La clase política baja cada vez más la puntería. Es cierto que una declaración ingeniosa sube los puntos, que una chicana colocada a tiempo puede aflojar las tensiones y que un chiste puede abrir las puertas a los acuerdos, pero el agravio nunca suma, siempre resta.
El diputado radical Ricardo Gil Lavedra sostuvo que su partido “votó en disidencia respecto del articulado” de la ley de reforma de la Comisión Nacional de Valores (CNV). En esa ocasión, la diputada de la Coalición Cívica Elisa Carrió, criticó a Alfonso Prat Gay y a Gil Lavedra, por haber acompañado al gobierno en la reforma de la CNV. “A ellos los violaron. Yo puedo tener muchos defectos, pero a mí el Frente para la Victoria no me violó jamás”, sostuvo la polémica legisladora chaqueña.
Gil Lavedra le contestó como una vedetonga. Flojo de boca, pero aún más flojo caballerosidad, el legislador radical le respondió que “si a nosotros nos violó el oficialismo, a ella la violaron dormida porque estaba en su casa y no fue a la sesión de ese día”.
El martes, Gil Lavedra había manifestado, poniendo el dedo en la llaga: “lo digo con todo cariño, Lilita tendría que asistir más a las sesiones”, aludiendo a la escasa predisposición de la blonda chaqueña a hacerse presente en el recinto legislativo.
Gil Lavedra acusó además a Carrió de ser “funcional al kirchnerismo” con sus críticas, interpretando que la jefa de la Coalición Cívica-ARI “es un severo obstáculo para la unidad de la oposición”.
Lo más jacarandoso es que Gil Lavedra se dejó ver en los últimos tiempos junto a Prat Gay, con quien está buscando un lugar en una alianza que reuniría al FAP, a Proyecto Sur, a la Coalición Cívica y a los radicales. Estos últimos son, precisamente, los que acusan a la chaqueña de ser un obstáculo para este proceso que culminará en octubre.
