El intendente de Olavarría, Ezequiel Galli (Cambiemos), no las tiene todas consigo desde el sábado último. Su decisión de autorizar e incluso promover el show del Indio Solari en su ciudad -cuya presencia había sido prohibida en 1997 por el intendente de entonces, Helios Eseverri- y el posterior trágico desenlace del recital lo pusieron en un lugar de vulnerabilidad política demasiado evidente.
Tan evidente es la debilidad del intendente -hombre del riñón de Mauricio Macri- que la propia gobernadora le envió para apuntalarlo a uno de sus operadores políticos más encumbrados, el ministro de Gobierno Joaquín de la Torre, que ya el domingo por la noche se reunió con Galli.
El domingo, Galli intentó despegarse de todas las maneras posibles de su responsabilidad -real o presunta- en cuanto a la organización del recital. La manera que utilizó Galli para alejarse de la tragedia consistió en cargar todas las culpas sobre la empresa productora, pero es seguro que necesitará algo más que una acusación para librarse de un procesamiento.
Galli, que tiene 36 años, es un típico hombre Pro. Casado y con dos hijas, estudió abogacía en la Universidad Católica y se especializó posteriormente en Derecho Ambiental y Agrario.
Su problema es que en las últimas semanas se dedicó a elevar su perfil en los medios y hasta en las redes sociales, ya que se lo pudo ver posando en la red del pájaro azul, sonriente y rodeado por “voluntarios”, dispuesto a recibir al Indio Solari y pasar un buen momento. Este lunes, tras las muertes y la crisis, la bucólica imagen de Galli y sus muchachos había desaparecido del pajarito.
El primer problema lo tuvo Galli el sábado, cuando Solari arribó al aeródromo en un jet privado y saludó a todos los presentes, menos al propio jefe comunal, que quedó con la mano tendida, sin destinatario. La “operación despegue”, que incluía una foto para la posteridad quedó, entonces, abortada antes de comenzar.
Paralelamente, el concejal olavarriense Julio Frías (FPV) denunció que Galli, después de asumir y despedir al 23 por ciento de los empleados municipales, con la excusa de que había que ajustar, autorizó el alquiler de un departamento en Puerto Madero que costará 500 mil pesos anuales, más expensas.
Galli justificó el gasto alegando que en ese lugar se iba a instalar una delegación municipal que hasta ahora no funciona. Para agravar la cuestión, Galli designó a Lucrecia Acosta, cuyo hermano, Gastón Acosta es subsecretario de Gestión Administrativa del municipio. La señora en cuestión es decoradora de interiores y, para sumar otra información negativa, la tal delegación no funciona y allí hay, según Frías, un departamento “vacío con un escritorio y sillas”.
Esta denuncia es sólo un aspecto parcial de la crisis que está a punto de abatirse sobre Galli. Hombre poco afecto a la política, como casi todos los miembros de la escudería Pro, sólo le responde un bloque de cinco concejales, sobre un total de 20 ediles. De éstos, por lo tanto, 15 son opositores.
En esta fauna, seis concejales le responden al exintendente José Eseverri, hijo de aquel que hace 26 años excomulgó a los Redonditos de Ricota; otros dos concejales son del Frente Renovador; dos son de Renovación Peronista, que suelen apoyar las iniciativas del intendente y existen otros tres bloque unipersonales, que votan libremente y negociarán lo que más les convenga.
Todavía, los concejales no tomaron nota de la endeblez del intendente o están tomándola recién en estos momentos. De todos modos, ya comenzaron a escucharse algunas voces críticas en el ámbito de la oposición. Lo primero que asoma en el horizonte es que la oposición quiere que Galli explique la naturaleza del contraro que firmó el municipio con la Productora En Vivo S.A. y porqué se presentó como “fiador” en el arrendamiento del predio. También se preguntan los concejales porqué el intendente utilizó recursos del municipio para acondicionar el predio La Colmena.
Otra pregunta que están elaborando los concejales es: ¿cuánta gente entró al predio y, previamente, cuánta gente estaba autorizada a ingresar? La última pregunta pondrá en apuros a Galli: ¿no se podía prever el ingreso de esa marea humana, que triplicó en pocas horas a la población de Olavarría?
Acorralado, Galli declaró hace pocas horas que “no tengo miedo a ser destituido. Voy a dar las explicaciones que tenga que dar, no tengo nada que esconder“, atajándose de unas críticas que recién comienzan a tomar temperatura.
Hará bien en defenderse el intendente, ya que el propio Frías volvió al ataque manifestando que “a título personal, le atribuyo todas las responsabilidades; es quien habilita, quien fue a buscar el evento, quien ofreció la ciudad y quien presionó para que fuera en Olavarría. Tiene responsabilidad de origen, porque habilitó el lugar para una determinada cantidad de gente y no se controló que efectivamente sea esa cantidad de personas. Entonces no puede salir a decir que se desbordó la situación y se salió de las manos“.
Implacable, otro concejal, Saúl Bajamón, que responde al partido MILES, de Luis D’Elía expresó que “se va a pedir explicaciones, el convenio no pasó por el Concejo Deliberante, lo único que hicimos fue declarar a Solari como visitante ilustre. Estamos analizando qué documentación pedirle al intendente para saber cuál es su responsabilidad. Ayer, se sacó el lazo de encima echándole la culpa a la productora“.
Si finalmente la oposición se pusiera de acuerdo, la suerte de Galli estaría echada. El único medio para evitar su destitución será la “muñeca” de su operador, Jorge Arretche, un veterano político de origen peronista que hoy trabaja para Galli. Hasta ahora sus opositores sólo hablaron en contra de él, pero pronto comenzarán a actuar.