El embajador de Rusia en Argentina, Dmitry Feoktistov, se refirió a los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la Segunda Guerra Mundial. A continuación la el texto completo de su argumentación:
Hay cosas que no se pueden olvidar ni perdonar. A nadie nunca. Ha habido muchas páginas oscuras y aterradoras en la historia de la humanidad. Pero el mundo no recuerda crímenes más atroces que los cometidos durante la Segunda Guerra Mundial.
El nazismo alemán, el fascismo italiano, el militarismo japonés se convirtieron en una terrible tragedia para muchos países, pero sobre todo para la URSS. El pueblo soviético sufrió enormes pérdidas. Más de 27 millones de personas cayeron víctimas de la agresión nazi. La mayoría de ellos eran civiles a quienes los nazis masacraron sistemáticamente según un plan preconcebido. Hay muchos ejemplos. Sólo durante el cerco de Leningrado que duró 872 días más de un millón de residentes de la ciudad fueron exterminados como resultado de una hambruna deliberada y bombardeos masivos.
La estrategia de genocidio del pueblo soviético fue desarrollada de antemano en Berlín y aplicada metódicamente desde los primeros días de la invasión. Hitler había firmado un decreto especial prometiendo amnistía por cualquier crimen de guerra a todos los futuros participantes de la “marcha hacia el Este”. La idea de que las “razas inferiores” no eran dignas de vivir en absoluto fue inculcada constantemente en la conciencia de los alemanes. Los eslavos fueron declarados “subhumanos” (untermenschen). Se suponía que deberían ser exterminados, reasentados o esclavizados. Contra el pueblo soviético se cometieron todas las atrocidades imaginables e inimaginables. Incluían ejecuciones masivas, privaciones y hambrunas, campos de concentración con cámaras de gas, crematorios y experimentos inhumanos, torturas y otras formas de violencia. No hubo límite para la atrocidad nazi. Los que resistieron fueron ahorcados, quemados, enterrados o arrojados vivos a las minas.
Contra la Unión Soviética se libró un nuevo tipo de guerra, ya que por su naturaleza era fundamentalmente diferente de las campañas militares del ejército alemán en Europa. Fue una guerra de aniquilación, sin reglas, restricciones morales ni distinción entre militares y civiles, hombres, mujeres o niños.
Creemos que el próximo 80º aniversario de la Victoria sobre la Alemania nazi en 2025 crea un marco político e histórico adecuado para que la comunidad internacional confirme el rechazo total de la ideología misantrópica y la superioridad racial, cuya manifestación debería ser el reconocimiento del genocidio de los pueblos de la URSS por parte del Tercer Reich.
Nuestro país lleva décadas esperando que Berlín muestre su responsabilidad histórica y reconozca oficialmente el hecho del genocidio, de conformidad con su deseo declarado de lograr una reconciliación definitiva después de la Guerra. Sin embargo, esto nunca sucedió. Además, las actuales autoridades alemanas se esfuerzan cada vez más por deshacerse del pesado peso del legado reputacional negativo de la Segunda Guerra Mundial y del período hitleriano en general. Es significativo que en los años 2022 y 2023 Alemania votó en contra de la resolución anual de la Asamblea General de la ONU presentada por Rusia y otros copatrocinadores que condenan la glorificación del nazismo. Tampoco hay motivos para esperar que esta posición cambie este año. La República Federal de Alemania contemporanea trabaja constantemente para “recablear” la memoria colectiva de la comunidad internacional sobre el conflicto más sangriento de la historia de la humanidad. Intenta revisar a su favor las valoraciones generalmente aceptadas sobre sus causas y resultados.
El rechazo del Gobierno alemán a reconocer el genocidio de los pueblos soviéticos es absurda y profundamente ofensiva para todos los descendientes de las víctimas del nazismo en el territorio de la ex Unión Soviética. Consideramos que las referencias a que la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, aprobada por la Asamblea General de la ONU el 9 de diciembre de 1948, no tiene fuerza retroactiva, como un intento de utilizar argumentos formalistas para negar el hecho histórico bien conocido, indiscutible, documentado, científicamente y jurídicamente confirmado.
En este contexto, los esfuerzos de promover la falsa tesis sobre la responsabilidad supuestamente comparable de la Alemania nazi y la URSS en el estallido de la Segunda Guerra Mundial parecen especialmente cínicos. Los autores de esta falsificación no pueden dejar de darse cuenta de que en realidad están poniendo en duda la comprensión global de la naturaleza de esa guerra, creando las condiciones previas para la rehabilitación de la ideología nazi y, como consecuencia, su reencarnación.
El Tribunal de Núremberg dictaminó la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad. El reconocimiento internacional de los actos cometidos por el Tercer Reich en la URSS como actos de genocidio es una medida que debería haberse hecho hace mucho tiempo y cuyo objetivo es restablecer la justicia histórica para todos los pueblos de la ex Unión Soviética. No se trata de venganza, sino de justicia. Hacemos un llamado a la comunidad mundial, incluida la Argentina, a apoyar la iniciativa rusa. Después de todo, sólo poniendo los puntos “sobre las ies” podremos pasar esta siniestra página de la historia.