El triunfo de Javier Milei en el balotaje, vaticinado por muchas encuestas, generó de todos modos un cimbronazo de alcances aún inciertos en las estructuras políticas tradicionales. En la última década, la Argentina se había acomodado a dos alianzas bien definidas, que se enfrentaban en torno a lo que comúnmente se llamó “la grieta”.
La irrupción del libertario rompió esa lógica y provocó un sismo en las dos coaliciones tradicionales. Juntos por el Cambio se partió en los hechos, con un sector del PRO (más algunos radicales) que corrió en ¿auxilio? de Milei y dejó plantado al grupo de radicales, lilitos y macristas moderados. Es una disputa aún por resolverse.
En el campo peronista, el golpe de la derrota impactó de manera diferente pero igual de dañina. Los tres líderes del espacio (Cristina Kirchner, Sergio Massa y Alberto Fernández) se echan culpas cruzadas por la pésima gestión y la previsible derrota.
Difícil que alguno de los tres emerja en el corto plazo como líder para reconstruir al peronismo. A Fernández lo jubilaron ya en gestión. Cristina tiene ascendencia en su núcleo duro, pero deberá vérselas también con un andamiaje judicial complejo. Y Massa, hoy, es el mariscal de la derrota; además, no tiene un cargo/lugar claro desde dónde revivir.
Así, la mirada fluye inmediatamente hacia los gobernadores. Y allí el escenario también se complicó. La oleada de cambio se llevó puestos a varios mandatarios del PJ, mientras que Juntos por el Cambio se quedó con 10 provincias. Sumándole algunas ya conducidas por fuerzas locales (Misiones, Neuquén y Río Negro), dejaron al peronismo en desventaja.
En esa radiografía, salvó la ropa Axel Kicillof. El ex ministro de Economía, un mimado de Cristina, consiguió la reelección gracias a Milei y a la división del espacio opositor en Provincia. De no existir el libertario, probablemente el tsunami también se lo hubiese llevado puesto a él.
Una encuesta post-balotaje preguntó justamente quién queda como líder del peronismo tras el triunfo de Milei y Kicillof terminó al frente, con el 32,4%. Es un estudio de CB Consultora Opinión Pública, que hizo un relevamiento nacional de más de 2.000 casos.
Debajo del gobernador, pero con apenas el 11%, aparece Massa. Y completa el podio, con 9,3% Cristina. Lo del resto es entre regular y malo: Máximo Kirchner 3,9%, Juan Grabois 2,3% y Alberto Fernández 0,8%. Parte del desconcierto lo reflejan otros dos números: un 11,7% dijo “otro” y un 28,6% “no sabe”.
En el caso de Kicillof, más allá de la posibilidad política, tendrá por delante un desafío económico titánico. Deberá gobernar la provincia más grande del país sin la asistencia millonaria de la Nación, como fue privilegiado hasta ahora.