FMI: Argentina en el laberinto

FMI: Argentina en el laberinto

Exigen bajar subsidios, ajustar, congelar, achicar y devaluar. Un atolladero del que será muy difícil salir sin políticas proteccionistas.


La ríspida (el público ni se imagina cuán escabrosa es) negociación con los displicentes funcionarios del Fondo Monetario Internacional está alargándose más de lo que estaba previsto en las primeras instancias.

Los soldados de Julie Kozak, la directora adjunta de Departamento para el Hemisferio Occidental del FMI, encabezados por uno de los subordinados, el venezolano Luis Cubeddu, se plantan generalmente en las recetas ortodoxas que el organismo multilateral fijó hace muchos años para los países del Tercer Mundo.

Los verbos que más se conjugan en estas instancias son “sostener equilibrio fiscal” o “lograr la reducción del déficit fiscal” (son sinónimos, casi), “ordenar las cuentas fiscales”, “efectuar una devaluación”, “implementar un ajuste”, “congelar las cuentas fiscales”. Así, sin medias tintas.

Con otro tipo de gobierno, el acuerdo ya estaría cerrado. Diciendo a todo que sí y peleando algunos puntos secundarios, otros salvaron la ropa. Al menos, pasajeramente, porque los problemas vinieron después para todos. De La Rúa (se cumplen 20 años cuatro días después de que esta edición sea cerrada) se fue en helicóptero de la Casa Rosada. Mauricio Macri secó su capital político, en uno de los mayores fracasos gubernamentales desde el fin de la dictadura militar. Carlos Menem fue diferente, porque la venta de las empresas estatales lo dotó de un capital que malgastó en cinco años. Cuando se le acabó, la crisis destruyó sus posibilidades de volver al poder, como intentó hacer en 2003.

La única negociación exitosa con el FMI en la historia argentina la condujo Néstor Kirchner, entre 2005 y 2010. Se les plantó a los burócratas residentes en Washington, les enrostró su irresponsabilidad, les dijo que “los muertos no pagan” y les arrancó de las manos una quita de capital e intereses y un largo plazo de pago, todos puntos inéditos para los otros argentinos que se sentaron con los empleados del edificio de la avenida Pennsylvania y Calle 19, en Washington DC y se avinieron sin resistencias a las condiciones que les fueron impuestas.

Lo que va de Kirchner a Fernández-Fernández

Esa épica no será posible en la oscura y sinuosa negociación que se lleva a cabo en estos días. Giorgieva pareciera querer ayudar, así como también el Papa Francisco quisiera terciar, pero la suerte no está nunca del lado de los vulnerables.

En la edición N° 131 de Noticias Urbanas Digital, que apareció el 11 de noviembre último, esta publicación daba cuenta del estado de las conversaciones en esos momentos. Algunas de las condiciones mejoraron desde entonces, entre ellos el período de gracia, que se extenderá hasta 2026 y no hasta 2024 como proponían entonces los negociadores del FMI.

De todos modos, la exigencia de lograr un cierto equilibrio fiscal hacia 2025 –será para el próximo gobierno-, si bien es un punto algo más flexible, se mantiene dentro de las líneas de ajuste que el FMI impone casi siempre a los países del sur de la línea del Ecuador.

En esa línea es que habrá una baja en los subsidios –que hoy se mantienen en el 3,20 por ciento del Producto Bruto Interno-, que a partir de 2022 deberán bajar hasta el 0,5 por ciento del PBI.

Otro punto de gran rispidez es achicar la brecha cambiaria, es decir, la diferencia entre el dólar oficial y el “blue” al 55 por ciento (hoy está en el orden de entre el 95 y el 100 por ciento), con un dólar oficial a $155. Al día de la fecha, la moneda norteamericana cotiza a $101,82 por unidad.

Como se puede ver en el punto anterior, entre los ítems que se encuentran en el borrador del acuerdo con el FMI, habrá devaluación, que será gradual, a un promedio del 4,60 por ciento mensual. No habrá megadevaluación.

La delegación argentina impuso su punto de vista de incluir en el borrador un fuerte control de precios a los alimentos frescos, envasados y a los medicamentos. Será una canasta de 2.500 productos que serán evaluados permanentemente. Se sabe que el organismo no es partidario de los controles del Estado.

Otro punto que será polémico es que la asistencia social no será ajustada por la inflación, al contrario de las jubilaciones, que sí lo serán, aunque se deba postergar alguna actualización para 2023.

La emisión monetaria, por su parte, sólo será aceptada por los hombres de Kozak para cubrir el déficit fiscal hasta el 2,2 por ciento del PBI.

Por otra parte, la remesa de u$s4355 millones que giró el FMI el 23 de agosto del año en curso deberá ser utilizada para pagar un vencimiento por u$s4160 millones al organismo en diciembre, a los que se deberán sumar otros u$s730 millones para otro pago, en enero de 2022.

Las auditorías del FMI se producirán cada tres meses, sin oficina permanente en el Banco Central ni en el Ministerio de Economía. Este punto era exigido por las autoridades argentinas, poco deseosas de tener a un birócrata respirándoles en la nuca todos los días.

Otro punto que traerá polémicas no menores es la intención de las autoridades argentinas de efectuar un control estricto de los préstamos “back to back” (paralelos) que se realizan entre empresas multinacionales, los bancos, los brokers de cereales y las empresas subsidiarias de países del hemisferio norte. Estos préstamos son habitualmente los vehículos utilizados para evadir divisas y para operar contra el peso argentino.

Argentina, por su parte, invertirá en un plan para aumentar las exportaciones agrícolo-ganaderas, fijando la meta de llegar a los doscientos millones de toneladas de granos y cereales.

Otras de las metas que se propuso a la Argentina es llegar a un superávit en la balanza comercial que debería ser, como mínimo, de 25 mil millones de dólares, al que habría que agregar un blanqueo de capitales para repatriar otros 20 mil millones de dólares que se fueron de vacaciones a diversos paraísos fiscales y se sintieron tan cómodos que hasta ahora no han vuelto.

Para compensar la sangría de divisas que significa todo acuerdo con el FMI, se va a implementar una segunda etapa del Aporte Solidario Extraordinario de las Grandes Fortunas, que tendrá por objetivo, precisamente, a los que realizaron formación de activos en el exterior.

Uno de los ajustes que serán más dolorosos será el congelamiento del empleo público, que es una de las exigencias del FMI. Éste sería complementado con un programa de retiros voluntarios, el fin de la doble indemnización y la reestructuración del empleo en bancos y compañías de seguros, donde habrá una caída de más de 250 mil empleos formales. Este sector creció anómalamente durante el gobierno anterior.

Los técnicos del FMI pusieron también la lupa en la unificación de los sistemas tributarios que se superponen en distintas jurisdicciones, que consideran que perjudican la actividad económica.

Hasta ahora, el difícil acuerdo cuenta con el apoyo de China, Rusia, Francia, Italia, India, Brasil, Canadá y España, que suman aproximadamente el 25,9 por ciento del volumen de capital del FMI. Por ahora, los Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido y Arabia Saudita no expresaron su opinión acerca del acuerdo. Todos ellos esperan el voto del delegado estadounidense para levantar sus manos al unísono con éste. Estos últimos suman el 35,9 por ciento de los votos del directorio del FMI. Con éstos, el acuerdo con Argentina sería aprobado.

Un complejo panorama político

El estado de vulnerabilidad en el que quedó sumida la Argentina tras la toma de un préstamo absurdo, que no fue utilizado ni para la inversión en bienes durables, ni para obras de infraestructura, ni para adquirir tecnología de punta, generó una fuga de credibilidad que complicará el desarrollo económico por los próximos diez años.

En este camino, tan pleno de escollos, ni siquiera el FMI es el principal problema argentino. Por de pronto, la relación con el resto del mundo quedó, por ahora, obturada –aunque sea parcialmente- por la diplomacia norteamericana. Éste sí que es un problema argentino.

El panorama se volvió aún más complejo porque en los últimos 15 meses, según un estudio que el miembro del directorio del Banco Nación, Claudio Lozano, le entregó al ministro de Economía, Martín Guzmán, las empresas extranjeras se transfirieron a sí mismas, vía aumentos desmedidos en los precios de sus productos, 5,3 billones de pesos, que medidos en dólares suman 55 mil millones. De esta manera, estas empresas giraron al exterior sus divisas mediante pagos anticipados de deuda “back to back”; autopréstamos y giros y pagos de mercaderías por adelantado. Hasta noviembre de este año se llevaron de esta manera el 100 por ciento del saldo favorable de la balanza comercial, que sumaron 18.700 millones de dólares. Por otra parte, hay en existencia otros 80 mil millones de dólares de deudas declaradas de privados. De éstos, 34 mil millones están en manos de los fondos de inversión Templeton y Pimco. Enorme problema en puerta, como se puede deducir.

Por otra parte, los técnicos del organismo multilateral de crédito detectaron que el 80 por ciento del déficit fiscal proviene de los subsidios a las tarifas y de las jubilaciones y pidieron actuar sobre esos sectores.

El panorama político, en el que muchas cosas no son lo que parecen, hasta las cancillerías de Rusia y China se encuentran a la espera del acuerdo con el FMI, ya que, aseguran, sino no habrá avances en los convenios por inversiones en energía y laboratorios.

Como se deduce de los puntos desarrollados previamente, el FMI exigió un fuerte ajuste, con algunas, poquísimas, concesiones. Las medidas, por lo tanto, afectarán sensiblemente el nivel de vida de la clase media y media alta, a los monotributistas, a los cuentapropistas, a las PYMES y a las microempresas. Habrá caída del consumo, más desempleo y una menor asistencia del Estado a los sectores más vulnerables.

Además habrá un aumento de la pobreza (hoy en el 55 por ciento) y de la indigencia (hoy, en el 24 por ciento). Por esta razón, el Plan Plurianual deberá impulsar fuertemente la obra pública y privada para absorber los más de 450 mil desempleados que habrá en la transición hasta que vuelva a ejecutarse el desarrollo.

El Plan Plurianual

Los puntos más salientes serán los siguientes:

  • Compre Argentino.
  • Desarrollo de la industria del Cannabis.
  • Promoción a la industria petrolera para lograr el autoabastecimiento en 2025.
  • Promoción de las exportaciones de la industria automotriz y un proceso de substitución de importaciones.
  • Desarrollo de la agroindustria, para llegar a la exportación de 200 millones de toneladas de granos y cereales.
  • Hidrógeno Verde: será una política de estado.
  • Fuerte control de precios de los medicamentos. En especial, sobre una lista de 500 de éstos, que afectan especialmente a PAMI y a las obras sociales.
  • Control aduanero e impositivo sobre las exportaciones que salen por el río Paraná, por donde se fugan anualmente alrededor de u$s10.000 millones. En esta tarea colaborarán los intendentes y los gobernadores, apoyados por la Administración de Ingresos Públicos y por el Estado nacional.

En medio de este panorama tan complicado, la única salida que tiene el Gobierno es la reparación a los sectores sociales más vulnerables –que serán los más afectados- y a la industria nacional, que será distinguida con el Compre Argentino.

No se sale de esta encrucijada intentando serpentear por la parte interna de la maraña.

Leopoldo Marechal escribió alguna vez:
Un cielo púrpura y rosa cubre
la sábana de Dios mientras el sol naranja rabioso
se suicida en el oeste.

No casualmente, Marechal tituló su poema: “De todo laberinto se sale por arriba”. Una recomendación gratuita que no debería ser ignorada. Hubo tantos consejos pagados a precio de oro que sumieron al país en sórdidos destinos, que alguna vez habrá que escuchar a los poetas.

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