Gabriel Fuks está entusiasmado. La Legislatura está por tratar un proyecto de su autoría para modificar la Ley de Expropiaciones. En medio de ese trabajo recibió a Noticias Urbanas para hablar de política. El Gobierno porteño, la nueva Ley de Seguridad, Cristina Fernández de Kirchner y la ruptura del bloque del FpV fueron algunos de los ejes de la charla.
–¿Qué opinión tienen de la Ley de Seguridad que se aprobó por amplia mayoría?
–Mi objetivo, como lo dije en la sesión, es que en la nueva ley que pariera a la Policía de la Ciudad de Buenos Aires estuvieran integrados todos los datos de los avances en libertades democráticas y en elementos contra la violencia institucional que se han discutido y que han sido producto de estos últimos 15 años. Además de reconocer también la necesidad de que los efectivos puedan tener nuevas herramientas, más dinámicas y más modernas para ejercer su trabajo. Pero mi mayor intención es que quedaran incorporados dentro de las normas esos elementos de libertades democráticas que no puedan soslayarse.
–¿Ese era el tema que más lo preocupaba?
–Claramente: el rol de la policía y la gestión del conflicto social. Entender este conflicto como una gestión política y no como un problema policial. Entonces, esto tiene algunas derivaciones, como, por ejemplo, el no uso de armas letales. No era solamente un tema de sacar o dar herramientas, era que nunca más la policía tuviera ni de cerca la posibilidad de ser utilizada en un conflicto social, como en el caso de la policía provincial en Neuquén con el caso del maestro (Carlos) Fuentealba o lo que pasó con Darío Santillán.
–¿El tema del traspaso generó malestar en sectores de la Policía Federal?
–Sí, creo que hay unas tensiones que ahí obligaron a llegar a una negociación. Si hago un balance general creo que la ley es buena. La sindicalización es un tema que quedó en la agenda. Es absurdo que no se sindicalice al personal civil que está en la policía. También entiendo que esto no es que yo levanto la mano y digo que hay que sindicalizar y se hace. Es un proceso político. Creo en un buen debate alrededor de las leyes de seguridad. Espero que se creen instancias de seguimiento para poder auditar. Por más buena que sea la ley, que tiene 600 artículos fuertemente debatidos, si al día siguiente ponen un “Fino” Palacios se niega el principio de construcción democrática.
–Con el paso del tiempo, ¿cómo analiza la división del bloque del FpV?
–Yo creo que la oposición dividida hay que analizarla en su conjunto. Hay otros diputados que también participan de la oposición y tienen una actitud bastante flexible con el Gobierno de la Ciudad y con el Pro. Hay 31 supuestos opositores en la Legislatura, incluso algunos que son aliados a nivel nacional del Pro y que acá todos los días remarcan su oposición, que a veces se ve y otras veces no. El año pasado en la Legislatura, entre el FpV y aledaños éramos siete bloques. Hubo una decisión después de la derrota electoral, que yo juzgué equivocada, y se lo dije en ese momento a Carlos Tomada, que era meternos a todos adentro de un bloque como una manera de resistir la situación. Yo creo que el debate tiene que salir para afuera, que si nosotros no hacemos eso, lo que hacemos es retrasar el tiempo de la reconstrucción política del peronismo, del kirchnerismo y del movimiento popular en general. Lo dije pero acepté la decisión mayoritaria. El tiempo demostró que la decisión de unirnos era equivocada porque lo único que hizo fue subordinar la discusión a algunos de los actores internos que tuvieron mayor centralidad en el fin de la etapa anterior y que ahora creían seguir teniendo la misma centralidad.
–¿Cómo se considera actualmente?
–Yo me considero miembro del FpV a nivel nacional, porque es una construcción mucho más amplia que la de una Legislatura provincial, como la de Ciudad. Me considero kirchnerista, me considero peronista, pero lo que considero es que se abrió la etapa donde hay que discutir cómo reconstruir un movimiento nacional y no esperar a que surja ningún fax informándonos de esto. Es lo que estamos haciendo, no es tan complicado. Algo que hasta la propia Cristina está planteando. Hay que tener imaginación y no repetir fórmulas hechas.
–Frente a es panorama de reconstrucción, ¿cómo ve la elección legislativa de 2017 en la Ciudad?
–Primero está a lo que yo aspiro y luego lo que creo posible. Lo primero es que todos los actores del movimiento nacional –algunos están en el kirchnerismo y otros no– podamos estar juntos en un proceso electoral ofreciendo un proyecto de oposición. Para mí esto incluye a los compañeros del kichnerismo, a los que ya no sienten que son parte del kirchnerismo pero sí del peronismo, y a compañeros que son parte de movimientos sociales que participaron del kichnerismo y ya no. Y aspiro a que todo ese espacio tenga candidaturas únicas para enfrentar al macrismo y que no pase, como la otra vez, que la opción más fuerte al Pro sea la de Lousteau que, finalmente, más allá de que no es lo mismo, terminó en una alianza nacional con ellos.
–¿Cómo analiza el Gobierno de Horacio Rodríguez Larreta?
–Creo que lo que le está pasando es lo mismo que le pasaba antes pero al revés. El gobierno de Macri fue beneficiario del crecimiento económico nacional, entonces los porteños podían disfrutar de ese crecimiento. Creo que ahora la situación económica nacional lo va a afectar negativamente a Rodríguez Larreta, porque él no puede plantear que tiene una autonomía de ese proceso nacional que marca aumentos terribles en luz, gas y otros servicios. Los tarifazos están afectando mucho a los porteños, y a eso se suma la falta de gimnasia que tienen en políticas complementarias, como las políticas sociales. Se mantiene un discurso frío y hueco que no logra equilibrarse con la nueva situación. El no reconocimiento de que hay un problema los pone en esa situación. Por eso, creo que hay también un desgaste del Gobierno de la Ciudad, porque los porteños ahora sufren la situación. Hay un retraso en la calidad de vida no solo en los niveles más bajos, sino en los sectores medios que tienen que optar por variables más económicas de aquellas cosas a las que se habían acostumbrado.
–La situación de Cristina es particular, muy asediada judicialmente pero, al mismo tiempo, con una importante intención de voto en la Provincia. ¿Usted cómo la ve?
–Me parece que el último ataque a su madre ha demostrado determinada falta de inteligencia en una idea de destrucción de la figura de Cristina. El ataque, si bien desde el Gobierno no es en forma directa, sí lo desde la corporación judicial. Y encima no han podido demostrarle nada. Evidentemente, cuando uno ve las encuestas, lo que un sector importante, especialmente en la Provincia de Buenos Aires, prioriza, es la sensación de que las políticas de sostenimiento del Estado que impulsó el kirchnerismo hacia los sectores más populares, de subsidios de creación y promoción de empleo, siguen siendo una memoria muy reciente que se antagoniza muy fuertemente con un gobierno insensible socialmente. Y eso fortalece a Cristina, ese rol hace que al menos casi un tercio esté permanentemente viéndola como la gran opción para enfrentar al macrismo. Pero no alcanza solo con la intención de voto. Hay que sumar a otros actores a la construcción del frente nacional. Lamentablemente, hay dirigentes que viven solo de la intención de voto de Cristina y que creen que ahí van a estar enmascarados de forma permanente y que, entonces, pueden poner las patas en la fuente y decir las barrabasadas que quieran, pero jamás hacen un esfuerzo para construir mayoría.