Una de las principales preocupaciones en el Pro por estos tempranos días del año es saber cómo se acomodarán las principales figuras en los escenarios venideros del 2013 y 2015. La complejidad, cada día más preocupante, que presenta el armado de la candidatura de su referente nacional, Mauricio Macri, tira para abajo un esquema que siempre se basó en la verticalidad, partiendo desde el ingeniero y sus cortesanos, hasta el último de los funcionarios. Los militantes, sobre todo los porteños, gozan en su mayoría de esta categoría sólo por la membresía a ese espacio político.
Yendo por partes, la primera discusión se dio en la Ciudad por la anticipación o no de los comicios locales. Finalmente irán juntas. La idea original era conseguir una victoria contundente en el distrito que mostrara ante el país todo a Macri como la opción alternativa al kirchnerismo. Si bien, luego de cinco años de gobierno en la Capital Federal, la obsesión de los macristas es ver cómo logran que su jefe integre la grilla de los presidenciables, una cuestión no menor -que nadie reconocerá-, es la sorda pelea por ser el (o la) heredero/a de Macri en la Ciudad, luego de lahegemonía contundente del PRO en las dos últimas compulsas a jefe de Gobierno.
La primera pregunta que debería aquejar al sistema de gobierno local, es precisamente cómo lograrán retenerlo si la opción nacional no es viable. Sin embargo, a partir de las aspiraciones de quienes integran la lista de los “sucesores”, estos parecieran ignorar esa dificultad central y dan por hecho que lo único importante es llegar dentro de dos años y medio en la pole position del equipo amarillo. Por supuesto que todos quieren que Macri sea Presidente, o por lo menos candidato. Pero en la discusión interna se filtra dema-siado una pesada herencia que parecen haber tomado de los casi desaparecidos radicales porteños. Primeros nos matamos y después vemos qué pasa.
La primera gran incógnita se destapó cuando Gabriela Michetti pegó el portazo para ir a la Provincia de Buenos Aires. El problema aún sin solución le generó al espacio una dificultad adicional. En un terreno, donde jugarán los Kirchner, los Scioli y seguramente el intendente de Tigre, Sergio Massa, parece haber pocos cabos sueltos para atar dentro del pan-peronismo como lo llama Antonio Cafiero. Salvo que Massa juegue en contra del oficialismo nacional, algo que no parece probable, y aunque eso igual sucediera, tampoco eso le daría aire al jefe de Gobierno porteño sino a la propia figura bonaerense, también hoy presidenciable a medias para el 2015.
Esto le deja a Macri el margen radical del mapa político provincial para impactar sobre el electorado. La zona norte con Gustavo Posse y su primo Jorge, le permiten una cabecera de playa para una construcción a la que difícilmente se incorpore Jesús Cariglino, hoy el intendente peronista más cercano al ingeniero. Desde el sur, Néstor Grindetti es quien más empuja en la búsque-da de alianzas que trasciendan la imagen positiva y acerquen votos a las urnas. Las idas y vueltas con su ex socio Francisco De Narváez, sólo le ponen sal a un fracaso anunciado. El “Colorado”, que hoy no llega a los dos dígitos de intención de voto, continúa perdiendo terreno (y dirigentes) por la misma causa de Macri, la existencia cooptadora de los otros tres referentes antes nombrados en la acumulación provincial.
En la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta definió que su pelea con Michetti recién se dirimirá en 2015. El jefe de Gabinete crece muy lentamente pero no para de hacerlo desde el 2003. Si bien los números hoy no lo hacen un “winner”, si lo trasforman en un jugador de peso para esa con-tienda. En esa lógica, más de dos años podría ser el diferencial de crecimiento que le diera alguna oportunidad de competir como siempre anheló por la Jefatura de Gobierno. También desde su entorno, reconocen que lo ideal sería que Michetti no fuera candidata a senadora del PRO en este año, y sueñan con que una alianza le birle a la ex vicejefa ese lugar de privilegio. Así salió hace dos semanas el nombre de Roberto Lavagna, en realidad un imposible para el macrismo, entre otras cosas por las veleidades del propio Lavagna. Pero la jugada es esa y la intentarán una y otra vez. No hay muchas posibilidades sin traer alguien de afuera de voltear la candidatura de Michetti. Si bien sueñan con que el propio Macri le “cobre” la factura de su deserción provincial, otros opinan, en cambio, que sacarla hacia el Senado podría limpiarle el camino a Larreta en el próximo turno.
En todas las opciones hay dos jugadores que pesan cada día más en las decisiones y sacan ventaja por su cercanía extrema al jefe de Gobierno. Ninguno de ellos tendrá marquesina en el 2013. El primero es Marcos Peña, quien sin pretensiones electorales por el momento, continúa su ritmoascendente a pesar de las continuas críticas que recibe, precisamente, del larretismo. Desde la comunicación y el monitoreo social permanente, Marcos es una referencia con la que el propio Mauricio se ha acostumbrado a convivir. La otra dirigente es María Eugenia Vidal, que proviniendo precisamente de ese riñón, su lugar en la línea de sucesión no marca otra cosa que la preferencia de Mauricio para el futuro de su espacio. Su creciente rol de vocera política y su estilo movedizo en el tejido (incansable, similar al de Horacio) hacen de Vidal una tercera opción para el universo PRO. Sin su antigua pertenencia pero aún cercana a Larreta, la vicejefa (al igual que Marcos) no se aleja jamás del ingeniero pero anida en la vereda opuesta a otra pionera del PRO, su antecesora Gabriela Michetti.