Fundada en 1917, cerrada en 2011, la suerte de la confitería Richmond, en Florida 468, ubicada justo al lado de la sede social de la Sociedad Rural Argentina (SRA), es la parábola del pasado promisorio y el futuro que no fue. En estos días, último capítulo en la suerte del local, la exlegisladora porteña María José Lubertino denunció “una nueva embestida del Pro” sobre el establecimiento. “La Confitería Richmond, patrimonio histórico de la Ciudad, está siendo entregada por lo bajo a la firma de calzado deportivo Nike”. Y pese al recurso de amparo presentado hace un año para evitar “el cambio de uso” del inmueble, atrás quedaron los afiches que hasta hace unos días se derruían sumidos en pegatina y polvo, cubriendo, aun así, las vidrieras pintadas con cal. Es que allí se empezó a observar movimiento, mucho movimiento. Entonces, Lubertino, alertada por las denuncias de colocación de estanterías propias de los comercios de calzado deportivo, alzó la voz de alerta.
En ese sentido, la extitular del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) presentó un pedido de informes al Ejecutivo porteño con el fin de determinar qué funcionarios habilitaron a la empresa Nike a usufructuar el local de Florida. Además, instó a los ministros Hernán Lombardi, de Cultura, y Daniel Chaín, de Desarrollo Urbano, “a dar explicaciones sobre el estado actual de la obra y sobre quién tiene la habilitación para explotar el local”.
“La confitería Richmond forma parte del patrimonio histórico y cultural de la Ciudad, está protegida por la ley 1227 –de investigación, preservación, salvaguarda, protección, restauración, promoción, acrecentamiento y transmisión a las generaciones futuras del patrimonio cultural de Buenos Aires– y por amparos judiciales, por lo tanto, estamos ante un hecho gravísimo de incumplimiento de los deberes de funcionario público por parte de los ministros Lombardi y Chaín”, afirmó. A su vez, Lubertino recordó que el juez en lo Contencioso Administrativo, Fernando Lima, hizo lugar a mediados de 2012 a un amparo que prohíbe vender o hacer ningún tipo de obra sobre la confitería Richmond sin la aprobación previa del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. “El ministro Hernán Lombardi tiene la caradurez de presentar un proyecto ante la Unesco para declarar patrimonio de la humanidad tomar café en los bares porteños y simultáneamente autoriza por debajo la entrega de los bares notables de la Ciudad”, consideró Lubertino. “Creemos que es un deber de todos los porteños proteger el patrimonio, en este caso los bares notables, que son un pedazo de nuestra historia y cultura”, opinó.
A mediados de agosto del año pasado, el GCBA autorizó que el local tuviese otros usos, trascendiendo, de esa forma, el rubro original de la Richmond y habilitando, sobre todo, a que los nuevos dueños del inmueble buscaran otros destinos comerciales. La modificación de la situación devino de la gestión de la Dirección General de Interpretación Urbanística –de la cartera que conduce Chaín–, dependencia encargada de la catalogación de los edificios que se encuentran dentro de las áreas protegidas por su valor patrimonial. En tal sentido, esa dirección autorizó, “desde el punto de vista urbanístico y patrimonial”, que los dueños del inmueble puedan reabrir la confitería manteniendo el “uso principal de café bar” pero sumándole otros posibles rubros: paseo de compras, librería, juguetería, papelería, disquería, galería de arte, club de música en vivo, salón milonga, café concert, y hasta venta de pizzas o empanadas.
Asimismo, la resolución obliga a los dueños a informar cualquier reforma o modificación del inmueble, fachada o publicidad. Y establece un plazo de 180 días para que se presente toda la documentación ante los organismos que correspondan.
Por esos días, con respecto a la situación actual de los bares notables porteños –la confitería Richmond es uno de ellos– Lombardi expresó que “es prácticamente imposible” sancionar una ley que los proteja como patrimonio cultural. El ministro aseguró también que “nadie puede obligar a los dueños de los cafés o bares a que mantengan un negocio abierto a pérdida económica”. En 1998, la Legislatura porteña aprobó la ley 35, que establece que los bares notables –son 73, entre ellos, figuran, por ejemplo, El Café de los Angelitos, Las Violetas, La Perla y Varela Varelita– forman parte de proyectos de conservación, rehabilitación o restauración edilicia y mobiliaria. Pero la norma no les concede mayores beneficios, como, por caso, bajas impositivas, que podrían ayudarlos a paliar la merma en la facturación, que los lleva, en definitiva, a tener que cerrar.
El 10 de diciembre del año pasado se convocó a realizar un abrazo simbólico para frenar el remate de los objetos del bar notable, que finalmente se suspendió.
“El abrazo es la continuación de la defensa del patrimonio y la reserva de la identidad, que es parte de una larga discusión con los dueños, quienes pretendían venderlo o alquilarlo para convertirlo en un negocio de zapatillas”, sostuvo, en ese momento, María José Lubertino.
“También le reclamamos al Gobierno de la Ciudad porque actuó en contra de los intereses de los porteños y porteñas, y porque no ha tenido una política activa para lograr que se resuelva el equilibrio entre la renta que pretenden los dueños y la continuidad con el rubro que tenía la Richmond”, dijo.
“El ministro de Cultura, Hernán Lombardi, tiene la responsabilidad de la protección de la confitería, y también la potestad de autorizar cualquier tipo de modificación que se pueda hacer. Pedimos transparencia, porque ya se han cerrado varios bares notables y peleamos por la defensa de la identidad de los porteños y porteñas”, destacó, una vez más, la extitular del Inadi. Así las cosas, la Confitería Richmond, lejos de los remates, cerca de un nuevo destino, se debate entre vender café, pizza o zapatillas.