Herido por la derrota, Larreta avanza en la implementación del “Plan B”  

Herido por la derrota, Larreta avanza en la implementación del “Plan B”  

El jefe de Gobierno tiene por delante un triple desafío de cara a su carrera política.


El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta no esperaba perder las PASO contra Patricia Bullrich, pero con los hechos consumados, ahora enfrenta un triple desafío con proyección a largo plazo.

El presente de Larreta es desafiante, con tres cuestiones a las que le tiene que poner atención de ahora en más. En primer lugar está la gestión. El jefe de Gobierno debe transitar sus últimos cuatro meses en el despacho de la Jefatura de la calle Uspallata a la que llegó hace ocho años.

Dejar un lugar después de tanto tiempo no es tarea fácil. Y el deseo es que ese proceso sea sin sobresaltos después de un año de golpes, como lo fue, por ejemplo, tener que afrontar la salida de su ministro de Seguridad, Marcelo D’Alessandro, después del escándalo de la filtración de sus supuestos chats con integrantes del Poder Judicial.

El segundo desafío tiene que ver con lo partidario y es su lugar en Juntos por el Cambio (JxC). En ese aspecto hay una cuestión que según allegados al jefe de Gobierno, tiene que empezar a definirse una vez que quede digerido el resultado del domingo, y es el rol que tomará de cara a la campaña rumbo a las generales.

Durante toda la campaña dijo, a pesar de la dura confrontación que hubo con Bullrich, que la unidad no corría riesgo y que al final del camino iban a estar juntos. Pero pasó mucha agua bajo el puente y eso torna difuso pensar cuál va a ser su lugar de cara a octubre y la intensidad de sus movimientos políticos en caso de formalizar el apoyo a la candidata.

“Se tiene que sentar a negociar con Patricia y definir dónde va a estar”, es lo que responden desde el larretismo. Sin embargo, todavía no hay ninguna reunión programada entre ambos.

Lo que ocurra en el plano interno de Juntos por el Cambio (JxC) será desafiante después de meses de confrontación. ¿Se buscará una recomposición de la relación y la confianza que en algún momento preelectoral hubo entre Larreta, Bullrich y Mauricio Macri?. Los enojos en la vereda ganadora están presentes y el propio expresidente e impulsor de la candidatura de la exministra de Seguridad estuvieron presentes incluso el propio domingo en plena veda.

Y su tercer desafío es trabajar por el lugar que ocupará después del 10 de diciembre. Es que después de los resultados del domingo el nombre de Larreta no está impreso en ninguna boleta. No es candidato a nada, lo que significa que no ocupará ningún cargo ejecutivo o legislativo por voluntad popular.

Donde más segura está la prevalencia del Pro es en la Ciudad de Buenos Aires, donde es posible que Jorge Macri sea jefe de Gobierno desde diciembre. Pero pasó muy poco tiempo de la derrota del domingo y en el larretismo aún no piensan en esa posibilidad.

Las primeras 48 horas fueron y están utilizándose para digerir la derrota. La crisis que generó fue de tal magnitud que algunos la definen como una “piña inesperada” que obligó a replantear el esquema.

En su última aparición pública, Larreta compartió escenario con Bullrich, con su compañero de fórmula Gerardo Morales, con el candidato a vicepresidente Luis Petri y con Mauricio Macri. Ahí felicitó a la ganadora de la interna y dijo que “desde mañana mismo vamos a estar trabajando con Patricia y con Luis juntos, vamos a estar juntos, siempre juntos”, mientras en los silencios la militancia exultante no paraba de cantar “Patricia presidente”.

Los dos días que siguieron a ese episodio, Larreta los transitó en el más estricto perfil bajo. Una de las primeras cosas que hizo fue conversar con sus funcionarios más cercanos. Hubo intercambios, entre otros, con su jefe de Gabinete, Felipe Miguel, con su secretario general y de Relaciones Internacionales, Fernando Straface, y con el secretario de comunicación porteño y jefe de campaña, Federico Di Benedetto.

Después de esos primeros contactos, “se pasó el día agradeciendo” a otros funcionarios y dirigentes cercanos y a los equipos de campaña. Eso continuará unos días más en función de la fuerte maquinaria que lo empujó y que dejó de rodar el domingo, a partir de quedar 1,3 millones de votos por debajo de Bullrich.

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