El presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, manifestó que no hará uso de los últimos 12 mil millones de dólares que aún le restan por desembolsar al FMI del crédito que este organismo acordó con Mauricio Macri.
Éste otorgó en 2018 a la Argentina el mayor crédito de su historia concentrado en un solo país, una suma sideral de 56.700 millones de dólares. Del total, ya transfirió 44.149 millones, siempre de la verde moneda.
De estos fondos, el 83 por ciento fue destinado al repago de las deudas anteriores contraídas por la administración Cambiemos, de acuerdo con los datos oficiales.
Una comunicación del Ministerio de Hacienda da cuenta de que de este crédito sólo quedan disponibles algo más de 1.900 millones de dólares. Otros 35.344 millones (siempre en verde moneda) fueron destinados a cubrir servicios de la deuda, los que suman el 83 por ciento del desembolso del FMI hasta estos días.
Otros 6.072 millones –seguimos en el modo dólar- se usaron para pagar servicios de la deuda en pesos, que suman el 14 por ciento del total. El dos por ciento restante -774 millones de dólares- se utilizó para cancelar gastos primarios en moneda verde, en especial en el rubro importación de combustibles.
El martes último, Fernández comunicó que “no voy a firmar acuerdos que no podemos cumplir. Eso ya lo hizo Macri”, chicaneó. Por otra parte, el presidente electo manifestó que “necesitamos reactivar la economía para poder pagar y resolver el problema de la deuda con sensatez”. Luego argumentó que “si vos tenés un problema porque estás muy endeudado, creo que la solución no es seguir endeudándote. ¿Tengo un problemón y voy a pedir 11 mil millones de dólares más?”, se preguntó, para agregar que “es como un tipo que tomó mucho y está un poco borracho. La solución no es seguir tomando. La solución es dejar de tomar”.
Ya en el diálogo que sostuvo el 19 de noviembre pasado con la titular del FMI, Kristalina Georgieva, Fernández le manifestó que “vamos a proponer un plan económico sostenible y un acuerdo de pago que podamos cumplir, pero sin más ajuste”. En una palabra, se pagará con los frutos del crecimiento.
Casi ningún medio reparó en la crudeza del diálogo que sostuvieron ambos interlocutores, ya que el disfraz del lenguaje diplomático suaviza las asperezas, pero Kristalina manifestó que “queremos trabajar con usted atacando el problema de la inflación y promoviendo el crecimiento” y se mostró “muy ansiosa de conocer más detalles de su plan, porque cuando un país es dueño de su plan, esos planes son efectivos”, casi una queja por no haber sido informada por adelantado del proyecto económico. En la frase anterior había diagnosticado por su cuenta y riesgo que la inflación es el principal problema de la economía argentina, sin haber tenido la deferencia de esperar a que esta afirmación surgiera de algún integrante del equipo del presidente electo.
Otro momento tenso sobrevino cuando la búlgara reclamó que el proyecto económico del Frente de Todos tuviera “viabilidad fiscal”, un eufemismo utilizado para contrabandear un pedido de ajuste.
Como antecedente de la propuesta que toma forma, hace muchos años, casi una eternidad, el presidente fallecido de nuestro país, Néstor Kirchner, había adelantado en 2003, en un discurso pronunciado ante la Asamblea de las Naciones Unidas que “los muertos no pagan”.
La reacción de “los mercados”
En los mercados ya se rumorea que lo que vendrá es una reestructuración agresiva de la deuda, que ya venía siendo anticipada por los precios de los bonos, que venían cayendo. Los managers de portfolio aseguran si no hay más dinero del FMI, lo único que se puede hacer es “pedir más baja de cupón y alargar el período de gracia”.
Alegan que el corte de capital depende del volumen del PIB (Producto Interno Bruto) en dólares y del superávit primario previsto para el futuro.
Si no hay recepción del dinero del FMI, esto significa que, al no estar previsto un “endurecimiento fiscal”, la única salida es “una resstructuración agresiva, sobre todo en el corto plazo” y que ésta se va a centrar en las letras y bonos Ley Argentina, porque la deuda que se rige por leyes extranjeras que vence en 2020 suma menos de cinco mil millones de dólares.
Entonces, deducen, si el plan del peronismo es estabilizar la macroeconomía sin tomar más deuda, lo que se preguntan es de dónde saldrá el dinero para funcionar. Piensan que el Gobierno apelará, entonces, a una mezcla de ajuste fiscal y de emisión monetaria. La duda se centra en si habrá más de lo primero o de la segunda. En lo que sí coinciden es en que si Fernández lo logra, proliferarán los aplausos.
De todos modos, lo que planteó Alberto Fernández es que cortar con el financiamiento del FMI amplía sus propias perspectivas para renegociar con el organismo, que suele obligar a realizar fuertes ajustes a los destinatarios de sus fondos. “Necesitamos reactivar la economía para poder pagar y resolver el problema de la deuda con sensatez”, planteó el presidente electo. “Yo quiero dejar de pedir y que me dejen pagar”, cerró el tema.
El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo
Es más sencillo parafrasear a Roberto Arlt que anticipar lo que vendrá, pero existen algunas señales en base a las cuales se puede seguir el recorrido del proyecto económico que diseñó el nuevo mandatario.
Tras imponerse en las primarias, Fernández advirtió que los dólares del FMI no generaron el resultado del que se vanagloriaban constantemente el presidente y el ministro Nicolás Dujovne, ya que “la economía real no ha dejado de contraerse; el empleo y la situación de las empresas y las familias, de empeorar; la inflación no ha tenido una trayectoria descendente sostenida y el endeudamiento público no ha dejado de crecer”.
Otro interrogante que se puede dar por saldado es que Fernández advirtió este martes que con el FMI se va “a firmar un único acuerdo y la primera regla es dejar de pedir dinero”.
En definitiva, el Plan Industrial será la matriz del plan económico futuro. La reactivación del mercado interno, que significa el 70 por ciento del Producto Interno Bruto, será el motor del crecimiento.
Si además los empresarios dejaran de pensar en el dólar como refugio –un recurso que emplearon constantemente durante los últimos 40 y tantos años-, una parte del camino habrá sido recorrida.
Cerrar la grieta interna
Como colofón, Fernández se reunió, al cierre de esta edición, con el expresidente provisional argentino, Eduardo Duhalde, que a la salida del encuentro manifestó que Argentina “tiene potencial de pago, pero no en los plazos previstos, porque antes hay que reactivar todo el aparato productivo del país”.
Duhalde destacó a continuación que “el FMI no debe ser un problema para el próximo gobierno”, mientras que solicitó a la dirigencia política “que no se pelee más y que no haya más grietas”, en alusión a la necesidad de ampliar la unidad del peronismo para hacer frente a la difícil coyuntura que se acerca.