Finalmente pasaron las elecciones, con resultados esperables tras unas PASO que sí fueron sorpresivas como hace 2 años, de alto impacto. Todo lo que quedaba para noviembre eran detalles, ya que la tendencia nacional era irreversible y sólo importaba completar algunos bancas parlamentarias, en las que algunas provincias eran claves para ello y confirmar tendencias que serán relevantes mirando hacia 2023, que a partir de ahora sí queda a la vuelta de la esquina.
Para definir en un análisis los puntos más relevantes que dejó esta compulsa de final casi anunciado, vamos a enumerar algunas situaciones que deberemos tener en cuenta para el período que se viene y que se lanzó con la multitudinaria presencia de militantes del peronismo y la palabra del Presidente Alberto Fernández en la Plaza de Mayo. Ese acto estaba planificado para otro escenario electoral y eso se notó en un exceso de aparatos políticos y en un discurso que no estuvo a la altura de un relanzamiento político. Estaba todo preparado para resistir y no para sumar.
Empecemos por allí, ya que entramos por ese tema. Es la primera vez en dos años que Alberto se lleva puesta a Cristina con un hecho político al que ningún sector de la coalición se puede negar. De manera pícara, a las 10 de la noche del domingo, en un mensaje grabado el Presidente convocó a la Plaza de Mayo a partir de la sobrevida que le proporcionó haber recuperado dos provincias tras las PASO y por el impacto de la reducción de la ventaja de la oposición en la Provincia de Buenos Aires a una cifra apenas mayor a un punto. Es cierto que se gana por un voto, pero también es cierto que un punto de ventaja sobre el peronismo (y su piso) en PBA es la nada misma, mirando el futuro en un distrito que no tiene segunda vuelta.
Otra mirada es que Diego Santilli, de soberbia actuación en una elección complicadísima en las PASO, no pudo noquear en las generales a un aparato mejor regenteado ahora por los propios intendentes y no por un gobierno provincial que definitivamente no goza del gusto popular. Ganó bien el “Colo”, pero faltó el triunfo épico que lo ponía como el aspirante indiscutido a la gobernación en 2023. Será candidato, pero tendrá que remar una interna feroz, mucho más sangrienta que la de Facundo Manes, donde además no le sobró tanto y le aportó mucho.
Otro dato duro es que el centro del país, la zona que domina las exportaciones agrícolas e industriales (autos y agroindustria), se ha transformado en una zona netamente opositora al peronismo, incorporándose Entre Ríos y Santa Fé al camino que Córdoba ya transita hace años, junto con el antiperonismo de la zona norte del AMBA sumamente consolidado.
Rogelio Frigerio, por su parte, hizo una notable elección en Entre Ríos y la periodista Carolina Losada en Santa Fe sorprendió a su colega Marcelo Lewandowsky y al propio gobernador Omar Perotti, obteniendo un sólido 40 por ciento y relegándolos al segundo lugar.
El Parlamento nacional entra en una etapa de notable paridad, si se toma en cuenta la conformación habitual del Senado y también, en menor medida, de la Cámara de Diputados. No es sólo una cuestión cuantitativa, sino también cualitativa. En plena avanzada nacional de Juntos por el Cambio, es normal que desde ese espacio se abalancen sobre comisiones que nunca tuvieron, pretendan más cargos en otras y generen nuevos temas en la agenda legislativa que no estaban planificados. Es por ello que desde ya ambos frentes trabajan en dos agendas, la inmediata hasta cambiar la formación en diciembre, con batería de Decretos de Necesidad y Urgencia desde el Poder Ejecutivo incluido, hasta la ralentización que propone Juntos, a la espera de nuevos refuerzos en las extraordinarias, que continuarían después de nueva conformación de las cámaras, a partir del 2022.
Ya hay algunos listados recorriendo los principales despachos en donde se mira con lupa cada línea, ya que los aliados pasarán a jugar un papel increíblemente importante, ya que son los que definirán la mayoría de las votaciones.
Las dos cuestiones a las que se debe prestar atención en cuanto al funcionamiento del Senado, tienen que ver con los partidos provinciales que tendrán en sus manos la definición de todos los temas que se traten e impondrán los cambios que ellos deseen, a cambio de otras dádivas.
En cambio en Diputados, en donde Sergio Massa será el bastonero de los principales temas hasta final del mandato, la novedad es que llegan al recinto varios pesos pesado de la talla de María Eugenia Vidal, Emilio Monzó, Rogelio Frigerio, Ricardo López Murphy, Natalia de la Sota, Victoria Tolosa Paz, Leandro Santoro, Daniel Arroyo, Javier Milei, José Luis Espert y Nicolás Del Caño, que se sumarán a otros caciques que ya manejan la Cámara.
Y éso solo por nombrar algunos apellidos que son muy conocidos y convocados por los medios, que prometen debates interesantes, seguramente mucho más que los que sucedieron en la campaña que fueron nulos o meramente chicaneros.
La CGT, los movimientos sociales y el PJ Nacional le dieron una dosis de oxígeno político interno a Alberto Fernández (hablaron incluso de reelección) en dos áreas centrales. La del acuerdo con el Fondo (aquí los movimientos sociales son críticos, pero se la van a bancar, al igual que La Cámpora) sucederá con o sin acuerdo entre partidos en el primer trimestre del año entrante. Será una piedra en el zapato para el resto de la gestión, pero sin esa penosa negociación no hubiera habido gestión y las consecuencias hubieran sido border con lo destituyente, ante la ausencia de gobernabilidad que hubiera provocado, y que se hubiera trasladado rápidamente a las calles.
La otra bolsa de oxígeno para Alberto es que quedó demostrado abiertamente que el grueso de los gobernadores –al igual que la CGT- no tiene intenciones de alargarle el protagonismo político al kirchnerismo y los empujó hacia el AMBA, más precisamente al Conurbano bonaerense, con algún oxígeno en el NEA/NOA. Muy poco para definir el rumbo, pero importante siempre para ganar. Desde ahora, Alberto y los gobernadores irán regulando el devenir, que tendrá esta vez un correlato senatorial más aceitado, ante la pérdida del quórum y la merma de poder de Cristina.
Los intendentes (éstos sí ganadores, más allá del global) le tienen el rancho rodeado a Axel Kiciloff, que mientras se pelea con Máximo por la sucesión K mira cómo dosifican su esfuerzo los dueños del poder territorial. Insaurralde, Nardini, Cascallares y Menéndez encabezan el grupo de los amplios ganadores, de los cuales dos ya están en el gobierno provincial y los otros dos no están porque no quieren. Tienen otras prioridades, más parecidas al camino que ya tomaron Zabaleta, Katopodis y, desde otro lugar, Ferraresi.
El siempre zorro gobernador cordobés, Juan Schiaretti, es uno de los hombres a los que habrá que seguir desde su nueva creación del Polo Córdoba. Ya tenía un Plan B si al gobierno le iba muy mal, que a él le hubiera permitido quedar un poco mejor. No descartó el plan, solo lo cambió por otro, no tan inmediato y más acorde con el nuevo mapa de poder.
Su más tenaz competidor será Juan Manzur, que intentará juntar a la misma tropa que él desde otro lugar. Y tiene parte de los fierros que duelen y convencen. Habrá un duelo entre el Interior que se despertó de golpe y el poder central y el AMBA, que ya comprobaron que solos no pueden.