Ya parece que hubiera pasado mucho más tiempo, pero la renuncia de Evo Morales Ayma a la presidencia de Bolivia tras un pronunciamiento militar se produjo el último domingo, por lo que apenas habrán transcurrido cuatro días hasta cuando esta publicación sea posteada en la web.
Mirando desde Argentina los sucesos del país vecino, lo primero que puede afirmarse es que a partir de ahora el Grupo de Puebla, además de haber perdido a uno de los gobernantes que adhieren a éste, obligará a estrechar los lazos entre Argentina y México para que el eje nacional y popular se consolide o, al menos, no muera.
Ya no existen aquellos tiempos en que gobernaban en Sudamérica Dilma Rousseff (Brasil), Rafael Correa (Ecuador), Fernando Lugo (Paraguay), Cristina Fernández de Kirchner, Evo Morales y Hugo Chávez (Venezuela), que habían tejido (o estaban haciéndolo) una relación de confianza, cooperación y construcción para desarrollarse por fuera de las imposiciones externas.
No sólo eso, sino que aquellos mandatarios han sido reemplazados por otros, más permeables a aceptar las políticas del Departamento de Estado de los Estados Unidos y del FMI, como en los casos del Chile de Sebastián Piñera y del Ecuador de Lenín Moreno.
El propio viaje del avión que transportaría a Morales por los cielos sudamericanos es una muestra de ello. Primero debió viajar desde Lima hacia Bolivia, pero se le negó el acceso al espacio aéreo de este país y debió regresar a Lima. Allí recibió nuevamente autorización para volar y fue hasta Cochabamba, adonde subió a bordo el renunciante presidente boliviano.
Desde allí debía volver a Lima, pero la cancillería peruana le denegó el permiso para reabastecerse de combustible y sólo autorizó el sobrevuelo del Gulstream G550 de la Fuerza Aérea de México. Entonces, la aeronave debió partir hacia Asunción, adonde cargó combustible y, tras una espera de varias horas, mientras se conseguían los permisos correspondientes, volvió a despegar.
Las cancillerías de Brasil, Perú y Ecuador había autorizado a la aeronave a sobrevolar sus países, por lo que el avión se dirigió hacia el Océano Pacífico, pero desde Ecuador le denegaron la autorización de ingresar a su espacio aéreo, de modo que debió eludir este territorio volando hacia el oeste primero y, una vez sobre las aguas internacionales, poner rumbo norte hacia México, adonde llegó el martes a las 11:00 de la mañana del martes. Una aclaración: el viaje desde México hasta Bolivia dura unas siete horas, si todo transcurre con normalidad.
¿Cambios en la situación?
Este miércoles, mientras esta crónica era redactada, un cable urgente recibido por este periodista daba cuenta de un cambio dramático, de incierto desenlace, pero que daba cuenta de que la situación de retirada del gobierno aún no está absolutamente definida.
A las 16:03, un whatsapp originado en fuentes del Movimiento al Socialismo informaba que “la Presidenta legítima del Senado, Adriana Salvatierra se encuentra en oficinas de la Asamblea Legislativa en La Paz. Está dispuesta a instalar la sesión del parlamento y asumir la presidencia del Estado Plurinacional de Bolivia”.
Es necesario recordar en este punto que por la mañana del miércoles asumió la presidencia de la república la vicepresidenta del Senado, Jeanine Añez, en una sesión en la que no hubo quórum. Si los parlamentarios del MAS lograran llegar al Senado –el cerco policial lo impide hasta ahora, aunque Salvatierra logró romperlo-, la legalidad estará de su parte. En ese caso, sólo la fuerza de las armas les impediría asumir el poder.
Al mismo tiempo, los medios informaban que los militares estaban operando en el campo, en donde los campesinos denunciaban asesinatos.
Posiblemente, la patriada de Salvatierra, que brindaba una conferencia de prensa improvisada a las 16:30, aproximadamente, no resultará en un triunfo de Evo Morales, ya que no hubo más que esa ronda de prensa, pero la presidenta del Senado afirmó que, al no lograr quórum, la sesión en la que asumió Añez no es legítima porque, además tampoco se aceptaron las renuncias del presidente Evo Morales, la del vice Álvaro García Linera y la suya propia.
Salvatierra se considera, por lo tanto, en situación de asumir la presidencia interina de Bolivia, aunque es sabido que los golpistas jamás le permitirán asumir esa responsabilidad. Para eso tienen armas.
Una aproximación argentina
Alberto Fernández, el presidente electo de Argentina, subrayó, al agradecer especialmente a los presidentes Andrés Manuel López Obrador (México), Martín Vizcarra (Perú) y Mario Abdo (Paraguay) por la solidaridad que expresaron ante la crisis desatada en Bolivia, que “no hay ningún ejército que haya liberado a un pueblo. Hubo un golpe de Estado en Bolivia”.
Fernández informó que conversó con el presidente López Obrador y ofreció asilo “generosa y rápidamente a decenas de bolivianos en la sede de su Embajada” y que también habló con el mandatario peruano, que “habilitó el espacio aéreo para que pueda llegar un avión de México a buscar a Evo”. Agradeció además al presidente Abdo porque cuando anoche lo llamó, le dijo que “las puertas de Paraguay estaban abiertas”.
De todos modos, más allá de las declaraciones, Argentina ha quedado con pocos aliados y, excepto por el caso mexicano, de escasa incidencia en el Producto Bruto latinoamericano. Se pueden contar, además del país norteamericano, a Uruguay –que en unos días quizás ya no se contará como aliado, a Cuba, Venezuela y Nicaragua. Para peor, una medida de Bolsonaro generará pérdidas cercanas a 300 millones de verde moneda a causa de la repentina apertura triguera del brasileño.
Otro punto para tener en cuenta es la “guerra del litio”. Las baterías de los celulares, de las computadoras y de los autos eléctricos se alimentan con este metal blando que se oxida rápidamente en aire o en agua. Además, se utiliza en la fabricación de aleaciones especiales y sus sales tienen efectos antidepresivos.
Los principales productores de litio fueron, en 2018, Australia, Chile, China y Argentina, en ese orden. De todos modos, aparentemente la mayor reserva del mundo se encuentra en Bolivia, que se disponía a ser el principal productor del mundo en el mediano plazo.
Esta condición de productor importante de uno de los productos del futuro obliga a nuestro país a tomar una serie de recaudos, porque la cooperación de nuestros vecinos en el norte ya no está asegurada y la disputa por el metal no será poca en el futuro.
Los movimientos de alrededor
El panorama para el gobierno del Frente de Todos se complica aún más por la estrategia “kissingeriana” que adoptó el Departamento de Estado, que consiste en buscar la radicalización de los conflictos sociales –es decir, no permitir la desaparición de “la grieta”- para enfrentar a Fernández con la clase media.
Las opciones son jaquearlo por derecha y por izquierda. Si promociona a los más pobres de la escala salarial, se levanta la clase media. Si la abultada deuda externa lo empuja a ajustar, entonces sus enemigos van a ser los que ahora lo llevaron al poder. Quieren encorsetarlo en dos opciones extremas: peronismo o menemismo.
Para peor, se están produciendo una serie de revueltas en los países que rodean a Argentina. En Chile, se rebeló la clase media y hace 24 días que no abandona las calles. Analistas internacionales especulan con que el triunfo del Frente de Todos fue uno de los detonantes de la revuelta, más allá de sus razones internas. En Bolivia ocurre lo que describimos. En Ecuador, si bien el conflicto ha amainado, no desapareció. En Brasil, Bolsonaro está amenazando desde ayer con reprimir a los seguidores de Lula, que prometió una gira nacional y cosechó miles de adhesiones. En Uruguay, los posibles aliados de Fernández, nucleados en el Frente Grande, podrían perder la elección en diez días más. Tanto, que Fernández intervendrá en la campaña, a pedido del expresidente José “Pepe” Múgica.
El panorama que le espera al gobierno que asumirá en apenas 27 días es casi desolador. Casi sin aliados internacionales, sabiendo que deberá asumir una deuda impagable, con una economía casi colapsada y con salarios por debajo de los vigentes en Uruguay, Ecuador, Chile, Paraguay y Bolivia.
La odisea será muy exigente.