Se ha dicho varias veces ya, pero al observar los números, la curva descendente no deja de sorprender. Tras haber alcanzado un pico de popularidad -entre principios y mediados de 2020-, cuando irrumpió con fiereza la pandemia de coronavirus y la sociedad argentina quedó paralizada, la imagen del presidente Alberto Fernández no dejó de caer.
El presidente había experimentado entonces un ascenso de popularidad inédito para un mandatario con tan pocos meses en el poder. El apoyo del que gozaba podía compararse con las mejores épocas de Raúl Alfonsín, Carlos Menem o Néstor Kirchner.
En un contexto de grieta, Fernández había logrado lo que ninguno de sus compañeros del Frente de Todos había podido: sumar apoyo de votantes macristas. Entonces, su imagen y aprobación de gestión, según la encuesta de que se tratase, oscilaba entre los 70 y los 90 puntos a favor.
Pero luego su paulatina cercanía con Cristina Kirchner -para muchos de sometimiento político-, más el desgaste de una cuarentena interminable y una crisis económica nunca resuelta, fueron desgastando la figura del mandatario. Así quedó claro en la derrota electoral del 2021, que sumó una interna política profunda y de final aún abierto.
El que más perdió, está claro, fue el propio Fernández, que mantiene circunscripta sólo en un círculo íntimo la quimera de su reelección. Un deseo alejado -alejadísimo- de lo que mencionan los estudios de opinión, entre ellos, el que conoció Noticias Urbanas esta semana.
Se trata de un relevamiento nacional de 2.200 casos que la consultora Management & Fit realizó a mediados de diciembre y publicó en la última semana. M&F es una de las firmas insertadas en el mundo de la política, que cuenta entre sus principales clientes a los gobiernos de la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe.
¿Y qué se dice allí de Alberto Fernández?
La imagen del presidente fue medida junto a las de otros 15 dirigentes. Al único que le fue peor que a Fernández fue a Máximo Kirchner: el hijo de la vicepresidenta terminó con un saldo de imagen en contra de 52,2 puntos, por una positiva de 15,1% y una negativa de 67,3%. Lo del primer mandatario es apenas, cortamente mejor: + 16,3% y – 68,1%, lo que lo deja con un saldo de – 51,8 puntos.
Peor aun le va a Fernández cuando se analiza su gestión. Allí no para de acumular récords negativos: en diciembre terminó con una desaprobación de 76,5%, cuando en abril de 2020, su pico de popularidad, no llegaba a 34%. La aprobación, claro, muestra el camino inverso y ahora bajó a 17,2%. Los más críticos de su administración son los varones (81,3% de desaprobación), los menores de 40 (82,8%) y los de nivel económico medio (80,3%).
Cuando la división se hace por región geográfica, en CABA el rechazo suma 81,9%, contra el 75,2% de provincia de Buenos Aires. Números prohibitivos para cualquier plan que trascienda el fin de su mandato, que inevitablemente ocurrirá el diez de diciembre de 2023.
