Desplazados de la avenida Avellaneda, en Flores, y de la avenida Rivadavia, en Caballito, parte de los manteros desembarcaron en La Plata y la transformaron en “capital provincial de la venta informal”. De hecho, en un predio ferial organizado por el Gobierno porteño en Once, sólo hay 204 puestos ocupados del total de 252. Cifras de las cámaras empresarias locales estiman que en los últimos tres meses aumentó un 20% el número de vendedores callejeros. Y se duplicó en el último año y medio. Los días hábiles habría más de 600 puestos de relojes, bijouterie, ropa, frutas, verduras y aparatos electrónicos importados de gama baja.
El fenómeno está a simple vista: la informalidad comercial se observa en las calles del centro o microcentro, pero también se ven stands y exhibidores improvisados en plazas, parques, frente a los edificios públicos (La Plata tiene más de 200) y en las calles principales: avenidas 7; 13; diagonal 80; diagonal 79. “Este año también tenemos denuncias de asociados de City Bell, Villa Elisa y Los Hornos”, reconoció el vicepresidente de la Federación Empresaria de La Plata (FELP), Alejandro Frangi.
La capital provincial tiene registrados 17.890 locales habilitados. Eso contempla desde un kiosco de tres metros de frente hasta un centro de venta de electrodomésticos que ocupa media manzana.
“La caída en las ventas se nota especialmente en los rubros que maneja el sector no formal: indumentaria, juguetería, artículos importados, algo de comestibles y hasta ferretería”, enumeran en la Cámara de Comercio platense.
De acuerdo con un relevamiento de la CAME, La Plata ocupa el quinto lugar entre las ciudades con mayor presencia de informalidad en el comercio minorista. Sólo es superada, en la provincia, por Lomas de Zamora y La Matanza.