Todo pasa. Hasta hace apenas unas semanas, era la ratificación de una conducción cada vez más hermética, con un juego cerrado en la toma de decisiones. Pero la nueva etapa en la que entró el país, con la vuelta al endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y un escenario sensible para el bolsillo de los argentinos a raíz de una crisis cambiaria que traerá más inflación, convenció al presidente Mauricio Macri de impulsar una mayor apertura política, tanto dentro del Gobierno como en su relación con la oposición.
Decidió volver a requerir de consejos y habilidades políticas más tradicionales. Así, lo que alguna vez se llamó “el ala política” vuelve a constituirse como una pieza fundamental en la sobrevida política de Cambiemos. Emilio Monzó y Rogelio Frigerio, dos postergados de la mesa chica, volvieron a ocupar lugares de honor en la toma de decisiones. Lo que hasta ayer era rencor y distancia, hoy se diluye en la necesidad de encontrar soluciones para el mañana.
Hace unas semanas anticipábamos que el presidente de la Cámara de Diputados ya estaba de salida, agotado por su actualidad, por haber perdido su lugar en la toma de decisiones. Había intentado encajar con María Eugenia Vidal en la construcción bonaerense, pero no funcionó para ninguno de los dos. Todo pasa. La gobernadora tuvo que avalar el regreso de Monzó a la mesa política de Macri y hasta regalarle dulces frases para ponerle punto final a la distancia. Frigerio también volvió a ocupar un asiento en las reuniones, junto con Marcos Peña y Horacio Rodríguez Larreta.
En esta nueva configuración interna, hay otros que pierden margen de influencia. Es el caso de Gustavo Lopetegui y Mario Quintana –la mirada empresarial dentro del Gobierno nacional–, señalados esta semana por el exfuncionario Carlos Melconian, quien se burló en público de las planillas que hacían para diagnosticar la economía y trazar el rumbo económico. Les apunta por tener un diagnóstico errado que derivó primero en una crisis cambiaria y luego en la urgente y apresurada decisión de recurrir al FMI, poniendo en serios riesgos las ambiciones reeleccionistas de Cambiemos. “Es una vergüenza; en mi consultora las hace un junior“, sostuvo el economista y extitular del Banco Nación.
Quintana y Lopetegui empezarán a convivir en las reuniones de coordinación de gobierno con dos emisarios de los aliados. Por la Coalición Cívica, estará Fernando Sánchez, del riñón político de Elisa Carrió y quien ya contaba desde enero con un cargo dentro de la Jefatura. Y con otro que vuelve, el extitular de la UCR, Ernesto Sanz, pieza fundamental en el nacimiento de Cambiemos y que regresa al Poder Ejecutivo tras haber sido habilitado por Marcos Peña ante un pedido del actual líder de los radicales y gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, y su par jujeño, Gerardo Morales, quienes levantaron el teléfono para ganar influencia ante la nueva coyuntura. “De acuerdo a la dinámica, se verá más adelante si Sanz ocupa un lugar en la mesa chica”, aseguraron voceros de Casa Rosada a Noticias Urbanas. “La presencia de Ernesto se fue dando naturalmente y le aporta una base política más amplia al Gobierno”, señalaron desde el radicalismo.
Una mirada parecida sobrevuela desde el entorno de Monzó, el designado para negociar con el peronismo en el Congreso. “El Gobierno, para avanzar, debe buscar acuerdos políticos, y eso es lo que siempre pensó Emilio. Hay que reconstruir el diálogo y a su vez profundizarlo. Hay consenso ahora para recuperar lo que fue la primera mesa política del Gobierno, y esta nueva coyuntura requiere de cierta gimnasia tanto para la negociación en el Congreso como para tomar decisiones.” Monzó, que se siente como en sus mejores momentos, ya le dijo al Presidente que “no corren más” sus deseos de abandonar su cargo en Diputados después de 2019 para ocupar la embajada argentina en España, un destino que tampoco se le había garantizado.
El nuevo GAN
Comienza así otra etapa, anunciada por Macri durante un acto de gestión en Morón en el que estuvo acompañado por María Eugenia Vidal. Allí grabaron un mensaje con señales de tranquilidad para la población, pero también para lanzar “un gran acuerdo nacional” que recuerda por definición nominal al del exdictador Alejandro Lanusse en 1971. El Gobierno quiere involucrar a la oposición parlamentaria y los gobernadores para recuperar la confianza externa, pero apostando en paralelo a que no haya ganadores ni perdedores por las últimas decisiones económicas y por el combate contra el déficit fiscal y los ajustes necesarios para cumplir con el programa “concreto y responsable” que pide el FMI.
En su llamado, Macri convocó a “toda la dirigencia” para “construir acuerdos aunque pensemos distinto”, y exhortó a la oposición a actuar con “responsabilidad” y a evitar la tentación de caer “en recetas mágicas que dan ilusión de tranquilidad pero que son imposibles en la práctica”. Y agregó, antes de apelar a la mediática grieta política: “No se trata de buscar soluciones demagógicas, sino soluciones responsables para dejar de gastar más de lo que tenemos. La Argentina no se divide entre Cambiemos y peronismos; se divide entre los que queremos construir futuro y los que quieren destruir futuro”.
Peña ya había anticipado algunos de esos lineamientos, pero con un poco más de saña contra la oposición. Los convocaba a colaborar pero, a la vez, los culpaba de ser los responsables de hacer temblar la confianza argentina en el exterior al querer frenar los aumentos tarifarios en los servicios públicos.
La Casa Rosada se apoya también en las espaldas de los gobernadores y los senadores nacionales. Es que un grupo de mandatarios peronistas fue el primero en poner el cuerpo para respaldar la estabilidad del sistema financiero y la decisión de recurrir al FMI. Estuvieron con Macri para reafirmar la gobernabilidad y dar garantías de tener “responsabilidades de gestión”. Estos encuentros, articulados por Frigerio, sirvieron para empezar a dar respuestas políticas a un problema que claramente ya no es solamente económico.
“Los gobernadores están convencidos de que hay que sostener y apoyar todas las políticas que impliquen que la Argentina continúe en esta senda de crecimiento económico, en este camino que todos sabemos que no es fácil y que, muchas veces, presenta muchos obstáculos, pero que también entendemos nosotros y gran parte de la dirigencia que es el único camino posible”, aseguraba el ministro hace unos días.
En un solo día pasaron tanto por Casa Rosada como por la residencia de Olivos los gobernadores Juan Schiaretti (Córdoba), Gustavo Bordet (Entre Ríos), Juan Manzur (Tucumán), Sergio Uñac (San Juan), Domingo Peppo (Chaco), Gerardo Zamora (Santiago del Estero) y Hugo Passalaqua (Misiones). Los caciques del peronismo escucharon el cuadro de situación que derivó en la decisión de recurrir al FMI. También se comprometieron a influir para que el proyecto que impulsa el kirchnerismo para frenar los aumentos tarifarios no alcance una sanción en el Senado. Fuentes de la Casa Rosada consideran que a los gobernadores “no les conviene que el dólar se descontrole” porque muchos de ellos deben “salir a pedir deuda afuera” y les “conviene” que la Argentina “tenga el respaldo” del FMI. Y precisaron que ya están sentadas las bases con ellos para tener un “acuerdo de gobernabilidad” que exceda a los temas coyunturales y que se proponga articular con “responsabilidad de gestión” para lo que reste del mandato, porque muchos de ellos también irán por una reelección.
Según anticipó Frigerio en contacto con periodistas acreditados, habrá nuevas convocatorias a gobernadores para los próximos días. El Gobierno intentó, sin la misma suerte, contener a los empresarios más importantes del país, con un voluntarismo ingenuo. Al salir de la reunión en la residencia de Olivos, Alfredo Coto, por ejemplo, remarcó con un diez por ciento de aumento los precios de su cadena de hipermercados.
Sin embargo, el Gobierno tuvo dos razones para celebrar esta semana. Por un lado, haber superado el súper martes negro que asomaba con el megavencimiento de Lebac y, una vez superado, que el dólar comenzara a retroceder sin la intervención del Banco Central. Y segundo, por el claro mensaje institucional enviado por la mayoría de los bloques en el Senado de la Nación.
Tras pedir una audiencia con Macri y ser recibidos, los jefes de los bloques difundieron un documento en “defensa de la estabilidad financiera”. Los jefes parlamentarios, tanto del oficialismo como de la oposición, ratificaron su “compromiso y voluntad por defender los intereses de todos los argentinos”. El documento llevaba la firma de casi todo el arco opositor, con obvia excepción del kirchnerismo, que ni siquiera fue convocado a la reunión. Fue rubricado por la gran mayoría de los jefes parlamentarios, desde Miguel Ángel Pichetto, Adolfo Rodríguez Saá y Juan Carlos Romero hasta Magdalena Solari Quintana y Guillermo Pereyra. “El sistema político democrático argentino está comprometido con la defensa de la estabilidad financiera, sobre la base del crecimiento económico, el mantenimiento y la generación de fuentes de trabajo y la defensa de la producción nacional”, aseguraron. Y en su segundo y último párrafo concluyeron que como “muestra de ello y conscientes de que los procesos de inestabilidad financiera terminan perjudicando, sobre todo, a los que menos tienen”, y “como demostración de responsabilidad institucional”, se reunieron con Macri para manifestar el “compromiso y voluntad por defender los intereses de todos los argentinos”.
Sin embargo, mientras el oficialismo busca repartir las culpas del doloroso recorte fiscal, en la oposición comienza a despejarse un escenario en el que es posible arrebatarle la reelección a Mauricio Macri. Algunos incluso ya se imaginan un escenario despejado para el presidente que venga, como sostuvo uno de los senadores que estuvo en la Rosada: “Hay que encontrar el equilibrio de las finanzas para transitar estos dos años con tranquilidad y sin ningún sobresalto para poder prepararnos para el próximo mandato presidencial, toque al que le toque”.