La historia de la oposición rota se repite: el enfrentamiento Macri-Vidal

La historia de la oposición rota se repite: el enfrentamiento Macri-Vidal

Los resultados de las elecciones dejaron grietas internas entre la Gobernadora y la Casa Rosada.


Algo en la relación entre Mauricio Macri y María Eugenia Vidal se rompió. La Gobernadora no publicó ni escondió su frustración con los resultados obtenidos en las últimas elecciones presidenciales, donde perdió la Provincia por una diferencia de más de 10 puntos ante su contrincante electoral y nuevo gobernador bonaerense, Axel Kicillof. 

No fueron pocos los intentos de despegarse de las políticas adoptadas por el Gobierno nacional que Vidal propició en pos de no quedar tan salpicada por las decisiones de su par nacional, empezando por la implementación de listas colectoras y el intento de desdoblamiento de las elecciones en la Nación y la Provincia que fue denegado por una cabeza ejecutiva también integrada por un Marcos Peña que criticó a “la leona” por decirle que se creía Evita. La relación, entonces, entre la Casa Rosada y María Eugenia Vidal comenzó a tensarse y terminó de corromperse en los comicios generales del pasado domingo 27. Vidal se los avisó, pero Peña y Macri jugaron su propio juego sin contemplar las propuestas de su mejor carta.

Alguna vez Vidal había sido el terror electoral dado a que era la dirigente política con mayor imagen positiva de la Argentina, pero su caída se acopló al de la economía y la tolerancia popular.

Es por esto mismo que Vidal, incluso había acordado con los intendentes de Lanús, Tres de Febrero y Quilmes esconder la figura del Presidente durante la campaña: que ella no fuera a los actos partidarios con Macri y doblar las boletas para evitar que Macri apareciera sobre los pupitres de los cuartos oscuros. Aunque renovaron los intendentes de Lanús y Tres de Febrero, y perdió su colega de Avellaneda.

La lectura del mandatario ante esto es que, de no haber sido así, tal vez podría haber alcanzado un balotaje con Alberto Fernández, siendo éste un mejor camino aunque perdiera en un eventual enfrentamiento electoral “mano a mano”, y a consciencia de que los votantes de Juan José Gómez Cenurión y Espert podrían haber virado en su favor.

Sin embargo, Macri no tiene el mejor de los futuros, el 40 por ciento es efímero y desde el llano sirve de muy poco.

En resumidas cuentas, el reclamo de la Casa Rosada a María Eugenia Vidal es que asumió de forma personal la derrota electoral y, en vez de intentar fortalecer el frente partidario de Juntos por el Cambio, hizo su propio juego intentando esconder a Macri, entendido por el Ejecutivo nacional como falta del “ímpetu necesario”.

De una forma similar había concluido su mandato Cristina Fernández de Kirchner: con un peronismo dividido entre peronistas y kirchneristas, massistas y cristinistas, peronistas “dialoguistas”, peronistas que buscaban una “alternativa federal”, etc.

Ahora resta que el camión del nuevo oficialismo comience a andar y las manzanas de la nueva oposición amarilla se acomoden, acordando sus lugares y liderazgos para cuando intenten volver: la historia ya sentó precedencia y se sabe que quienes fueron líderes, luego pueden abrir camino para limitarse a la vicepresidencia, en el mejor de los casos.

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