La falta de diálogo y una mesa política complica el acuerdo entre CFK y Kicillof

La falta de diálogo y una mesa política complica el acuerdo entre CFK y Kicillof

Las diferencias entre las partes son cada vez más profundas.


El más reciente esfuerzo por establecer una mesa política de unidad se llevó a cabo en Moreno. Esto sucedió el 9 de diciembre del año pasado, en un momento en el que la relación entre Cristina Kirchner y Axel Kicillof ya se había deteriorado. La reunión no arrojó resultados positivos. Se evidenciaron discrepancias entre los dos sectores políticos que los respaldan. Un solo evento, dos perspectivas distintas.

En la reunión, la expresidenta expresó que las elecciones en la provincia de Buenos Aires no deberían separarse. Argumentó que deben coincidir con las nacionales para poder debatir sobre la gestión y la estrategia política del Presidente.

Sin embargo, si el Congreso decide eliminar las PASO, Kicillof tiene en mente actuar de manera opuesta a lo sugerido por su mentora política. Planea separar las elecciones y someter su administración en la provincia a votación.

Si eso ocurre, en ambos sectores del peronismo anticipan una guerra de reproches y acusaciones. La caída a un pozo oscuro donde no habrá límites para despojarse del dolor de la traición o de las heridas de una batalla por el poder que ya dejó varios heridos.

Con el clima interno muy espeso y las divisiones cada vez más marcadas, en el cristinismo remarcan que la constitución de una mesa política permitiría acercar posiciones entre los sectores y definir una estrategia común.

En el entorno de Cristina afirman que tras la reunión en Moreno, hubo varios intentos por parte de ellos para establecer una mesa de unidad, pero todos fueron rechazados por el sector de Kicillof. Lo cierto es que en La Plata no hay un interés explícito en crear ese espacio de encuentro, ya que consideran que últimamente el camporismo solo se ha dedicado a erosionar la imagen de Kicillof y a obstaculizar su gestión.

“Todo sería más sencillo si lo respaldaran públicamente a Axel y no pasaran el tiempo criticándolo”, se lamentó uno de los ministros principales del gabinete bonaerense. El cansancio con La Cámpora es evidente, y el descontento se ha arraigado en las bases de la gobernación. Quizás por eso creen que las posibilidades de lograr un acuerdo entre las partes son cada vez más remotas.

El objetivo principal del kicillofismo es que el Gobernador asuma todo el liderazgo del proceso electoral en la provincia de Buenos Aires y se distancie de la influencia de CFK, siempre presente en las votaciones del conurbano y en las decisiones estratégicas de los intendentes de la primera y tercera sección electoral de la provincia.

“No respetan ningún acuerdo y son un sector que se dedica a hostigar y complicar las cosas. A pesar de esto, todos los sectores del peronismo bonaerense deben ponerse a disposición del Gobernador”, se quejó un funcionario influyente del gobierno de Kicillof. Los mensajes están claramente dirigidos a la agrupación que lidera Máximo Kirchner.

En la actualidad hay muy poco diálogo entre los cuarteles del cristinismo y el kicillofismo. Cada uno está seguro de saber cómo se va a mover el otro cuando el vínculo se tense al máximo por alguna resolución política, como puede ser el desdoblamiento, o con el armado de listas de la elección próxima. Se están midiendo. Unos esperan el puñal a la autoridad de CFK. Otros aguardan la avalancha para limitar la autonomía de Kicillof.

Sin mesa política, todo es más difícil. Y todo indica que no habrá acuerdo para conformarla. La disputa de poder está viva y se acrecentará en los meses que siguen en el calendario. El final es incierto.

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