El Embajador de Rusia en Argentina, Dmitry Feoktistov, se refirió a lo que será su participación en el 79º período de sesiones de la Asamblea General de la ONU. A continuación los párrafos destacados de la opinión del diplomático ruso:
Este martes 10 de septiembre se inaugura el 79º período de sesiones de la Asamblea General de la ONU. En dos semanas, Nueva York recibirá a primeros mandatarios, cancilleres y otros representantes de Estados de alto nivel que planean dirigirse a la comunidad global desde la tribuna de la Organización Mundial. Esperamos con interés el discurso del Presidente de la República Argentina Javier Milei, programado para el próximo 24 de septiembre. El próximo 28 de septiembre el Ministro de Asuntos Exteriores Serguéi Lavrov, quien encabeza a nuestra delegación, expresará la posición de Rusia sobre las cuestiones clave de la agenda internacional.
Como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU que tiene la responsabilidad principal de mantener la paz en el planeta Rusia tradicionalmente ha dado prioridad al desarrollo de la cooperación multilateral, partiendo del papel central coordinadora de la ONU en los asuntos internacionales. Es gratificante que Argentina haya seguido el mismo enfoque durante muchos años.
Para nosotros es obvio que durante el próximo período de sesiones de la Asamblea General es necesario concentrarse en fortalecimiento de la posición formadora del sistema de la ONU, desbalanceado como resultado de la política de Estados Unidos y sus aliados occidentales que trataban de subordinar el mismo a sus propias actitudes egoístas. Las actividades de la Organización deben estar dirigidas sobre todo a creación de un orden mundial multipolar más justo basado en los principios de la Carta de las Naciones Unidas en su totalidad e interconexión. La premisa clave es el reconocimiento inquebrantable del principio fundamental de la igualdad soberana de los Estados.
En este contexto, es necesario oponerse firmemente a los intentos de varios países de promover el concepto de un “orden mundial basado en reglas”, que en realidad tiene como objetivo revisar la arquitectura jurídica internacional que se ha formado durante décadas pasadas, desacreditar o interpretar arbitrariarmente los objetivos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, así como crear formatos alternativos limitados de toma de decisiones, eludiendo los procedimientos de la Organización Mundial.
Hace falta combatir de manera decisiva contra las prácticas neocoloniales usadas por el Occidente colectivo para frenar el proceso histórico objetivo y mantener su vacilante dominio. Se trata de restricciones unilaterales ilegales, acuerdos comerciales injustos, restricción del acceso a nuevas tecnologías, saqueo de los recursos de Estados soberanos y, en ocasiones, intervenciones armadas directas. En América Latina conocen bien el valor de la “Doctrina Monroe”; no se han olvidado las sangrientas campañas de los conquistadores. Esperamos que Argentina esté entre los que tienen en cuenta la memoria a la hora de elegir un camino de desarrollo.
Uno de los ejemplos flagrantes de las acciones destructivas de los occidentales es el conflicto que provocaron en Ucrania. La Operación Militar Especial llevada a cabo por la Federación de Rusia de conformidad con el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas continuará hasta que se alcancen sus objetivos. Nadie debería tener ninguna duda al respecto. Así como el hecho de que nuestro país sigue estar abierto al diálogo sobre una resolución político-diplomática de la crisis. Llamamos a nuestros amigos, entre los que siempre ha estado Argentina, a no sucumbir a las provocaciones que lanzan periódicamente los patrocinadores de la guerra, que buscan la “derrota estratégica” de Rusia en el campo de la batalla. En un césped cerca de la sede de la ONU hay una escultura de bronce del artista soviético Yevgeny Vuchetich “Convirtamos espadas en arados”. El propósito de nuestra Organización es extinguir, no iniciar incendios.
Las llamas de la confrontación en Medio Oriente no se apagan. Debido a la posición unilateral de Estados conocidos, los esfuerzos para reducir la intensidad del conflicto palestino-israelí se estancan una vez más y el número de víctimas aumenta. Es poco perspicaz tomar sólo un lado y culpar al otro de todos los pecados. Este enfoque está sesgado y no ayudará a descargar la situación ni acercar la paz tan esperada.
No deben existir dobles raseros en la lucha contra el terrorismo internacional. Quien divide a los terroristas en “malos” y “buenos” según la situación política, está empezando un juego peligroso. Tal selectividad va en contra del marco legal internacional desarrollado en la ONU y preñada de consecuencias muy serias para la seguridad nacional de los Estados. Creo que Argentina y Rusia no están en lados opuestos de las barricadas en este tema: los recuerdos de los sangrientos ataques terroristas en Buenos Aires y las ciudades rusas están frescos en la conciencia colectiva.
Un problema común es la producción y el tráfico ilegal de drogas. Rusia presta igual atención a tres elementos interrelacionados: detener la demanda, reducir la oferta y fortalecer la cooperación internacional basada en la responsabilidad compartida de los Estados. La garantía del funcionamiento eficaz del sistema mundial de fiscalización de drogas es el cumplimiento de las tres convenciones pertinentes de las Naciones Unidas de 1961, 1971 y 1988. El principio estipulado en las mismas de reducir el uso de drogas a los fines médicos y científicos es la mejor manera de realizar los derechos humanos a la vida y la salud. En Rusia, estamos comprometidos a construir una sociedad libre de drogas.
Es importante promover aprobación por la Asamblea General de una convención integral sobre la lucha contra el uso de las tecnologías de información y las comunicaciones con fines delictivos. Eso responde a los intereses de Rusia y Argentina, que participaron activamente en los trabajos preparatorios pertinentes. Todo el mundo sufre del cibercrimen de manera igual.
Se acerca el 80º aniversario de la Victoria en la Segunda Guerra Mundial. Una de las iniciativas rusas clave en la ONU es el proyecto de la resolución presentado anualmente desde 2005 “Combatir la glorificación del nazismo, el neonazismo y otras prácticas que contribuyen a exacerbar las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia”. Esperamos contar con el apoyo de Buenos Aires.
Esperamos también que, como en los años anteriores, Argentina vote a favor de nuestros proyectos tradicionales de resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre asuntos del espacio ultraterrestre y control de armas.
Por nuestra parte, siempre estamos dispuestos a escuchar las prioridades de Argentina en la ONU. Seguiremos nuestra posición de principio sobre la cuestión de las Islas Malvinas, abogando por la pronta reanudación de negociaciones directas entre Buenos Aires y Londres para resolver la larga disputa de soberanía.
La reforma del Consejo de Seguridad de la ONU se hace cada vez más urgente. Sabemos que ese tema es significativo para Argentina. Rusia comparte la necesidad de cambios que ya están atrasados y deben garantizar la adaptación de este organismo a la situación geopolítica moderna aumentando la representación de los Estados del Sur y del Este Global en su composición. Creemos que la corrección de la injusticia histórica en relación con el continente africano, que todavía no tiene asiento permanente en el Consejo de Seguridad, merece una atención especial. Apoyamos a las candidaturas de Brasil e India como miembros permanentes del Consejo reformado. Consideramos que no es apropiado aumentar la cantidad de países occidentales, teniendo en cuenta su excesiva representación en dicho órgano y su postura poco constructiva sobre muchas cuestiones internacionales urgentes.
Por supuesto, hay decenas de otros problemas en la agenda de la ONU, cuya solución requiere voluntad y consolidación. Sin embargo, no siempre es posible encontrar un lenguaje común dado que el arte de la diplomacia a menudo se degrada, lo que no permite a los oponentes tantear terreno común. En una situación geopolítica difícil, esto aleja aún más a la Organización del logro de los objetivos fijados hace 80 años durante su creación. Como resultado, se reducen la eficiencia, la implementación y la confianza. Para superar las tendencias negativas, la ONU objetivamente necesita una transformación, que sólo puede ser realizada combinando esfuerzos, sobre una base del respeto mutuo y sin confrontaciones. Sin comprometer sus propios principios, es importante reaprender a escuchar a otros, pensando más del futuro de la humanidad. Porque abandonar a la ONU como mecanismo universal para buscar denominadores comunes en los asuntos mundiales sería miope e imprudente, ya que actualmente no hay alternativas visibles.
Como se sabe, en la lucha japonesa de sumo puedes ganar de tres maneras: empujar a tu oponente fuera de la arena, hacerlo tocar el suelo con su mano o esperar hasta que se deshaga su mawashi. Es hora de comprender que estas reglas no son adecuadas para construir relaciones interestatales normales. Es de interés común no permitir que la ONU sea un lugar de combate. Debe volver a llegar el momento de las naciones unidas.