El ministro de Economía de la Nación, Luis Caputo, requerirá al menos USD 8.500 millones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para establecer un puente que permita al Gobierno de Javier Milei enfrentar varios meses de incertidumbre política y financiera hasta las elecciones de octubre. Esta cifra proviene de fuentes con conocimiento de las negociaciones y de estimaciones del mercado que coinciden en un aspecto fundamental: es más relevante cuánto está dispuesto a desembolsar el organismo en la fase inicial que el total del programa.
Actualmente, las expectativas sobre el monto de las divisas frescas son inciertas. Los pronósticos más pesimistas, provenientes de voces vinculadas con el organismo crediticio, oscilan entre USD 4.000 millones y USD 5.000 millones para una inyección inicial de dólares. En el otro extremo, los optimistas mencionan un monto que ha circulado en mesas de dinero, siendo el más destacado el de Mauro Mazza, jefe de Research de Bull Market, la sociedad de Bolsa relacionada con la familia Marra, cercana al presidente. En un informe dirigido a sus clientes, Mazza estimó que Argentina recibiría entre USD 10.000 y USD 15.000 millones, aunque se inclinó hacia la cifra más alta y aclaró: “No harán todo este esfuerzo por USD 10.000 millones (estimamos)”.
El constante tira y afloje entre el Fondo y el equipo económico se centra en alcanzar una cifra que permita a Caputo realizar el ajuste cambiario más óptimo y mantener un esquema que sea lo suficientemente beneficioso para enfrentar los meses electorales, que suelen traer consigo una mayor presión financiera. Esto se busca lograr sin incurrir en retrasos en los pagos, manteniendo la inflación bajo control y asegurando la posibilidad de seguir interviniendo en el mercado, un aspecto complicado en la negociación con el equipo técnico.
El “blend” como herramienta para la intervención en el mercado
Desde mayo hasta octubre, el Gobierno se enfrenta a vencimientos de títulos públicos, así como a la deuda comercial generada por el Bopreal, además de los intereses del FMI y otros organismos internacionales. La consultora 1816, reconocida en el ámbito financiero, proyecta que se requerirán al menos USD 9.000 millones en este periodo para establecer un “puente” que mantenga estables las reservas brutas, siempre que la economía crezca al ritmo del 3% o 4% que el Gobierno y el FMI han pronosticado para el año 2025. Por otro lado, los cálculos de un think tank vinculado al peronismo sugieren que la cifra clave podría ser de USD 8.600 millones, teniendo en cuenta la eliminación del “blend”.
El esquema de blend permite a los exportadores liquidar el 80% de sus divisas en el mercado oficial y el 20% restante a través del Contado con Liquidación (CCL). Aunque el Fondo había solicitado su eliminación para junio de 2024, el Gobierno ignoró esta recomendación y continuó aprovechando sus beneficios. Este mecanismo, por un lado, mejora el tipo de cambio, haciéndolo más competitivo; por otro, garantiza un flujo constante de oferta en el mercado paralelo, donde operan actores significativos, y ajusta la cotización para evitar fluctuaciones indeseadas que podrían impactar en los precios.
Exfuncionarios que han participado en negociaciones previas con la entidad internacional informaron que es probable que, en esta ocasión, la administración libertaria utilice el blend como una herramienta de negociación para lograr la “libre disponibilidad” de los fondos.
De esta manera, Caputo conseguiría una herramienta de intervención discrecional, esencial para mantener un tipo de cambio bajo que prolongue la percepción de una inflación moderada ante el público, uno de los activos que, por el momento, Milei posee de cara a las elecciones.
El dólar que anhela el FMI y el que busca Luis Caputo
Expertos con experiencia en negociaciones con el organismo dirigido por Kristalina Georgieva anticipan que, incluso sin la autorización del FMI para influir en los tipos de cambio paralelos, el Gobierno está preparando desembolsos de otras entidades internacionales que le permitirán intervenir. Todos los consultados coinciden en que se implementarán cambios en la política cambiaria y que esto determinará el nivel de intervención.
Hasta el momento, el Banco Central ha utilizado el dólar oficial como un ancla, pero el Fondo considera que la estrategia del crawling peg ha quedado desactualizada y que, de mantenerse en el tiempo, perpetuará un peso sobrevaluado que desalienta la producción nacional de bienes y servicios, fomenta la importación y desincentiva la exportación. Esta situación, a mediano y largo plazo, impide que el país acumule reservas necesarias para cumplir con los compromisos del programa.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) aboga por una mayor flexibilidad en el tipo de cambio, mientras que el equipo económico prefiere un sistema de flotación dentro de bandas, estableciendo un límite mínimo y máximo para la divisa sin la intervención del Banco Central de la República Argentina (BCRA). Jorge Vasconcelos, economista jefe de IERAL, ha sugerido que en un contexto de flotación “administrada”, “tras un ajuste inicial, podría surgir un tipo de cambio que se considere equilibrado, evitando así la necesidad de una devaluación drástica”.
“Prolongar hasta octubre el ajuste del tipo de cambio oficial al 1,0% y mantener congelada la Base Monetaria Amplia probablemente intensificará el aumento de las tasas de interés que ya se está observando, tanto en el mercado de futuros (ROFEX) como en el costo de refinanciación de la deuda interna. Este riesgo no se puede mitigar con la inyección de nuevos fondos provenientes del FMI, dado los montos que se anticipan”, advirtió el analista.