En Juntos por el Cambio (JxC) nadie niega que esta es la peor interna que tuvieron en un armado electoral desde que existen como coalición, en 2015.
Esa situación es más compleja en la provincia de Buenos Aires, pero también alcanza a la Ciudad. En territorio bonaerense, Rodríguez Larreta y Bullrich resolvieron competir en la PASO del 13 de agosto cada uno con su propio candidato. El jefe de Gobierno porteño será representado por Diego Santilli. La exministra de Seguridad deberá definirse por uno de sus cuatro aspirantes: Néstor Grindetti, Javier Iguacel, Joaquín De La Torre y Cristian Ritondo. Es una decisión que el bullrichismo tiene previsto que no pase de la semana que viene.
Ese esquema político dividió aguas en Juntos por el Cambio (JxC). El radicalismo, la Coalición Cívica (CC) y el Encuentro Republicano de Miguel Ángel Pichetto están concertados para reclamar que haya listas de unidad en lo legislativo.
Entienden que la unidad les garantiza sostener los legisladores que cada partido pone en juego. Además, asumen que es el modo de robustecer un bloque legislativo. La oposición conoce que el próximo Presidente asumirá en un escenario de debilidad parlamentaria. Eso obligará un complejo juego de búsqueda de consenso. En caso contrario, la Casa Rosada puede caer una virtual parálisis decisional: sin respaldo del Congreso, será imposible avanzar con buena parte de las medidas que pretendan implementar.
Los intendentes preocupados
Quienes estallaron tras conocer la decisión de Larreta y Bullrich sobre ir a una PASO a gobernador en provincia fueron los intendentes bonaerenses opositores. El Pro cuentan con 22 jefes comunales, mientras que la UCR tiene 32. La provincia se divide en 135 municipios y, además, en ocho secciones electorales que son las que eligen a los legisladores para la Legislatura bonaerense. Cada uno de esos distritos supone un cierre de listas en particular.
En relación con el Pro, la mayoría de los intendentes y territoriales del partido amarillo reclamaban el esquema de la “Y”: ir con un candidato a gobernador de unidad y que todos los candidatos a intendentes se acoplen a esa boleta bonaerense. Los jefes comunales tienen un consenso en torno a que esa táctica facilita, a su vez, el armado de las listas seccionales.
Las Legislaturas bonaerense y porteña en el foco de la disputa
La Legislatura bonaerense es bicameral y este año cuatro secciones electorales eligen diputados provinciales, mientras que las otras cuatro elegirán senadores. En total, Juntos por el Cambio (JxC) pone en juego 19 escaños de la Cámara Baja y 10 senadores. Por su parte, en la Legislatura porteña, la coalición deberá renovar 17 bancas de las 30 que se elegirán en las elecciones del 22 de octubre.
La división del Pro es lo que traba los armados legislativas. Cada legislador que consigue una fuerza política supone un lugar más de representación, recursos y estructura parlamentaria. Es decir, la discusión por el armado de las listas no es otra cosa que disputa por espacios de poder. Tanto el bullrichismo como el larretismo aseguran que armarán cada uno su propia lista legislativa para las PASO.
Si se consolida la interna, la coalición deberá negociar un reglamento en donde se acordarán cómo se fusionarán las boletas después de las primarias. El gran escollo en ese punto es que las fuerzas políticas acuerdan un piso mínimo de representación: es decir, para entrar en el reparto de lugares en la lista final para las elecciones generales de octubre, cada lista debe superar un umbral mínimo de votos. Es un requisito que perjudica a los partidos minoritarios.