“Tengo que dar el ejemplo, presido la Junta de Ética”, se apura a definir el abogado Jorge Garayalde, titular de esa sensible área de la Legislatura de la Ciudad, mientras ordena los expedientes de futuros nombramientos en diferentes organismos porteños. En la junta que preside se dirime la suerte de los macristas Martín Ocampo (propuesto para la Fiscalía General) y Yael Bendel (para la Asesoría Tutelar), o la del peronista Alejandro Amor y el radical Claudio Presman, impulsados, entre otros, para presidir la Defensoría del Pueblo de la Ciudad. También pasan por su oficina denuncias, pedidos de juicios políticos, designaciones en los organismos de control. El proceso de legitimación de los cargos comenzará el 7 de noviembre y terminará el 29, con una audiencia pública. Finalmente, los diputados porteños serán los que definan, con su voto, los nombramientos en el recinto legislativo.
Por estas horas, Garayalde tiene en su poder el expediente del economista Rogelio Frigerio, que presidirá el Banco Ciudad en reemplazo de Federico Sturzenegger (va al Congreso como diputado nacional), el del futuro director (o directora) del Ente Regulador y una denuncia contra Juan Cabandié por abuso de autoridad. Se la hizo la ONG Ciudadanos Libres después del episodio del “correctivo”.
“Lo más difícil de mi cargo es la ecuanimidad –admite Garayalde–. Y si he permanecido en este puesto, en el que me siento orgulloso, es porque siempre he tratado a todos con la misma vara. La ética tiene que ver con aplicar las mismas reglas para todo el mundo.”
–Es decir que lo suyo sería algo semejante a un sacerdocio.
–Estoy muy lejos de ser un sacerdote y… también depende de qué sacerdote.
–Tiene razón. Un buen sacerdote.
–Exacto, sí, tiene que ver con la tarea de un buen sacerdote. Estoy lejos de eso, te decía. Pero, de todos modos, siento la presión de tener que dar el ejemplo. Hago un gran esfuerzo en el tratamiento objetivo de los casos; no me involucro en los conflictos internos ni en las discusiones que se dan en la Legislatura. Si me toca ir a un programa de televisión, puedo hablar de los trapitos pero no de los juicios políticos o de las denuncias que pasan por la Junta. Entiendo mi deber de ese modo.
–Y si, por ejemplo, pasa un semáforo en rojo, ¿le pesa más por presidir la Junta de Ética? ¿Qué cree que hubiera hecho si le pasara lo de Cabandié?
–Hubiera entregado el auto de inmediato, sin chistar. Sí, totalmente, siento la presión subjetiva de mi cargo y no me permito insultar en la calle, prepotear o pasar un semáforo en rojo. Sigo el ejemplo de mi papá.
–¿Su papá también era abogado?
–No, mi papá no terminó ni séptimo grado. Tenía un kiosco. Recuerdo cuando terminé el secundario, en quinto año, no me llevé ninguna materia. Entonces, todos me felicitaron. Mi papá, en cambio, me dijo: “Cumpliste con tu deber”. Es decir, él no consideraba que yo hubiera hecho algo extraordinario sino que, simplemente, había cumplido con lo que se esperaba de mí. Bueno, ahora con este cargo hago lo que se espera de mí. Tengo una excelente relación con el kirchnerismo, por ejemplo. Un muy buen trato. Y el otro día me encontré con Graciela Ocaña, en el marco de la campaña, y caminamos juntos dos cuadras, hablando con los vecinos. Es lo que corresponde. Luego, los vecinos elegirán al candidato que mejor los represente. Eso es la democracia.
–¿Macri puede ser presidente sin haber ganado la provincia de Buenos Aires?
–Sí, ¿por qué no? Con ese criterio, si solo fuera importante ganar la Provincia, De Narváez ya habría sido presidente y, sin embargo, mirá. Faltan dos años y a Sergio Massa le va a costar mucho mantener unido un grupo tan heterogéneo. Integrantes que, hasta hace dos meses, muchos de ellos eran kirchneristas. Mauricio es el único candidato que tiene algo nuevo para ofrecer como presidente.
–¿Por qué cree que a Massa lo votaron tanto?
–A Massa, hasta hace poco, no lo conocía nadie. Tampoco hizo una revolución en el Tigre. Continuó la obra de Ubieto, ayudado por el dinero que la Nación les giró directamente a los municipios. La gente no votó a Massa: votó una opción anti-K y allí estaba Massa, que además es peronista. El punto es cómo va a hacer para mantener la iniciativa de aquí a 2015.
–¿Qué pensó cuando Massa criticó a Macri por hablar de 2015?
–Que no tenía nada que ver con nada. Mauricio dijo lo que tiene pensado hacer para que a todo el mundo le quede claro: esa definición era necesaria. Fue una crítica inconsistente.
–Pro hizo una buena elección en Capital, pero no fue descollante. Quedaron a muy poquito de Unen. ¿Por qué?
–Por gestión merecíamos haber ganado por el 70 por ciento. No hay ningún otro candidato a presidente para 2015 que pueda mostrar, ni por asomo, una gestión como la de la Ciudad.
–¿Y qué falló, según usted?
–Tenemos al Gobierno nacional en contra, poniendo palos en la rueda de manera permanente. No nos aprueban los créditos internacionales, no nos pasan el dinero de la Federal para la Metropolitana…
–Hablando de eso. Expertos en narcotráfico aseguran que la municipalización de la policía es justo lo contrario a lo que habría que hacer para atacar con eficacia las redes narco que, desmembradas en Colombia y México, ahora se están instalando en el sur de América latina.
–No las veo como iniciativas excluyentes. El desmembramiento de las redes en Colombia y México es algo que viene sucediendo desde hace diez años. La droga es un tema federal y habría que constituir un organismo federal, como es la DEA en Estados Unidos, para combatirlo.
–¿Michetti o Vidal?
–A María Eugenia la conozco mucho más porque trabajé con ella. Es superinteligente y tiene un gran futuro en la provincia de Buenos Aires. Gabriela, por su parte, tiene un enorme carisma entre los porteños. La gente la adora. Así que, para 2015, hay equipo.