Hacia una crónica de lo berreta
“Para muchos la realidad empieza a parecerse a una pesadilla. Con la diferencia de que, a esta, no hay despertador que la borre”.
Las realidades, de manera permanente bombardean con datos infinitos, contradictorios, incomprobables, irrefutables, reales, ficticios, desordenados, documentados. Los comunicadores intentan barajarlos, ordenarlos, potenciarlos, negarlos… o todo lo contrario. Algunos alcanzan a preguntarse si se trata de hechos reales o si asisten a ficciones. La mayoría avanza en medio del caos, reproduciendo lo que reciben, que siempre, está cargado de los valores impuestos por el sistema en el que se asienta el mundo, regido por los intereses de los sectores más poderosos de la economía.
Es una tarde de sábado y el cronista tiene todos los materiales necesarios para armar una nota sobre las políticas de memoria, verdad y justicia en la Argentina actual y el estado de los juicios de lesa humanidad. Sin embargo, ya en la mañana de domingo, el mismo personaje siente que las pantallas digitales se llenan de un contenido escabroso, penoso, difícil de digerir.
Contaba con datos de diferentes fuentes y, en especial, con el informe “Memoria Cancelada”, del Centro de Estudios Legales y Sociales y la alianza de organizaciones de derechos humanos argentinas “Memoria Abierta” para redactar aquel trabajo relacionado, en definitiva, con el respeto a los derechos humanos en su país. Los baldazos de la repugnancia lo sacaron de esa caja.
Casi sin percibirlo, minuto a minuto, sus carpetas digitales se habían llenado de datos. Pobreza e indigencia sin parangón, desocupación, recortes a las universidades, que quedaron en estado catatónico, aumento del 37% en las tarifas de colectivos en Capital y Gran Buenos Aires, la demanda de productos en general, que se derrumba entre el 30 y el 40% y cada mes más personas consumen menos pan, leche y carne… y, según UNICEF, un millón de chicas y chicos se van a la cama sin cenar.
En ese escenario, durante largas semanas, todo el espacio comunicacional fue ocupado por la desaparición de un nene de 5 años, con siete personas detenidas, una causa con carátula de “sustracción y ocultamiento de un menor” y, sobre todo, por la falta absoluta de precisiones.
Para muchos la realidad empezaba a parecerse a una pesadilla. Con la diferencia de que, a esta, no hay despertador que la borre.
El insigne Yeneral González
Una noche de 1968, frente al mapa de operaciones apoyado en la mesa, discute un Estado Mayor de celuloide. Uno de sus miembros es “el Yeneral González”, encarnado en un Alberto Olmedo que no habla una palabra de ese inglés con el que se expresan los mandos estadounidenses que luchan en Vietnam y se contradicen acaloradamente sobre una maniobra bélica. Casi un antecesor del Dictador de Costa Pobre, otro de los personajes de Operación JaJa.
Cada día del 2024, se suceden escenas que se parecen a los “sketch” de aquella creación de los hermanos Sofovich, pero que, en lugar de carcajadas, generan preocupaciones, dolores, indignaciones y angustias.
Los eslabones de la cadena del dislate son infinitos:
– Al investigar una base de seguimiento satelital no se puede detectar si hay militares chinos porque los chinos “son todos iguales”.
– Se echa del gobierno a un funcionario porque reclama que Messi pida perdón a los franceses por cantos racistas en un vestuario Campeón de América, al tiempo que la vicepresidenta de esa misma administración expresa que “ningún país colonialista nos va a amedrentar por una canción de cancha” y, al instante, “la Jefe” presidencial de la comarca corre a la embajada olímpica de los galos a pedir perdón. Debajo de esa espuma, se van clausurando todos los organismos de protección ante la discriminación.
– Se trata a los ocupantes de las Malvinas Argentinas como locatarios del territorio y alguien manifiesta que siente admiración por la criminal de guerra inglesa que ordenó el hundimiento de un crucero en el que murieron 323 soldados.
– Millones de personas pasan hambre y frío y las y los funcionarios retienen alimentos, y secuestran las frazadas que podrían ayudar, un poco nada más, a quienes viven en situación de calle, que cada vez son más porque es imposible pagar lo que cuesta una covacha, una cama de la miseria.
– Los hospitales se quedan sin insumos y los viejos sin remedios y, sin embargo, todo es “falso”, porque “si la gente no llegara a fin de mes, se estaría muriendo en la calle”, y no es así.
Imágenes
De manera casi inevitable, la imagen positiva del mandatario de aquel lugar inicia su descenso y llega a rozar la peligrosa barrera de los 40 puntos. Entonces, estalla la noticia que frena la caída: la filtración de imágenes de un ojo femenino en compota y de moretones en uno de los brazos de la misma dama. Fue el momento de la atrocidad, la indignación, la impotencia. Maniobra o no del espionaje, lo cierto es que las fotos y los videos, se difunden y, es sabido: si hay que explicar una “verdad”, esa verdad empieza a dejar de serlo.
Aun cuando se respete la “presunción de inocencia” del acusado hasta que se demuestre lo contrario, la situación es de terror, sus confesiones periodísticas son horribles, las decisiones tomadas en esos momentos específicos de su vida privada son impropias de un exjefe de Gobierno. El aparato judicial filtró las imágenes que impactan sobre la sociedad y seguirán haciéndolo durante meses, como lo hicieron aquellas de la “fiesta” presidencial, cuando las reuniones para el común de las familias estaban prohibidas, por la excelente medida de imponer una cuarentena que ayudó a ralentar la propagación de un virus contra el que no había vacuna alguna.
El golpe ya fue dado. Y no se limita a condenar a la persona a la que se responsabiliza de hechos aberrantes, además dan de lleno en el rostro del espacio partidario y social que hasta el momento tuvo más compromiso con los sectores más humildes del país, lo hayan votado o no.
El cronista recorre los baldazos de porquerías que se acumulan en sus archivos, ordena los materiales para volver, más tarde, sobre aquella “Memoria Cancelada”, mientras ahora, se dedica a sacudir todas las barbaridades de un tiempo que, de la mano de Spinetta, inevitablemente, mañana será mejor.
Carlos A. Villalba, agosto 2024