P arece que hubieran pasado años, pero hace sólo dos meses y medio Alberto Fernández llamaba en público “mi amigo Horacio Rodríguez Larreta” al “gobernador de la Ciudad de Buenos Aires”. Fue en el acto por el 9 de Julio, en la Quinta de Olivos. Paradójicamente, en el Día de la Independencia, comenzó un quiebre que cristalizó la dependencia política del Presidente de su vice, Cristina Kirchner.
El primer paso que dio el kirchnerismo fue justamente reclamarle a Fernández deje de llamar amigo al principal rival político del Frente de Todos. Luego comenzarían las críticas, primero por el accionar de la policía porteña ante una marcha “anarquista”, luego por la presunta falta de camas en la Ciudad para los pacientes del PAMI.
Un nuevo giro en la relación, para mal, fue cuando desde el ministerio de Educación de la Nación se negaron a abrir algunas aulas porteñas para atender a unos 6.500 chicos y jóvenes que habían quedado afuera del sistema –virtual-. La polémica sigue hasta estos días y fue la primera puja que obligó a Larreta a salir a dar la cara en persona. Hasta ese momento, el jefe de Gobierno, por estrategia política y electoral, prefería que respondan sus laderos. Pero como había sido él quien había anunciado la vuelta a clases, no le quedó más remedio que explicar la marcha atrás.
Ya entonces en la Ciudad alertaban sobre un tema muy sensible para la relación. Aseguraban que el ministro Nicolás Trotta, en nombre del Gobierno nacional, había incumplido su palabra. Claro que esa sensación parece hoy poco o nada frente al posterior anuncio de recorte de coparticipación. Un guadañazo económico que tiene principio en la conferencia que dio el Presidente en medio del conflicto con la Policía Bonaerense, pero no tiene fin.
El recorte original de “al menos un punto”, luego pasó a ser de 1,18 y finalmente más de 2 puntos, con la promesa de transferir los fondos cada año para mantener el gasto de la policía porteña. Pero ya se disparó la puja paralela: ¿de cuánta plata se está hablando? Nación dice que con 24.000 millones alcanza; Ciudad, que se requiere más del doble.
En el Instituto Patria y la gobernación bonaerense, donde varios personajes se mezclan pero todos reconocen a Cristina Kirchner como la jefa, creen que el embate contra Larreta amerita más dureza. Por caso, cuestionan que la comunicación de los medios públicos no dedique más minutos a criticar la gestión porteña.
Y más: esta semana, a través de un par de informes internos que llegaron a los medios, el Gobierno agitó otro fantasma: podría reclamarle a la Ciudad la devolución de unos 100.000 millones que le habría dado de más Mauricio Macri a Larreta cuando amplió la coparticipación con el traspaso de la Federal.
Y la pelea se encamina a sumar nuevos capítulos. En el Instituto Patria y la gobernación bonaerense, donde varios personajes se mezclan pero todos reconocen a Cristina Kirchner como la jefa, creen que el embate contra Larreta amerita más dureza. Por caso, cuestionan que la comunicación de los medios públicos no dedique más minutos a criticar la gestión porteña.
El jefe de Gobierno, por ahora, aguanta con una caja más generosa que la de otras provincias y capitaliza para su imagen el ataque kirchnerista. Pero la carrera es larga.