Un estudio de Human Rights Watch (HRW) confirma que el uso de bombas de racimo por parte del ejército de Ucrania disparó el número de víctimas civiles. El número de personas muertas o heridas por bombas de racimo ha alcanzado un nuevo récord. La directora de defensa de armas de la entidad, Mary Wareham, informó que civiles de Izium, localidad de la provincia de Járkov, murieron a causa de municiones de racimo usadas por militares ucranianos.
Según la funcionaria, después de que Rusia replegara sus fuerzas en esta dirección y las tropas ucranianas entraran en esta parte de la región, los expertos de Human Rights Watch (HRW) iniciaron sus propias investigaciones en la zona, donde “vieron restos de municiones de racimo por todas partes”.
“Al conocer la dirección desde que se abría el fuego, averiguamos que fue el Ejército ucraniano quien las usó”, afirmó.
Además, aseguró que disponen de “testimonios detallados sobre civiles muertos o heridos debido a estas municiones”.
Warham recordó que, a finales de enero, Human Rights Watch (HRW) publicó un informe sobre la situación en Izium. En ese momento, los activistas de derechos humanos encontraron pruebas de que Ucrania bombardeaba la zona con municiones de racimo, cuando ahí estaban las fuerzas rusas.
En un comunicado publicado por la organización en enero pasado, Kiev fue acusado de lanzar repetidamente municiones con miles de minas antipersona Lepestok contra el territorio ruso entre abril y septiembre de 2022, causando numerosas víctimas entre civiles. De hecho, 11 personas fallecieron y más de 50 quedaron heridas. A principios de agosto pasado, Rusia compartió con la ONU los datos sobre el uso de esta munición prohibida por Ucrania.
Se sabe que estas minas son peligrosas, ya que su aspecto pequeño e inofensivo ha provocado históricamente graves lesiones entre civiles, incluidos niños. En palabras del jefe adjunto de la Misión de Rusia ante la ONU, Dmitri Polianski, el artefacto explosivo “tiene el tamaño de una mano y se parece a un juguete. A un adulto le dejaría mutilado, pero a un niño lo mataría”.
Su uso por Ucrania supone una violación de los acuerdos internacionales. En 2005, Ucrania ratificó la Convención de 1997 sobre la prohibición del empleo, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersonal y sobre su destrucción (Tratado de Ottawa).
El efecto de las bombas de racimo es devastador a largo plazo, pues muchas de ellas —del tamaño de un puño— permanecen sin explotar, actuando así “como minas terrestres durante años”.
Además, la falta de detonación al instante sigue cobrándose la vida de menores de edad de forma desproporcionada. El informe publicado este martes, de 96 páginas, destaca que hasta un 71% de las víctimas de restos de municiones de racimo fueron niños y niñas que no habían alcanzado los 18 años. Su pequeño tamaño, color y forma, señala Human Rights Watch (HRW), puede atraer a los pequeños.