La economía, al contrario de la libertad, no avanza

La economía, al contrario de la libertad, no avanza

Cae el empleo, caen los salarios y las jubilaciones, cae la actividad económica y cierran las empresas.


El destino de Javier Milei es demoníaco. No puede pensarse otra cosa si se analizan sus constantes tropiezos y sus dislates cotidianos. Para peor, los empresarios, que son su fuente de grandeza, sienten una santa inquina cuando escuchan el credo libertario, casi tanto como cuando escuchan a los comunistas. Como para ir tomando nota. Por eso, Milei se manifiesta libertario, pero ni una sola de las medidas que tomó se condicen con su credo. Dicen los anarcos “pura sangre” que, si Friedrich August von Hayek se levantara de su sepulcro, cruzaría aceros con su discípulo. Al austríaco no le agradarían ni el cepo, ni la suba desmesurada de los impuestos y tarifas, ni las intervenciones sobre los precios del dólar y las empresas de medicina prepaga.

Algunas expresiones de Milei rozan -cuando no entran de lleno- lo incivil. Un presidente que opta por azuzar los conflictos en lugar de darles solución, es sólo un actor de segunda línea. En algún lugar, alguien decide por él. No se gobierna esgrimiendo una descalificación de todo lo que no le es cercano a este blasfemo mandatario que gobierna a los argentinos. No se gobierna en medio del conflicto perpetuo, porque la pelea obtura las soluciones. No existe un ser humano menos proclive a la negociación que un militar en operaciones, en guerra.

Por otra parte, no hubo sanción contra la casta. Por el contrario, otros están pagando la fiesta. ¿Fue una estafa? Debe conocer Milei el relato que escribió Jorge Luis Borges, titulado “El espantoso redentor Lazarus Morell”, que figura en el índice de su libro Historia Universal de la Infamia. Se trataba de un canalla así llamado, integrante de la raza de los “poor white”, la canalla blanca del Mississipi, según definía Borges. Morell se hacía pasar por un magnate, que además predicaba la Biblia con tanta convicción que hacía derramar lágrimas a sus oyentes. Su método era único “no solamente por las circunstancias sui generis que lo determinaron, sino por la abyección que requiere, por su fatal manejo de la esperanza y por el desarrollo gradual, semejante a la atroz evolución de una pesadilla”.

La estrategia era realmente bestial. Relataba Borges que “recorrían —con algún momentáneo lujo de anillos, para inspirar respeto— las vastas plantaciones del Sur. Elegían un negro desdichado y le proponían la libertad. Le decían que huyera de su patrón, para ser vendido por ellos una segunda vez, en alguna finca distante. Le darían entonces un porcentaje del precio de su venta y lo ayudarían a otra evasión. Lo conducirían después a un Estado libre. Dinero y libertad, dólares resonantes de plata con libertad, ¿qué mejor tentación iban a ofrecerle? El esclavo se atrevía a su primera fuga”.

Este sistema encarna un típico esquema Ponzi, en el que la vida y la sangre de las personas eran la ganancia o la pérdida.

Demás está decir que la ilusión que ofrecían era sólo eso. Los malhechores aducían algún gasto excesivo, algún tropiezo monetario y le proponían al infeliz otra venta y otra fuga. Vuelve Borges a relatar. “El prófugo esperaba la libertad. Entonces los mulatos nebulosos de Lazarus Morell se transmitían una orden que podía no pasar de una seña y lo libraban de la vista, del oído, del tacto, del día, de la infamia, del tiempo, de los bienhechores, de la misericordia, del aire, de los perros, del universo, de la esperanza, del sudor y de él mismo. Un balazo, una puñalada baja o un golpe, y las tortugas y los barbos del Mississippi recibían la última información”.

Cualquier semejanza de la literatura con la realidad es una simple e inoportuna coincidencia. En la Argentina de 2024, ¿existen los falsos redentores, los malvados que ofrecen paraísos, que en realidad son aterradores infiernos, similares a los que finamente otorgaba Lazarus Morell a sus desgraciados seguidores? ¿Existen los usureros de la política, que prometen un bienestar que se va trasladando -dadas las alegadas dificultades del presente- cada vez más al futuro?, que quizás disfrutarán los nietos, bisnietos, tataranietos o choznos de sus desventurados votantes. ¿Nunca escuchó el lector la referencia a “un futuro próspero”? Toda semejanza con Lazarus Morell queda desterrada de estas páginas, por supuesto.

Las promesas vulneradas

La casta, finalmente, sigue siendo la casta. En el primer trimestre de 2024, los salarios perdieron un 3,28% de su poder adquisitivo, comparados con los del primer trimestre de 2023. Entretanto, entre diciembre de 2023 y abril de 2024, hay 200.317 trabajadores registrados menos, de acuerdo con un estudio del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), sobre la base de datos de la Superintendencia de Riesgos de Trabajo.

Paralelamente hay, también desde diciembre, 9153 empresas menos, que abandonaron la actividad debido a la crisis sin salida provocada por las políticas de ajuste perpetuo planteado por el Gobierno. Este dato permite inferir que casi todas las medidas de ajuste que tomó el Gobierno van en contra del poder adquisitivo del salario, pero esa dinámica negativa de la economía también perjudica seriamente a la clase empresarial, en especial a las Pymes.

Hasta ahora, ninguna medida fue decretada contra la casta, sino que el ajuste se ensañó contra los jubilados, las provincias y los salarios. En el período analizado, crecieron la informalidad laboral, el nivel de empleo y la transferencia de la riqueza desde el sector asalariado hacia el sector empresarial. Esto ocurrió a partir de la devaluación del peso frente al dólar, que fue del 118%. Esa medida originó una fuerte transferencia de ingresos, ya que se trasladó inmediatamente a precios, como ocurrió siempre y era previsible que ocurriera a partir del 13 de diciembre pasado, cuando fue anunciada la decisión.

Por su parte, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), midió una pérdida de 223 mil puestos de trabajo en la industria y en la construcción. Paradójicamente, hubo crecimiento en los sectores de minería, agro e hidrocarburos. Precisamente, todas son materias primas exportables. Esta letal combinación del aumento de la reprimarización de la economía con la caída de la actividad industrial, hablan claramente de una planificación de la pobreza y un plan de impulsar el retroceso en los derechos sociales del Pueblo.

Pero, en el rubro de minería, agro e hidrocarburos se produjo, al mismo tiempo que un aumento en la actividad, una disminución en la participación de los trabajadores en las ganancias.

En el estudio de CEPA se planteó como corolario que “si se analiza la reducción de casos de empleadores, se observa que los principales afectados, en estos primeros cinco meses de la gestión de Milei, son las empresas de hasta 500 trabajadores/as: 99,5% del total de los casos (7.820 empresas menos). Por el contrario, la cantidad de empleadores de más de 500 trabajadores/as explican sólo el 0,5% (40 casos)”

Examinando luego la caída del empleo relacionado con el volumen de las empresas, “se observa que durante los primeros meses de la gestión de Milei la expulsión de trabajadores se concentró en las empresas de mayor porte: 74% de la pérdida de empleo (-126.244 trabajadores registrados) se focalizó en empresas de más de 500 trabajadores. En cambio, en los cinco meses que van entre noviembre de 2023 y abril de 2024, la reducción de personal por parte de las empresas con menos de 500 trabajadores/as fue sensiblemente menor: disminuyeron sus puestos de trabajo en 44.451 casos, explicando el 26% el total”.

Finalmente, el trabajo de CEPA concluye que “en términos porcentuales, mientras que las empresas de más de 500 trabajadores/as redujeron su personal 2,64% (de 4.782.973 a 4.656.729), las empresas de hasta 500 disminuyeron su dotación 0,88% (de 5.074.200 a 5.029.749)”.

El rutinario fin de Morell, tan lejos de la épica

Los estafadores y los malvados suelen terminar de manera poco elegante sus infames existencias. Morell, delatado por uno de sus más crueles secuaces, es acosado por los agentes de la ley. Huye de su casa rodeada por los alguaciles, no se sabe si por un descuido o por un soborno, asesina a un viajero para robarle su caballo y sus botas y llega a Natchez, junto al río Mississipi, determinado a liderar una rebelión negra contra sus perseguidores.

Borges lo recuerda con escasa simpatía, pero atraído por su oscura grandeza. “Morell capitaneando puebladas negras que soñaban ahorcarlo, Morell ahorcado por ejércitos negros que soñaba capitanear —me duele confesar que la historia del Mississippi no aprovechó esas oportunidades suntuosas. Contrariamente a toda justicia poética (o simetría poética) tampoco el río de sus crímenes fue su tumba. El dos de enero de 1835, Lazarus Morell falleció de una congestión pulmonar en el hospital de Natchez, donde se había hecho internar bajo el nombre de Silas Buckley. Un compañero de la sala común lo reconoció. El dos y el cuatro, quisieron sublevarse los esclavos de ciertas plantaciones, pero los reprimieron sin mayor efusión de sangre”.

Los atroces redentores, que se arrogan la representación de quienes desprecian, son a su vez desdeñados por sus pueblos cuando las verdades salen a la luz. Según algunos analistas, si nada cambia en la orientación del Gobierno que lidera Javier Milei, se acerca el tiempo del reclamo.

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