El debut de la interna kirchnerista más importante en sus doce años de proyecto político ya comenzó tener chispazos. Después de la resistencia de los tres, Julián Domínguez, Fernando Espinoza y Aníbal Fernández, a deponer su candidatura a la gobernación, y de las frenéticas negociaciones entre los primeros dos para aliarse, ayer fue el puntapié inicial de la tensión entre los dos sectores.
El vozarrón del jefe de Gabinete sembró la discordia en la mañana temprano, acusando al tandem Domínguez-Espinoza de presionar a los intendentes para que “escondan” su boleta. “Es una deslealtad, es una actitud canallesca a la que quieren llevar a los intendentes, que todos se han manifestado en contra. Pareciera entonces que exhibir la posibilidad de estar con ellos fuera un gesto canallesco de sacarnos la boleta de los cuartos oscuros para que la gente no pueda votar. Es la primera vez que lo escucho y que se ufanen de una cosa de semejante característica”, disparó ayer Fernández en la puerta de la Casa Rosada.
Fuentes del entorno del presidente de la Cámara de Diputados informaron a Noticias Urbanas que Domínguez acusó recibo pero que la orden impartida es “ignorar y, por ahora, no responder” las graves acusaciones, que llamaron la atención de varias vertientes del Frente para la Victoria.
Además, los equipos de campaña de Domínguez y de Espinoza –que ya comienzan a trabajar en conjunto- ultiman por estas horas los detalles del acto de lanzamiento de la fórmula, que tendrá lugar este sábado a las 17 en el Club Porteño (el mismo sitio que elige siempre el diputado para las puesta en marcha de todas sus candidaturas), de la localidad bonaerense de Chacabuco, pueblo natal del diputado, del cual fue intendente. El viernes pasado, ambos anunciaron su acuerdo electoral en la matancera San Justo.
Pero los remezones por el ataque de Fernández se hicieron sentir. “A los intendentes no les gustó, no cayó bien porque además él es el jefe de Gabinete. Quiso demostrar su poder de presión, que lo puede usar para pedir que no difundan en algunos medios a Julián, o mandando a conocer encuestas poco creíbles”, dijeron desde el dominguismo.
Consultado por NU para saber si podía interpretar la jugada fuerte de Aníbal, un dirigente de La Cámpora con línea directa con la Rosada se sumó a la sorpresa: “No lo entiendo. No gusta en el peronismo ese tipo de acusaciones, nadie sabe por qué lo hizo”.
Lo cierto que es más allá de que varios quedaron atónitos, nadie deja de reconocer que Fernández puede haber reaccionado así a la andanada de artículos periodísticos en los que se reflejó el malestar de algunos intendentes por haber sumado al director del AFSCA, Martín Sabbatella, como vicegobernador.
Jefes comunales como Mariano West (Moreno), Hugo Curto (Tres de Febrero) y Alberto Descalzo (Ituzaingó) estaban que trinaban por la incorporación de Sabbatella, quien hace años no se cansa de intentar socavarles su poder en la zona oeste del conurbano bonaerense en donde Morón (gestionado por Nuevo Encuentro desde la década pasada) es influyente.
“Él dijo a algunos allegados que a Sabbatella se lo puso Cristina, pero pocos le creen”, dicen desde el Congreso las espadas de Domínguez. Nadie puede negar que la Presidenta no sea capaz de ello, especialmente en esta fase de pragmatismo brutal en la que bien podría haber querido sepultar las chances de su jefe de Gabinete pidiéndole aliarse con un objeto de desafecto de los barones kirchneristas.
Por ahora, la interna recién va tomando temperatura y promete ir in crescendo en los 40 días que restan de campaña hasta las PASO.