Pasadas las 11, con previo diálogo con la prensa, que habia montado una fuerte guardia periodística en la puerta del edificio de Puerto Madero que habita, el vicepresidente Amado Boudou hizo su ingreso a Comodoro Py. En el tercer piso lo esperaba el juez Ariel Lijo.
Su llegada estuvo signada por la antinomia y las negativas. Dado que al llegar, unos 250 militantes oficialistas lo esperaban en un claro pero escaso gesto de apoyo. Mientras que, en ese momento, Boudou se enteraba que el juez Lijo no permitiría que la cámara perteneciente al Senado de la Nación sea utilizada para documentar su declaración.
El dato de color se sucedió mientras esperaba el ascensor, momento en el cual un grupo de personas se le acercó para increparlo, al grito de “ladrón, ladrón”.
Lo cierto es que el vicepresidente de la Nación lleva más de 6 horas de declaración, frente a un magistrado que se encuentra hostigado tanto por el Gobierno Nacional como por el Grupo Clarín, que este fin de semana publicó una encuesta en la que se afirmaba que el 42,5 por ciento de la gente quiere que Boudou deje el cargo.
En tanto que mientras su declaración transcurre, la Sala I de la Cámara Federal consideró válidas las declaraciones de Guillermo Reinwick y Nicolás Ciccone, lo que implica un nuevo revés para el número dos de Cristina Kirchner.
Por otro lado, desde el Pro pidieron este lunes que la Cámara de Diputados inicie el juicio político a Boudou.
