El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, aprovechó el escenario de la cena anual de la Fundación Libertad y desde el estrado, con Mauricio Macri a pocos metros, dijo que era imprescindible ampliar el diálogo y afirmó: “Se necesitan más agallas para dialogar con quien piensa distinto que para tirar piedras”.
“El desafío mayor es terminar con la grieta”, sostuvo el jefe de Gobierno, primer orador de la noche, ante un auditorio de casi 100 mesas colmadas. Estaban los principales líderes de su coalición y altos dirigentes del mundo político del país y el exterior.
El jefe de Gobierno, que se sentó en la mesa principal, pero se fue antes porque era el cumpleaños de su mamá, eligió abrir el encuentro con un discurso digno de un candidato presidencial, en el que reforzó su perfil moderado: insistió con su objetivo de “terminar con la grieta”, reiteró su obsesión por una construcción “de centro mayoritario” y ensayó una apología de su vocación acuerdista, tan criticada por los “halcones” de su partido: “Hay que negociar, y negociar es ceder para poder hacer”.
Larreta dijo además: “Ser capaces de movilizar un centro mayoritario detrás del plan de desarrollo. Si para llegar tenemos que criticar e insultar a todo el mundo, después no podemos pedirles apoyo para ninguna transformación. Y esto requiere mucho coraje, porque se necesitan más agallas para dialogar con quien piensa distinto que para tirar piedras”.
Del otro lado de la grieta del espacio opositor, la jefa del Pro, Patricia Bullrich, media hora después, pareció contestarle a su adversario interno: “No hay medias tintas. No podemos jugar al medio. El medio es la continuidad de la decadencia”, aseguró. Incluso sostuvo que “la grieta no es un invento de esta coalición, sino una construcción cultural de quienes hoy dominan el poder del gobierno para generar la idea transversal de un enemigo” y terminó proponiendo, sin vueltas, que el próximo gobierno lleve adelante “un cambio cojonudo”.
La exministra de Seguridad, reclamó luego: “Hay que generar un cambio contundente, que cambie un sistema mafioso por uno capitalista de inversión y de progreso”.
Y, en línea con Macri, agregó: “la grieta no es un invento de esta coalición, es una construcción cultural de quienes hoy dominan el poder del gobierno para generar la idea transversal de un enemigo”, acusando al kirchnerismo de haber dividido a la sociedad.
Para que no quedaran dudas de su postura, sostuvo que a “esa grieta la tenemos que abordar” porque “no se sale de la situación argentina sin abordar el conflicto moral y ético, el conflicto de las mafias”, concluyó.
Lo mismo sucedió cuando Macri, en el tramo final del encuentro, durante la mesa que compartió con Mario Vargas Llosa y Julio María Sanguinetti, rescató las palabras de Bullrich y pareció alejarse de la moderación larretista: pidió “dirigentes que conmuevan y que sean el cambio, no el recambio”. “Nunca más lo políticamente correcto, que es joder a la gente”, planteó el ex presidente, que exigió a la dirigencia política “mucho coraje, mucha decisión” y propuso que tengan “ideas claras, planes, equipos”.