“Creo que vamos a necesitar, y vamos a tener que abocarnos todos… Respetando… Yo les ofrecí la Plaza de Mayo para que vengan a protestar. El otro día estaban protestando. Pero vamos a tener que sacar alguna normativa de respeto a la convivencia ciudadana, porque no puede ser… (aplausos). No puede ser que diez personas te corten una calle, por más razones atendibles que tengan. No puede ser. Y que no pase nada.” Así se refirió Cristina Fernández de Kirchner, promediando su exposición de casi tres horas en la apertura del 132° período de sesiones ordinarias del Parlamento, pegando un expreso volantazo discursivo en lo que muchos –ajenos pero también propios– entienden como el abandono de aquellas banderas kirchneristas, de comienzos de ciclo, que pregonaban que a la protesta social se la tolera, en todo caso se la mantiene a raya, pero nunca se la reprime. Es que la propuesta de la primera mandataria, sin verbalizarlo, abre esa posibilidad. Pues bien, diez años después, como cantaban Los Rodríguez, mejor volver a empezar. Ahora son otros los tiempos que corren y que muestran –ostentan– la cara menos amable del Estado en tiempos de crisis: es otra la coyuntura política, otro el humor social.
En el mismo sentido que la Presidenta, aunque un tanto más enfático, se manifestó el secretario de Seguridad Sergio Berni, quien dijo apenas concluido el encuentro en el Congreso: “Vamos a impedir la irracionalidad de manifestantes que perjudican la libre circulación de ciudadanos. Vamos a trabajar para evitar el corte pero también tenemos que velar por la seguridad de todos los ciudadanos. En el último corte en Panamericana, los manifestantes arremetieron contra la gendarmería (NdR: Alude a la protesta realizada el jueves pasado, principalmente por partidos de izquierda, en reclamo de la absolución de un grupo de trabajadores petroleros de Las Heras, Santa Cruz, condenados a reclusión perpetua por la muerte del policía Jorge Sayago durante una pueblada el 6 de febrero de 2006). La orden es impedir el corte o desalojarlo”.
Y fue por más: “La sociedad está harta de estos reclamos. Son tres, cuatro, cinco personas que se creen que tienen más derecho que los demás. Hay lugares para reclamar, para hacer visible la protesta”. Además, por si quedaran dudas acerca del nuevo posicionamiento oficial respecto al tema, declaró: “El que hace un corte es un delincuente”. ¿Criminalización de la protesta social? Así las cosas, pareciera que, por lo pronto, con mucho trabajo legislativo mediante –si hay que reprimir, las circunstancias no lo permitan, que sea dentro de la legalidad–, nos orientamos en ese camino. Siempre que no nos conduzca a la vereda, porque, ya lo advirtió Cristina, no somos los Estados Unidos, donde no se cortan las calles para protestar.
Con el ascenso al grado de teniente general al jefe del Ejército, César Milani, en diciembre pasado, el kirchnerismo supo conseguir críticas bastante homogéneas. Se dijo entonces que el movimiento ya contaba con su propia ley de punto final a partir del “Milanigate”. Justo Milani, que está siendo investigado por crímenes de lesa humanidad durante la dictadura militar, ya que se lo presume involucrado en la desaparición del soldado Alberto Ledo, en junio de 1976. Los militantes de derechos humanos, con el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel a la cabeza, se alarmaron por la gravedad que suponía el nombramiento: un volantazo previo al que nos toca describir en estas líneas, más actuales. Hasta el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), cercano al oficialismo, rechazó la decisión. Pero en esta oportunidad, la intención de impulsar una ley antipiquetes, hacia dentro y fuera del kirchnerismo, causó odios, pero también amores.
Por empezar, en la UCR pusieron el grito en el cielo, criticando el doble discurso K. El presidente del bloque de diputados nacionales de dicho espacio, Mario Negri, declaró que la voluntad de Cristina habla de “una gran hipocresía” porque “el Gobierno ha financiado a Luis D’Elía y a Milagro Sala hasta el hartazgo. En Jujuy, hace una semana, los piquetes de la Túpac Amaru impedían no solo el paso de autos sino de personas a pie”. “Nadie está en desacuerdo con encontrar un nivel de relación aceptable para los reclamos en calles o rutas”, destacó Negri, y advirtió: “No es a nosotros a quienes debe convocar. El Gobierno fogoneó y aplaudió en los últimos años a dirigentes kirchneristas que ocupaban avenidas o rutas. Siempre es bueno que se den cuenta, sobre todo por el claro aumento de la tensión social que produce la crisis económica”. El senador Gerardo Morales, siempre duro con el kirchnerismo, coincidió con Negri.
Y mientras Julio Cobos, hoy diputado, ayer vicepresidente, relativizó el enojo (“Comparto la necesidad de regular las protestas callejeras para que todos puedan manifestarse sin afectar los derechos de los demás. Esto también incluye las manifestaciones que organizan agrupaciones oficialistas”), los radicales también se dieron tiempo para el sarcasmo: “Se ve que Cristina habla con Macri mucho más de lo que parece”. Es que el bloque Pro en pleno, al escuchar las palabras de la Presidenta respecto a la necesidad de, al menos, regular los cortes, aplaudió con entusiasmo, como festejando, rayando, casi, la reacción infantil, impulsiva. En ese contexto, todavía puede imaginarse la expresión de Luis D’Elía, un rostro desencajado, como un payaso sin sonrisa.
“Son bienvenidas las palabras de la Presidenta a favor de una mejor convivencia social, pero parece desentenderse de una de las causas más importantes de los cortes de calles: la propia actuación de su gobierno en estos temas, al menos hasta el día de hoy”, afirmó la senadora Gabriela Michetti (Pro), para quien la Casa Rosada “siempre defendió posturas que favorecían la toma de viviendas y espacios públicos, los cortes de calles y los piquetes”. Su compañera de bloque, Laura Alonso, señaló: “Las palabras de Cristina repiten lo que Mauricio y nosotros decimos hace tiempo: en una sociedad tienen que convivir todas las voces, y para eso hay que ordenarse”. Además, la exdirectora ejecutiva de Poder Ciudadano consideró que Cristina “tomó nota de los resultados de octubre, pero también de los saqueos de diciembre y de la protesta social que se viene”. Y Diego Santilli, senador nacional por Pro, aseveró, con optimismo, siempre con optimismo: “Evidentemente, la Presidenta se dio cuenta de que la apertura al diálogo no podía seguir postergada en la Argentina. Un adelanto de esto lo vivimos semanas atrás con el reconocimiento de la inflación real, y el sábado, el discurso de Cristina mostró que va en esa línea. Bienvenido sea porque la interacción entre los diferentes sectores políticos ayuda y mucho a solidificar la democracia y crecer como sociedad. Ojalá este sea el camino que se transite de ahora en más. Desde el Pro siempre reclamamos esta apertura y esperamos con ansias que se acentúe en los próximos tiempos. Es ni más ni menos que para poder mejorar la calidad de vida de todos los argentinos”.
“Ningún Código Penal que prohíba, prohíba y prohíba va a terminar con los motivos que dieron origen a la movilización. Lo mismo pasará con una ley, si es que la propuesta llega a encauzarse en el Congreso”, aseguró Fernando Sánchez, diputado nacional por Unen. “Quedó de manifiesto que Pro y los kirchneristas tienen más acuerdos de lo que se creía”, cuestionó Victoria Donda, diputada nacional por Libres del Sur. Y continuó: “Cuando vuelva la ola de calor, ¿la Presidenta y Macri les pedirán a los vecinos que protesten parados sobre las veredas por los innumerables cortes de luz?”, inquirió. Por su parte, Vilma Ripoll, de MST-Nueva Izquierda, también opinó: “La Presidenta no habló de la inflación ni de otros problemas que afectan a la gente. Pero sí de criminalizar la protesta y recortar el derecho de huelga para aplicarnos el ajuste”.
“Organicémonos como sociedad. Permitámonos protestar; hay derecho a la protesta. Todos tenemos derecho a protestar, pero tenemos que respetar también a los demás ciudadanos. Tenemos que lograrlo entre todas las fuerzas políticas, aunque pensemos en economía en las antípodas, aunque no estemos de acuerdo con YPF, aunque no estemos de acuerdo con nada. Por favor, en el respeto a los demás ciudadanos, pongámonos de acuerdo de una buena vez por todas. Es lo único que les pido. No les pido otra cosa”, cerró –o abrió– el tema Cristina. En días en que varios grupos piqueteros anuncian movilizaciones para las próximas semanas –al cierre de esta edición, los trabajadores de ATE cortaban avenida General Paz y Constituyentes, y cooperativistas del programa Argentina Trabaja bloquearon el paso en 9 de Julio y Avenida de Mayo, entre otras calles y avenidas, durante la semana–, todo hace pensar que el panorama se va a complicar. ¿El resto? La oposición, la inflación y la devaluación de enero hacen su juego. ¿Es la política o es la economía?
No, son las dos juntas, estúpido.