En el ranking anual de la felicidad que publica todos los años la Organización de las Naciones Unidas -que este año y el año pasado ubicó a Finlandia en el primer lugar-, Argentina, que el año pasado alcanzó el 29º lugar, en 2019 cayó hasta el 47º puesto cercano a Kosovo, Rumania, Chipre y Nicaragua.
Nuestro país es así uno de los países de la región en los que la felicidad está más lejos, por detrás de Costa Rica (12), México (23), Chile (26), Guatemala (27), Panamá (31), Brasil (32), Uruguay (33), El Salvador (35), Trinidad y Tobago (39), Colombia (43) y Nicaragua (45).
El ranking se confeccionó sobre 156 países, que ubicó en los extremos más satisfechos a Finlandia (1º); Dinamarca (2º); Noruega (3º); Islandia (4º) y Holanda (5º), contra la infelicidad casi absoluta que reina en Ruanda (152º); Tanzania (153º); Afganistán (154º); República Centroafricana (155º) y Sudán del Sur (156º).
En la Argentina, por el contrario, que en 2018 figuró en el 29º puesto de la lista, influyó seguramente el alejamiento de Daniel Cerezo -antes gerente de Cultura y Felicidad de Alpargatas Páez-, que había brindado el 21 de abril de 2016 una clase magistral en el Centro Cultural Néstor Kirchner, en la que abrió las puertas de la felicidad para el flamante gabinete de Cambiemos.
Poco tiempo después, el 16 de mayo de 2016, Macri también se preocupó por el tema, al definir que “si fuera una cuestión de leyes, saquemos, en lugar de una ley para conservar lo que tenemos, una que diga que somos todos felices”.
De todos modos, tanta preocupación del Gobierno no alcanzó para llegar al nirvana, por lo que la inesperada caída será seguramente revertida en las próximas décadas. Aunque mientras tanto, el ranking no acompañe a la Argentina.