Francisco Sánchez se enteró de su salida de la Secretaría de Culto en la tarde del miércoles, de boca de sus hasta ayer superiores en la Cancillería. El rumor ya estaba instalado en los medios de comunicación, casi como una certeza surgida de las usinas habituales de Balcarce 50, de donde también salió el nombre de su reemplazante: el joven diputado provincial, Nahuel Sotelo, cercano al dúo que componen Karina Milei y el asesor todoterreno Santiago Caputo. Cerca de las seis de la tarde, y a modo de despedida, Sánchez tuvo su reunión de cierre con el asesor, en la Casa Rosada.
“Se va por temas personales y familiares”, repetían como un mantra funcionarios de la Cancillería que encabeza Diana Mondino, argumento que el propio Sánchez repitió este jueves en declaraciones a radio Mitre.
De todos modos, dentro del Palacio San Martín esgrimen dos razones agregadas: la áspera relación de Sánchez con muchos de sus interlocutores en la tarea que debía desarrollar, y la decisión política de incorporar a Sotelo, que como Sánchez representa a los sectores más conservadores de la Iglesia católica, aunque con “padrinos políticos” de mucho mayor peso en la estructura oficialista.
“Lo echaron, no se fue. Sánchez era un elefante en un bazar, esto dicho incluso de boca de quienes coincidían con él en términos ideológicos”, afirmaron y aseguraron que la línea diplomática de carrera que acompaña a Mondino “tampoco le tenía gran aprecio”, incluida la oficina que encabeza el embajador Ernesto Gáspari, la “caja” de la Cancillería.
Acostumbrado a ser un espacio sin ruido mediático-el dirigente peronista Guillermo Oliveri manejó ese lugar durante 16 años, sólo espaciados por los cuatro años de Cambiemos en el poder, también sin mayores sobresaltos-la secretaría de Culto fue protagonista de diversas controversias en los escasos siete meses que Sánchez llevó en el cargo.
La inicial polémica por sus comentarios agresivos contra el papa Francisco y el “sionismo internacional” le generaron al exdiputado por Neuquén una desconfianza congénita de los principales cultos a su llegada a la secretaría, a mediados de enero.
Su pedido de disculpas públicas al Papa-en línea con las instrucciones que llegaban desde la Casa Rosada-le permitieron iniciar su mandato, también complicado con la comunidad musulmana, que aún recuerda que, a 452 años de la batalla de Lepanto, Sánchez definió aquella lucha como “la gesta que salvó a la cristiandad y a Occidente de las hordas islámicas. Espero que el mundo encuentre rápidamente la paz”. Lo escribió el 7 de octubre, mismo día del feroz ataque del grupo terrorista Hamas contra el sur de Israel. “También nos atacó”, afirmaron entonces fuentes de la comunidad islámica en el país.
Ante las versiones de que su salida se debía a cierto enojo en la Cancillería por la cantidad de viajes que realizaba como secretario, Sánchez detalló: “No hice tantos viajes, en realidad los viajes que hice, la mayor parte, fueron invitaciones, así que no tuvieron un gasto para el Estado”, afirmó este jueves el ya ex secretario. Según fuentes diplomáticas, Sánchez y Sotelo compartieron incluso un viaje a Roma, donde se habrían entrevistado también con sectores conservadores de la Iglesia.
“Sotelo es civilizado y tiene más cintura política”, evaluó otra voz que conoce los entretelones de la salida de Sánchez. Leal a los preceptos libertarios, y con 29 años, Sotelo calificó días atrás de “basura” al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva y suele repetir en las redes sociales consignas contra la “casta izquierdista” en el periodismo. Encontrará un aliado en el joven Agustín Caulo, actual director nacional de Culto, que comparte la militancia anti-aborto desde el liderazgo del denominado Frente Joven.
En los pasillos de la Cancillería ven la salida de Sánchez (en su momento cercano a la vicepresidenta Victoria Villarruel y a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich) y la llegada de Sotelo como otro paso de la virtual “intervención” del Palacio San Martín desde la Casa Rosada. Suman esta designación a la irrupción de la especialista en género y familia, Úrsula Basset, quien sin tener un cargo oficial colaboró con la posición argentina en la asamblea de la OEA realizada en junio, y será la encargada de “bajar línea cada vez que haga falta”, en esos temas, siempre en representación de Karina Milei y el asesor todoterreno Caputo. Asesor cuya influencia abarca áreas tan diversas como la Side, la petrolera YPF o el Ministerio de Salud.
Desde hace semanas se acallaron los rumores de salida de Mondino, en los que circularon nombres como el actual embajador en Washington, Gerardo Werthein. Más allá de las críticas recibidas por algunas desafortunadas declaraciones públicas, la canciller atraviesa días de incomodidad por la oposición del cuerpo diplomático al decreto presidencial que establece el pago de Ganancias para el plus en dólares que perciben los embajadores, ministros, consejeros y secretarios cuando cumplen funciones en el Exterior.