La acción
La “Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos” que termina de ser aprobada en la Cámara de Diputados, alienta de todas las maneras posibles al desarrollo del extractivismo económico, promoviendo sólo la actividad exportadora de materias primas: trigo, minerales, metales, soja, carne congelada y otros cereales y oleaginosas. Reprimarizar la economía sólo lleva a la destrucción del país. Lo vivimos en 1976, en 1985, en 1989, en 1999 y en 2015.
Esta reedición de segunda mano de todas aquellas nefastas experiencias, sólo muestra una diferencia con las demás. En una Argentina devastada por dos pésimas gestiones económicas y políticas, Javier Gerardo Milei pudo avanzar a toda velocidad, ya que la capacidad de frenar a las anteriores administraciones neoliberales que ejerció el peronismo, hoy está diluida.
Conscientes de la debilidad política del PJ, en el plano laboral existió un cepillado sindical de algunos puntos excesivamente violentos de la ley. Sin eso, el capítulo no hubiese pasado.
De todos modos, a lo largo de todo el articulado de la Ley Bases no existe ninguna aproximación a la promoción del desarrollo económico, ni a la productividad, ni a la situación de los asalariados, que es tan importante en la economía como el beneficio empresarial. No existe actividad económica con salarios miserables, como es el caso de nuestro país, en el que el 80% de los trabajadores no cubren ni siquiera la canasta básica familiar.
En el capítulo de las privatizaciones, se podrían vender Aerolíneas Argentinas, Agua y Saneamientos Argentinos (AYSA), Energía Argentina Sociedad Anónima (ENARSA), Radio y Televisión Argentina e Intercargo. Se podrán vender parcialmente o concesionar nuevamente Correo Argentino, Ferrocarriles Argentinos, el Ferrocarril Belgrano Cargas y algunos Corredores Viales. Finalmente, las importantes empresas Nucleoeléctrica y Yacimientos Carboníferos Río Turbio podrán ser vendidas parcialmente, manteniendo la mayoría estatal de las acciones. El oficialismo consiguió para este capítulo de la ley, 138 votos a favor, 11 en contra. Dos tímidos diputados se abstuvieron.
En todos los capítulos, la ley aprobada no se propone más que modificar otras leyes, es decir, contamina el trabajo legislativo que costó años armonizar. Por otra parte, no existe un solo aporte a la clase trabajadora. El desbalance es tan pronunciado que no habrá paz social por muchos años.
Una economía liberal-financiera
A partir del Golpe de Estado de 1976, la valorización financiera reemplazó violentamente a la cadena industrial, que era la base del proceso de sustitución de importaciones. A partir de entonces, la industria y el comercio financiaron al sector financiero y la caída de la recaudación debida a la menor actividad económica, a la fuga de capitales y a la evasión fiscal fueron presuntamente compensadas con el crecimiento exponencial de la deuda externa.
La restricción externa -o escasez de divisas- no se debe a que el Estado gasta demasiado, sino a la fuga de capitales. Existe más de un PBI fuera de la Argentina. Éste sumó en 2023, un total de 621.830 millones de dólares. Esta fuga constante determina una crisis permanente, que genera cada cuatro años provoca golpes de mercado que torpedean la economía y agravan los síntomas de una enfermedad que no deja de crecer, salvo cortos períodos primaverales.
Esta ley, por otra parte, armoniza perfectamente con la crisis que se desató a partir de las primeras medidas que tomó Javier Milei ni bien asumió. La devaluación de la moneda frente al dólar, el ajuste fiscal de cinco puntos del PBI, la quita de los subsidios a la energía y al transporte, la interrupción de la obra pública y la suspensión de las transferencias a las provincias generaron una caída de la economía y una disminución de la recaudación que causaron un fuerte agravamiento de una economía que desde 2015 venía en baja.
El recurso de denunciar una falsa crisis para luego tomar medidas de ajuste y restricción del gasto, que es en realidad una desviación desde el sector productivo hacia el sector financiero, no lo inventó Milei. En 1955, cuando el golpista general Pedro Eugenio Aramburu convocó al titular de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) Raúl Prebisch para diseñar un plan terminar con la economía peronista, el economista “dibujó” números, pintarrajeó balances e inventó una crisis para justificar la firma de los Acuerdos de Bretton Woods en 1956, que en 1948 habían dado origen al Fondo Monetario Internacional y generosamente se ofrecieron a colaborar para elevar a la Argentina al Primer Mundo. Lamentablemente, el dinero que aceptó la Argentina -en abril de 1958 la deuda era ya de u$s 1.100 millones, cuando en 1955 nuestro país era acreedor de m$n 5.500 millones- inició un ciclo que aún no se detuvo, en el que la deuda externa agobia al Tesoro Nacional.
La reacción
Frente al sombrío panorama que se avizora, el peronismo -si bien su bloque de diputados no votó la Ley Bases- debió apelar a reaccionar desde sus movimientos de base. La CGT convocó a un gran acto el miércoles 1° de mayo y el nueve habrá un Paro General.
El acto se realizó frente al Monumento Canto al Trabajo, situado en las inmediaciones de la sede de la CGT. En el acto, uno de los secretarios de la organización, Pablo Moyano rechazó “la entrega que se realizó en el Congreso” y destacó que “no sólo la movilización de hoy, sino también el Paro General del nueve de mayo son para pedirles y exigirles a los gobernadores que rechacen la Ley Ómnibus”
En un documento difundido posteriormente, la CGT que el Gobierno, “en nombre de una mal entendida libertad de mercado, implementa un ajuste brutal, que sufren especialmente los sectores de menores ingresos, las clases medias asalariadas, jubilados y pensionados”.
La central obrera describió una situaciónlacerante, en la que priman “precios liberados en alimentos, en medicamentos, en energía y en los servicios esenciales y salarios disminuidos en su poder de compra. Paritarias intervenidas por el ministro de Economía que impide la adecuada actualización de los salarios; recesión y aumentos incesantes que generan caída en los niveles de actividad económica y los índices de consumo básicos, que —en la práctica— representan una fenomenal transferencia de recursos hacia los sectores más concentrados y privilegiados de la economía”.
Luego, los sindicalistas señalaron que “algunos de los indicadores que ponen en evidencia que el ajuste no lo paga la casta, sino que recae sobre los sectores más vulnerables”, a la vez que se puede ver “un 31% de caída real en las partidas presupuestarias de jubilaciones y pensiones, un 87% en obras públicas, un 39% en subsidios al transporte, un 76% en transferencias a las provincias, un 18% en recorte a las universidades y un 13% en programas sociales”.
Los representantes de los trabajadores consideraron que la administración de La Libertad Avanza encarna a “un gobierno sin diálogo social, que sólo se vincula con los representantes de intereses amigos, que agrede y desecha a los trabajadores y a sus organizaciones, menosprecia a los jubilados y pensionados que no pueden esperar, se desentiende de la atención de los más vulnerables, discrimina a las y los hacedores de la economía popular, desfinancia la salud pública, la educación pública, la ciencia, la tecnología y la cultura, mientras se deteriora gradualmente el valor capital de las pymes, profundizando así el grave cuadro de pobreza estructural e indigencia que devasta nuestra comunidad”.
El documento de la CGT terminó poniendo “a consideración pública de todos los actores sociales e institucionales”, la necesidad de “la construcción de un programa de consenso multisectorial que nos permita avanzar hacia una Agenda de diálogo para una Argentina del Desarrollo, la Producción y el Trabajo, solidaria, inclusiva y con igualdad de oportunidades”.
Los consejos de los que asesoran
La “Mesa Chica” de La Libertad Avanza está conformada apenas por tres actores principales, que eventualmente convocan a algunos muy pocos más. Las decisiones las toman exclusivamente el propio Javier Milei, su hermana Karina y su asesor de imagen, Santiago Caputo. Para asesorarse en algunos temas, a veces invitan a sus veladas al jefe de Gabinete, Nicolás Posse y a su ministro del Interior, Guillermo Francos, ambos provenientes de la Corporación América, adonde fueron compañeros de trabajo de Milei.
Nadie más asesora al presidente y a su hermana, que conforman casi en soledad el tándem del poder en la Argentina del presente.
Ellos conforman “las fuerzas del cielo”, en las que suele referenciarse Milei, que curiosamente acostumbra a abandonar el éter con cierta asiduidad. Quizás porque su pragmatismo lo impulsó a priorizar las enseñanzas del viejo, sabio e inescrupuloso Niccoló di Bernardo dei Macchiavelli, que le recomendaba al príncipe que “las injusticias se deben hacer todas a la vez a fin de que, por probarlas menos, hagan menos daño, mientras que los favores deben hacerse poco a poco con el objetivo de que se aprecien mejor”.
De todos modos, es seguro que, aunque no proviniera del cielo, sino más bien desde el infierno, Javier Gerardo Milei escuchó al autor de “El Príncipe” recomendar que “ha de tenerse presente que un príncipe, y sobre todo un príncipe nuevo, no puede observar todas las cosas gracias a las cuales los hombres son considerados buenos, porque, a menudo, para conservarse en el poder, se ve arrastrado a obrar contra la fe, la caridad, la humanidad y la religión. Es preciso, pues, que tenga una inteligencia capaz de adaptarse a todas las circunstancias, y que, como he dicho antes, no se aparte del bien mientras pueda, pero que, en caso de necesidad, no titubee en entrar en el mal”.
Amarga es la copa del caminante que no tiene destino.