Por primera vez en al menos un lustro, hubo masiva presencia kirchnerista en un festejo de la embajada norteamericana por un nuevo aniversario de la independencia de Estados Unidos. Aunque podría decirse que la comitiva era netamente sciolista, la facción del Frente para la Victoria que lidera el binomio presidencial.
En un sector que hace gala siempre del cálculo de sus gestos simbólicos, no puede pasar desapercibida –o tomada como casual- semejante exhibición pública, sino más bien como un nuevo retrato con el que Daniel Scioli acostumbra a marcar diferencias. Esta vez lo hizo a través de la presencia de varios de sus operadores o referentes más cercanos.
Pasaron anoche por la residencia oficial de los embajadores estadounideses en Buenos Aires (que hoy ocupa Noha Mamet) el presidente de la fundación DAR, José “Pepe” Scioli, el vocero de su campaña, Jorge Telerman, el presidente del Banco Provincia, Gustavo Marangoni, el titular del grupo BAPRO, Santiago Montoya, el economista Miguel Bein y el asesor del gobernador en asuntos internacionales, Rafael Follonier.
Es que la comitiva naranja sobrepasó a la amarilla: del PRO, cuyos dirigentes suelen ser mayoría entre los políticos que asisten a la fiesta del 4 de Julio, estaban solamente el ministro Esteban Bullrich, el diputado Federico Sturzenegger, el candidato a diputado Eduardo Amadeo y el secretario de Transporte, Guillermo Dietrich.
Del cristinismo duro no había nadie, aunque no podría tomárselo como algo lógico con la retórica antimperialista: hace dos años, el supersecretario Guillermo Moreno y su esposa dijeron presente (con escándalo por una pelea con periodistas incluido), y años anteriores también lo hizo el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray. Por parte de la UCR, estuvo Ricardo Gil Lavedra y el intendente Gustavo Posse. Del massismo, el único representante (si cabe rotularlo así) era Martín Redrado.
La destacada presencia sciolista no pasó desapercibida y de hecho fueron vistos por Noticias Urbanas intercambiando conversaciones con empresarios (por ejemplo, Marangoni con Claudio Cesario, titular de ABA) o gerentes mediáticos (como “Pepe” Scioli con Daniel Hadad). Pero saludar, se saludaban con todos, incluso los dirigentes de los otros partidos y todo periodista que pasaba por al lado, haciendo gala del ADN dialoguista que siempre busca usar Scioli para diferenciarse de la cerrazón de sus compañeros de ruta kirchneristas.
La presencia oficialista tuvo un contexto favorable: el embajador Mamet fue sobradamente generoso en halagos con el gobierno argentino durante su discurso y su breve contacto con la prensa. Expresó su “optimismo para el futuro de la relación” bilateral y dijo que “Argentina y su rol en la región es muy importante para Washington”. Además, afirmó que para su país “es muy importante tener un socio democrático como Argentina en la lucha contra el narcotráico, en temas como el cambio climático y la no proliferación”. Igualmente, fuentes de la embajada norteamericana admitían que no esperan cambios en la frialdad con la Casa Rosada antes de diciembre.
La fiesta se prolongó por más de cinco horas hasta pasada la medianoche –aunque los invitados VIP ya se habían retirado antes de las 22-, con DJ en vivo que tocaba música pop y rock en una carpa dispuesta en el patio frontal de la Residencia, en donde bailaba el staff de la sede diplomática. La comida tuvo su rol preponderante y como en toda celebración por el Día de la Independencia hubo catering estilo estadounidense: mini hamburguesas con queso cheddar, camarones fritos, sánguches de pastrón y pepino y bagels con salmón y queso Philadelphia. Llamó la atención las ausencias del ambiente artístico (Mirtha Legrand y su hija Marcela Tinayre, por ejemplo, son habitués), y solo dijo presente Maru Botana.
