La abogada María Inés Gorbea, especializada en derecho administrativo y seguridad social, es una de las “chicas” –políticamente hablando, claro– de Martín Lousteau en la lista de candidatos a legisladores de Unen. Conoció al economista en la función pública, cuando Lousteau era ministro de Economía, aunque luego el vínculo profesional continuó, en los años que siguieron, en la consultoría privada. Las elecciones de octubre marcarán su debut en la carrera política, porque esta técnica –en ese perfil se encuadra– de 38 años y madre de dos chicos es una extrapartidaria en el espacio de Pino y Carrió. “Igual que Lousteau”, se apurará a aclarar, para la entrevista de contratapa de Noticias Urbanas. A la hora de elegir a un político admirado, sin embargo, seleccionará a Raúl Alfonsín. Toda una definición.
La tarde que charlamos está dominada por el escándalo derivado del video de Juan Cabandié, en el que se lo puede ver maltratando a una agente de tránsito que quería multarlo por circular sin los papeles correspondientes. “Se hicieron viejos muy jóvenes estos muchachos; tienen todos los vicios de la vieja política”, dirá Gorbea. Sin embargo, asegura que los errores del camporista, directo competidor de Unen por perfil ideológico, no harán mella en el resultado electoral (en esto, podríamos decir que coincide con Daniel Filmus). “Vamos a ganar las elecciones más allá de los errores de Cabandié”, sostiene, al modo de los políticos experimentados.
–¿Por qué Martín Lousteau logró convertirse en una figura en esta elección?
–Porque es brillante.
–Seguramente debe de haber mucha gente brillante que, sin embargo, no logra construirse como un candidato potable. ¿Dónde radicaría su valor agregado, digamos?
–Quiero decir que, académicamente, tiene un gran nivel intelectual y que sabe comunicar temas muy difíciles de comprender, muy técnicos, vinculados con la marcha de la economía. Hace empatía rápidamente con la gente, y todo eso lo fue instalando y construyendo.
–¿Cómo se le ocurrió a usted meterse en política?
–Martín me lo ofreció, y yo tengo vocación política. Hay gente que vive quejándose, que quiere que las cosas cambien, pero no hace nada para que eso suceda. Pero no te hablo de grandes cosas, digamos en la escuela de tus chicos: ves papás que se quejan y se quejan pero nunca se involucran. Bueno, yo soy de las que participan. Es la única manera de modificar la realidad.
–¿Qué puede ofrecer Unen?
–Una refundación del Estado en torno a valores. Nos hemos acostumbrado, como si fuera natural, a que alguien se haga rico de la noche a la mañana. Y que en las crisis, otros se hagan pobres de la noche a la mañana. Eso nos hizo perder el valor del mérito, del trabajo que requiere conseguir cosas. Y produce, también, que miremos con sospecha a quienes logran cosas importantes en la vida. Lamentablemente, que te vaya bien en la Argentina no siempre va de la mano de la ética. Hay que volver a la meritocracia.
–¿Qué es Unen, el republicanismo de Carrió o el chavismo de Vicky Donda y Pino? ¿No hay allí un importante conflicto ideológico?
–Nos han preguntado mucho sobre nuestras diferencias, pero yo, francamente, prefiero hacer foco en aquellos valores que nos unen: somos un grupo de gente honesta con valores comunes. Las diferencias nos nutren.
–A Unen le han cuestionado la contradicción que supone tener al nosiglismo en el espacio y, a la vez, querer luchar contra la corrupción.
–Bueno, el hijo no es el padre. Y por lo demás, al Coti Nosiglia no se lo ha procesado por ninguna causa, que yo sepa. Yo era muy chica durante el alfonsinismo, aunque, por supuesto, conozco la historia. Como fuere, yo no soy mis padres y a la gente no hay que juzgarla por sus familiares. En el imaginario colectivo puede haber quedado una imagen que, tal vez, no se corresponda con la realidad.
–Otra creencia popular con bastante evidencia, al menos en los últimos treinta años, es que este país solo puede ser gobernado por el peronismo.
–No debemos resignarnos. Tenemos que probar y desafiar esa idea, a ver si es así. Probemos, si no lo hacemos, jamás nos enteraremos si es verdad o no. Es cierto que las experiencias del alfonsismo y de la Alianza van en ese sentido, pero las cosas pueden cambiar. Y en eso estamos. Es increíble que se hable de nueva política con jóvenes que se hicieron viejos muy rápido, que han tomado lo peor de la vieja política: la soberbia, el abuso de poder, el creer que porque tenés un cargo estás más allá o más arriba que los demás. O que podés apropiarte de recursos. Son ideas muy viejas.
–¿Hay alguna mujer política en la actualidad de la que quiera copiar algo?
–La verdad que no.
–¿Para qué sirve ser un político experimentado?
–Para evaluar qué batallas son necesarias dar y cuáles no valen la pena. Es importante tener experiencia para detectar esos matices.
–¿Qué le inspira tener una presidenta mujer?
–Por el hecho de ser mujer, nada en especial. Si allí hubiera un hombre sería más o menos lo mismo. El peronismo siempre ha sido verticalista, y ella también lo es. Sigue los parámetros.
–¿Qué es lo que más le gusta de ser mujer?
–Poder hacer muchas cosas al mismo tiempo. Es una característica muy femenina.
Una cara nueva en la política
• Edad. 38 años.
• Estado civil. Casada, hace 11 años, con el publicista Jorge D’Odorico.
• Profesión. Abogada, especializada en derecho administrativo y seguridad social.
• Hijos. Dos: Ema, de 9, y Santiago, de 6.
• ¿Auto o bicicleta? Auto.
• Marca. Peugeot.
• Signo. Piscis.
• Barrio porteño preferido. Belgrano.
• Esquina porteña preferida. Mendoza y Obligado.
• Restaurante porteño. La Cabrera y La Dorita.
• Perfume: Blue, de Polo.
• Figura histórica. Raúl Alfonsín.
• Un libro. El amor en los tiempos del cólera.
• Una película. Cinema Paradiso.