Santiago Olivera, presidente de la Asociación Argentina de Publicidad y parte del comité directivo del Consejo Autorregulación Publicitaria (CONARP) habló con Ruido de Medios sobre los límites de la publicidad y la relación marca/consumidor, entre otras cosas.
“La peor multa para una marca es la divulgación pública de su mentira. Las redes sociales hoy exponen a estas marcas de forma inmediata”, señaló Olivera.
Además, explico que “no hay ninguna persona que viva en una sociedad capitalista, de libre mercado, que no se de cuenta que cuando está enfrente de una publicidad hay alguien que le quiere vender algo. También es cierto que ese tipo de publicidad intenta crear empatía con la marca y no con el producto; se genera una corriente afectiva hacia la marca y se viene trabajando así hace cincuenta años. Ese recurso trata de hacerse evidente pero a veces se pasa, y parece una promesa. Ahí es publicidad engañosa, por eso aparece el CONARP. Hay un límite ético, cuidadoso y nosotros como industria debemos ponerlo”.
Respecto de las campañas políticas, Olivera hizo hincapié en las consecuencias peligrosas para la sociedad que puede resultar de la manipulación de las mismas. “Casi todos los políticos con interés genuino en ganar una elección han contratado a un publicitario. La diferencia que tiene contra las marcas es que un político puede engañar y conseguir votos, pero la gente no se puede arrepentir hasta dentro de 4 años; en cambio, el producto lo dejo de comprar al otro día si es mentiroso e incluso puedo difundir su publicidad engañosa en mi círculo”.