Joe Biden decidió que el final de su gobierno no tendrá las características de un presidente mediocre que no logró renovar mandato y que solo dejará pasar los días hasta la trasmisión del mando. Viejo zorro de la política norteamericana, Biden jamás aceptó el “operativo reemplazo” que planificaron los demócratas VIP del establishment de USA, encabezados por los ex presidentes Barack Obama y Bill Clinton, junto a sus influyentes esposas. Primero sus declaraciones agresivas previas a la elección sobre los votantes de Donald Trump, le hicieron un flaco favor a Kamala Harris. Luego con cara de póker recibió en la reunión protocolar de la Casa Blanca a Trump con una sonrisa que presagiaba la maldad que tenía en su deteriorado -y provocativo- cerebro. Y puso en marcha el “plan despedida a toda orquesta”
El mundo entero se había conmovido en enero del 2021 cuando los manifestantes descontentos con lo que aseguraban era un robo electoral a Trump, asaltaron el Capitolio con graves consecuencias políticas y judiciales que continúan hasta el presente. Se habló de golpe de Estado en aquél momento y el mundo vio en directo a las hordas armadas ingresar al Congreso de los Estado Unidos. Una medida irresponsable que el Occidente colectivo condenó de manera absoluta. Los líderes europeos, del G7 y todos aquéllos alineados hoy tras la candidatura de Biden y sus aliados (las once agencias empezando por la CIA y la DEA que definen con este Presidente los destinos de USA) clamaban horca a la multitud y defendían a libro cerrado a Biden. Muchos de esos líderes europeos hoy siguen aplaudiendo al presidente saliente americano en este final insólito que propuso para su mandato, en el cual las principales víctimas del plan, son precisamente ellos y sus países. No solo no condenan su irresponsabilidad, sino que se suman a la escalada de misiles balísticos y minas antipersonales de Biden, que podría borrar del mapa a todo el continente europeo en minutos. Después de engañar y mentirle al presidente ruso Vladimir Putin durante 10 años, la UE (junto a la OTAN) tiene una sola posibilidad de supervivencia y ella lamentablemente ahora no depende de ellos, sino de Putin. Líderes en baja, muy escasos de ideas que no miden acciones, tiempos ni enemigos a la hora de tomar decisiones llegaron a este triste punto.
Y Biden se les ríe a todos ellos en plena retirada del poder, algo absolutamente insólito, y seguramente el bueno de Joe no verá las consecuencias del desastre que provocó en esta última semana mientras sus socios (más bien súbditos) caminan sobre un alambre rezando para que Putin tenga la suficiente sangre fría para no provocar lo que ya se ganaron ampliamente. Un castigo ejemplar.
Trazando un paralelo de acciones, qué puede ser más nocivo para Occidente, aquella toma del Capitolio o las últimas decisiones de Biden. Además, si la primera fue un intento de golpe de Estado en un país, ¿cómo podríamos llamar a esta escalada planetaria que propuso Biden? Golpe de Estado parece un concepto incompleto y pequeño, que no aplica ya que esta decisión involucra en peor de los escenarios a más de 40 países, de los cuales cuatro o cinco (importantes) están muy comprometidos, siendo Estados Unidos el más lejano en el mapa, el más poderoso y quién posee ojivas de disuasión casi a la par con los rusos. ¿Y los demás? Los vecinos de Rusia, obviamente Ucrania, los países bálticos, los escandinavos en su nueva postura suicida, la carroñera Polonia, la torpe y debilitada Alemania, y el dúo de la Mancha, dos bocados deliciosos para el gran país eslavo como Francia y Reino Unido. “Primero el placer, luego el deber” dice una frase popular no escrita en ninguna doctrina nuclear rusa, haciendo referencia a borrar primero del mapa a París antes que a Londres.
Lo que podría suceder en lo inmediato
Veamos algunas observaciones que nos guíen en este camino. Europa no está preparada para ningún escenario de guerra nuclear, no lo ha hecho nunca, no tiene suficientes capacidades, ejércitos de muy baja preparación y experiencia -como el alemán-, entre otros, y solo dos países con algunas armas nucleares. Reino Unido y Francia. Pero además el 80 por ciento de la gente que habita estos países piensa que esta hecatombe nunca sucederá y eso tiñe la capacidad de respuesta de sus débiles gobiernos que, en lugar de protegerlos, encima atizan el conflicto con declaraciones, armas y financiación.
Rusia ha aplicado en su “operación militar” en Ucrania solo una parte de su inmenso potencial bélico convencional, sin contar la tríada nuclear, aérea, terrestre y marítima. Seguramente si Occidente continúa su escalada como hasta hoy, la respuesta rusa sería arrolladora para Ucrania y sus ciudades, con objetivos energéticos y militares devastadores, aunque con armamento convencional hasta ahora no usado. Luego se evaluarían otras acciones.
Un párrafo especial para posibles ataques de “falsa bandera” sobre objetivos de la OTAN en Ucrania por parte de las fuerzas de Zelenski. Varias embajadas en Kiev ya están cerradas anticipando, no se sabe la fuente, de “inminentes” ataques aéreos rusos. Un tema a seguir.
Las maniobras propias en la guerra se definen en función de lo más probable que haga el enemigo y los más peligroso que éste pueda intentar. El tema es que además de estas verdades, siempre juegan los imponderables y cuando los conflictos se acercan a los momentos decisivos, quedar en manos de cuestiones menores mal evaluadas o no estudiadas, o sorpresivas, puede desencadenar algo que en condiciones normales no sucedería.
La ONU con sus vetos cruzados no parece ser una herramienta muy útil si los escenarios se salen de control y quedaría solo ver si la actitud del presidente entrante de Estados Unidos, Trump, puede encaminar este tema heredado de su predecesor. Se necesitarán charlas, acuerdos y garantías quizás con Putin y Xi Jinping, los tres jugadores más decisivos del planeta, para no llegar a ese lugar de destrucción masiva. Podrían ellos tres sumar muchos respaldos de potencias no tan globales más para evitar esa situación.
Sabemos que la palabra disuasión (en su acepción nuclear) tiene un límite cuando el enemigo acciona determinadas agresiones. El cambio de doctrina nuclear en Rusia apunta a las nuevas realidades que ese país observa que se van intensificando de manera muy peligrosa. Llevan cientos de años defendiéndose de los mismos agresores, con éxito hasta ahora. Pero disuasión no significa nunca. Cuidado con eso.
La escalada de Biden tendrá una respuesta acorde de Putin. Y quizás el octogenario -ya jugado- redoble la apuesta, en definitiva, es su guerra. Pero ahora nos complicó a todos, poniendo millones de vidas en riesgo en nombre del Partido Demócrata, del país de la libertad y de la paz. Cuánta hipocresía en su final de ciclo.