En rigor, el gran cambio esperado en el barrio es la demorada apertura de dos estaciones del subte A, que según el presidente de la comuna 7, Guillermo Peña, serán inauguradas a fines de agosto.
Sin embargo, la elección de Jorge Bergoglio insufló un impulso adicional al mantenimiento y las mejoras en el barrio, comenzando por la organización del recorrido gratuito con ómnibus turísticos.
Roberto Daniel Skiba, jefe de gabinete de Peña, adelantó que además se duplicarán las lámparas en las luminarias de la avenida Rivadavia, y en todo el casco histórico serán renovadas veredas, señales y mobiliario urbano (paradas, bancos, carteleras).
También se remodelarán los pasajes Hugo del Carril y La Porteña, cerca de la estación Flores, cuyo viejo edificio fue a su vez restaurado por las autoridades ferroviarias.
Otras mejoras serán un lavado de cara en los pasajes Espejo, Pescadores y Salala, que flanquean la basílica San José de Flores, con pintura de muros y alguna decoración alusiva.
Se estudia instalar en uno de ellos uno de los históricos vagones de madera del subte, retirados de circulación el pasado verano tras 99 años se servicios, para montar allí una biblioteca y un centro cultural.
Otras mejoras están previstas en los centros comerciales a cielo abierto de la avenida Avellaneda y de la calle Varela, y en la Rotonda de los Virreyes, donde conecta el Premetro con el Subte E.
En el paso a nivel de las vías del Sarmiento por la avenida Nazca, se proyecta un puente para tránsito liviano, que empalmará la calle Yerbal, en el lado sur, con Argerich, en el norte. En cuanto a la plaza Pueyrredón, su remodelación, con rejas perimetrales incluidas, concluyó hace dos meses.