Los gobiernos de América Latina deben abordar una crisis de empleo que está afectando a los trabajadores jóvenes y que pone en riesgo la frágil estabilidad de la región, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Según un informe de la OIT publicado el miércoles, alrededor de 26 millones de personas perdieron sus empleos el año pasado en América Latina, y este año la recuperación se concentra en gran medida en las ocupaciones informales, que corren el riesgo de aumentar la desigualdad de ingresos en el futuro.
Los trabajadores jóvenes, especialmente las mujeres, han experimentado con mayor intensidad la pérdida de empleo, de horas y de salarios.
“El impacto desproporcionado de la pandemia en los jóvenes es una bomba de tiempo que podría afectar la estabilidad social y política en América Latina y el Caribe”, dijo Vinicius Pinheiro, director regional de la OIT, una organización de la Naciones Unidas. “La calidad del trabajo es muy preocupante, no ha mejorado”.
La región carece de políticas que ayuden a allanar el camino para que los trabajadores obtengan un trabajo asalariado con beneficios como atención médica, dijo Pinheiro.
En medio de una incipiente recuperación, alrededor del 70% de los nuevos puestos creados en los países más grandes de la región han sido informales. Eso se ha traducido en reducciones salariales mucho mayores.
En Brasil, por ejemplo, los ingresos de los trabajadores informales cayeron un 14% el año pasado, mientras que los empleados asalariados solo sufrieron una reducción del 5%.