capital inicial, e incluso desde que en 1992 se produjo la crisis de MANLIBA -que terminaría provocando la caída de Carlos Grosso- la deuda por los gastos operativos de la Ciudad con CEAMSE no ha parado de crecer. Es por estas razones por las que el presidente del directorio es desde aquellos tiempos un representante de la Provincia de Buenos Aires, cuyo aporte al capital inicial de la empresa fueron las tierras en las que funciona.

La crisis de 1992 se magnificó porque la Ciudad no le pagaba directamente a MANLIBA por sus servicios, sino que unían los pagos de esta empresa y los de CEAMSE y se depositaban en las cuentas de esta última. Los norteamericanos de West Management habían elegido esta opción porque no podían embargar -en caso de conflicto- la recaudación de la Ciudad, en cambio sí lo podían hacer -eventualmente- con la de CEAMSE.

Ante la crisis que significa el creciente desprecio hacia la CEAMSE por parte de los municipios, la Ciudad de Buenos Aires inició una ofensiva sobre la conducción del ente. El planteo es simple. Los porteños se preguntan cómo es eso de que la empresa operó en el año 2001 1.835.934 toneladas de basura porteña, contra 2.999.729 toneladas de los otros municipios, con un costo de alrededor de 50 millones para los porteños y de 30 millones para las intendencias del conurbano. Los directivos de CEAMSE alegan que la diferencia está en que los residuos porteños son también transportados por la empresa, en tanto que el resto de los municipios los transportan hasta los centros de disposición final por su propia cuenta.

Los porteños -aseguran en los mentideros políticos- dejaron de pagarle a CEAMSE, entre otras razones, por ésta. La deuda podría dividirse arbitrariamente por mitades: 50 millones son parte de una deuda histórica, que viene de arrastre. La otra mitad corresponde a los gastos operativos y pertenece al presente. Desde octubre que la Ciudad no cumple con sus compromisos con la empresa. Los mismos observadores dan por sentado que si la Ciudad ejerciera la conducción de la empresa, el dinero hoy ausente volvería a ingresar, para paliar el vacío de sus arcas.

LOS RESIDUOS DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

A fines del año pasado, CEAMSE comunicó -por medio de una solicitada- su decisión de abandonar a fin del año 2002 el centro de disposición final de Villa Dominico, al que también entregan sus residuos otros municipios de la zona sur del conurbano, como Avellaneda y Quilmes, entre otros.

La decisión no puede ocultar un cierto tufillo -nunca tan bien empleado el término- de "apriete" político. Fuentes del propio CEAMSE aseguraron a NOTICIAS URBANAS que Villa Dominico tiene aún capacidad física y técnica para albergar a los residuos por algunos años más. De todos modos, se negaron a opinar acerca de la decisión del directorio. Los observadores aseguran que la solicitada es un paso más en la lucha desatada entre los socios de la empresa por el control del poder interno. Es que si la Ciudad no dispusiera de la cercana Villa Dominico, las alternativas serían González Catán -en la zona oeste del conurbano- o los centros aledaños al Camino del Buen Ayre, en el Partido de San Martín. En ambos casos, se incrementarían los costos del transporte de los residuos generados por los porteños.

Hay para la Ciudad -en principio- dos soluciones técnicas posibles, ya que las soluciones políticas son infinitas. La primera sería seguir disponiendo los residuos en Villa Dominico. Ésta sería la más económica. La segunda remite a González Catán o a San Martín. Lo único seguro es que la opción para el tratamiento de los residuos sólidos urbanos del Área Mtrepolitana Buenos Aires es la CEAMSE. Por lo menos, así lo afirmaron hace algo menos de un mes el jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra y el gobernador bonaerense Felipe Solá, tras una reunión en la que el único acuerdo al que pudieron arribar fue probablemente ése mismo.

De todas maneras, los observadores aseguran que para que ésto sea posible debe existir una premisa previa a cualquier solución: restaurar una cadena de pagos hoy seriamente comprometida, sin la cual el futuro -incluso el futuro inmediato- de la empresa podría crecer en conflictividad hasta límites insoportables.

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