Cuando este miércoles por la tarde, en plena hora pico, la línea B del subterráneo dejó de funcionar, la furia invadió los andenes. Según explicó el vocero de la concesionaria Metrovías, la decisión fue tomada por el sindicato que agrupa a sus trabajadores.
La versión oficial indica que “el personal de la Línea se niega a prestar el servicio, debido a que un conductor fue agredido por un pasajero en la estación Uruguay, cuando el servicio se encontraba interrumpido por problemas técnicos”.
A lo que representantes de la concesionaria añadieron: “Nuestro empleado fue asistido y contenido inmediatamente luego de ocurrido el hecho, y que Metrovías repudia cualquier tipo de agresión al personal de la empresa pero lamenta que una vez más la decisión gremial sea dejar sin servicio a los miles de pasajeros que utilizan la Línea B en este horario”.
Sin embargo, previamente al “parate”, la prestación del servicio había dejado ser la habitual. Dado que las formaciones circulaban a 10 km/h por fallas en el sistema de señalización; situación que llegó a generar demoras de hasta 15 minutos y desencadenó en el repudiable hecho de violencia.
Con motivo de lo sucedido, y de los inconvenientes con los que tanto usuarios como trabajadores deben convivir a diario, Noticias Urbanas conversó con el metrodelegado y excandidato del FIT, Claudio Dellecarbonara.
-La gente piensa que los trabajadores del subte ganan bien, trabajan poco y tienen demasiados “peros” para hacer su trabajo. ¿Es así? ¿Qué es lo que pasa con la línea B?
-El servicio es muy malo y se viaja horrible. Por lo que la bronca que tienen los usuarios es justificada y genuina, pero está mal canalizada. Y eso es responsabilidad de Metrovías, SBASE y algunos funcionarios del Gobierno de la Ciudad, como Macri o Rodríguez Larreta; que se han encargado de llevar adelante una campaña fascista en contra de nuestra organización, para poder avanzar sobre nuestras conquistas laborales. A Macri le encantaría, como le hubiese encantado a Cristina, poder desarmar nuestro sindicato para hacernos trabajar bajo las mismas condiciones que tuvimos durante el gobierno de Menem. Tenemos una jornada laboral de 6 horas no por “vagos” sino porque es un ámbito insalubre.
-Apenas se inauguraron las estaciones “Echeverría” y “Juan Manuel de Rosas”, ustedes se negaron a prestar servicio por falta de garantías en la seguridad. Este miércoles, a pesar de que tampoco las había, continuaron brindándolo -a un nivel insostenible- y un motorman terminó golpeado por un usuario. ¿Qué está faltando o fallando?
-La línea B no es la única, pasa en todas las líneas. Ocurre que la campaña de Metrovías y SBASE se ha concentrado sobre nuestra línea. El miércoles, la línea A estuvo detenida tres veces y también hubo incidentes. Y la D también trabajó con demoras. Todos los días vas a ver alguna demora, incidente o interrupción mientras no se hagan las inversiones necesarias. Y eso también es culpa de SBASE, que no controla a la concesionaria. Mi familia viaja en el subte y no me gusta cómo viaja. Están expuestos a que cualquier día ocurra algún accidente mucho más grave que algún golpe.
-¿Cómo evalúan y cómo es la relación entre los metredelegados y el GCBA? ¿Y con Metrovías?
-No puede haber relación si una de las partes no está dispuesta a escuchar. Más allá de la relación esporádica que uno puede tener, como ahora, que estamos en mesa de diálogo por paritarias con el Gobierno de la Ciudad, es muy tensa y desigual. Ya que quienes tienen el poder para cambiar las cosas no tienen en cuenta las denuncias y pedidos que hacemos. Por ejemplo, cuando se le pide una pieza nueva al jefe de taller de Metrovías, éste responde que hay que seguir con la misma.
-¿Ustedes han hecho algún tipo de autocrítica con respecto a su accionar y forma de comunicar?
-Autocrítica hacemos todos los días. Tratamos de mejorar la comunicación interna y tener una comunicación cotidiana con los usuarios, tratando de tender un puente, como cuando abríamos los molinetes. O explicándoles cuál es y dónde esta el origen de los problemas. Para nosotros, la medida de fuerza es el último recurso. Ayer (miércoles) las condiciones de la línea no eran las que correspondían. Y no dijimos “paremos todo”. Tratamos de seguir trabajando, pero llegó un momento en que era insostenible y los mensajes contradictorios que daba la empresa a través de los parlantes, generaban un clima de violencia que atentaba contra la seguridad nuestra y la de los usuarios. Que se bajaban y caminaban sobre las vías, expuestos a los 600 volts del tercer riel. Ya que tampoco hay personal de seguridad para garantizar cierto orden. Somos la única línea donde la corriente va por tierra, por lo que los usuarios no sólo quedan expuestos a ser atropellados sino también a morir electrocutados.
-¿Es imposible contar con un servicio eficiente, previsible y de calidad mientras esté Metrovías?
-Nunca puede haber un servicio como corresponde con una concesionaria privada. El objetivo ha sido recaudar, haciendo el menor mantenimiento. Y las consecuencias a la vista: Once, Castelar y los incidentes que se producen a diario en los trenes y subterráneos. Metrovías se tiene que ir. Hay que abrir los libros de contabilidad y estatizar el servicio, para ponerlo bajo el control de usuarios y trabajadores. Que somos los únicos interesados en tener un servicio que funcione eficientemente. Con Metrovías y gobiernos como los de Macri y Cristina, que le permiten hacer lo que les place, nunca habrá un servicio acorde a la necesidad del usuario.