A pesar de que Donald Trump suela ser el protagonista de los mayores conflictos políticos a nivel internacional, esta vez la responsabilidad yace en el Senado estadounidense, que pretende ampliar las sanciones contra Rusia y, en especial, contra su sector energético.
Las consecuencias no tardaron en llegar: Alemania y Austria salieron a criticar esta enmienda a través de una declaración conjunta del ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, Sigmar Gabriel y el canciller de Austria, Christian Kern, en la que destacaron que la medida contradice las normas internacionales y amenazan la independencia energética de Europa. Esto surgió de la irritación causada por la afección que esta medida les significa como consumidores del producto energético.
Allí, argumentaron que el único objetivo que persigue el gigante norteamericano es vender, de esta manera, gas natural licuado a Europa, para lo cual necesita eliminar a Rusia de ese mercado.
El comunicado destaca que esta medida “afectará a las compañías europeas” que participan en proyectos energéticos como el gasoducto europeo del Norte y se reflejará “de forma negativa en las relaciones con Europa”.
“La selección de los proveedores de energía en Europa es competencia de la Unión Europea y no de Ee.Uu.”, señala el documento, que destaca que esta elección se realiza en base a “la competencia de mercado”.