“El armado de la oposición no debería tener ningún límite. Sé que hay quienes piensan que (Hugo) Moyano es un límite, pero para mí no debería serlo”, afirma Julio Garro, diputado provincial de Pro, apoderado del partido en La Plata y alineado con Horacio Rodríguez Larreta en la interna macrista. Y lo dice en una semana movida para la oposición, en la que el eventual acuerdo entre Mauricio Macri y Francisco de Narváez en las listas bonaerenses se enfrió. Son días de internas cruzadas dentro de Pro, de cara al año electoral que se despliega aceleradamente. De hecho, el propio Garro –o, lo que es lo mismo, su candidatura– está en el ojo de la tormenta. Es que sus padrinos políticos, Rodríguez Larreta, Jorge Macri y Néstor Grindetti, impulsan una renovación de su banca, en tanto que Emilio Monzó promueve a su jefe de Gabinete, Marcelo Daletto, y el presidente del Banco Ciudad, Federico Sturzenegger, a Gabriel Rouillet.
Ante tanta competencia, Garro avisó en la contratapa de Noticias Urbanas: “Si es necesario, iré a una interna. Y la voy a ganar”.
El platense forma parte de la estructura partidaria de Pro (es presidente del partido en La Plata), cuyo titular en la Provincia es Jorge Macri. Pero a la pequeña interna de Pro la envuelve otra, en la que se juega el poder real: la que se da en el conglomerado opositor en la provincia de Buenos Aires, ese gran escenario en el que finalmente se resolverá el futuro del kirchnerismo y, por ende, el del resto de la política argentina. Por ejemplo, ¿será Sergio Massa candidato a diputado? ¿Por la oposición o por el oficialismo? ¿O, en cambio, lo apoyará a Lavagna?
La pregunta es pertinente, no solo porque Massa comparte clientela política con el macrismo sino porque de sus movimientos también depende la aceleración o desaceleración de las conversaciones de la oposición en la provincia de Buenos Aires (entre el Pro y el denarvaísmo, por ejemplo).
–Durante la última semana, Felipe Solá movió el avispero negándose a una unidad de la oposición. Su frase fue: “No deben unirse quienes piensan distinto”.
–No estoy de acuerdo; creo que la oposición debería darse otra oportunidad y aprender de los errores cometidos. Unirse en torno a un proyecto de país y tener la suficiente consistencia como para no separarse tres meses después de ganar las elecciones.
–Pero si ni siquiera se ponen de acuerdo ahora Macri y De Narváez.
–Las conversaciones continúan. Y es cierto que hubo tembladerales, pero todo puede conversarse.
–¿Para usted no habría límites entonces en el armado opositor? Para algunos en Pro, Moyano es un límite.
–No creo que las personas sean un límite, sino las ideas.
–¿Ninguna persona?
–Bueno, no sumaría, obviamente, a un genocida o a alguien que haya trabajado para la dictadura. Nosotros trabajamos en un modelo de país y compartimos un sueño: Mauricio Macri 2015. En eso tendríamos que confluir, y bienvenidos aquellos que se sumen a ese sueño, porque la construcción política para un partido chico no es sencilla. Creo que si alguien ha estado equivocado, ha estado confundido y aclara su confusión, es para celebrar. Podemos equivocarnos, aun siendo grandes.
–Le cambio de tema. Esta semana llovió otra vez en La Plata y volvió el miedo.
–Miedo no, pánico. La Plata ha sufrido una desgracia como hacía años no sucedía. El martes llovió cinco minutos y se inundaron varios barrios. El trauma que quedó es muy grande, y la falta de política y de presencia del Estado, notable. La gente necesita al Estado subsidiando a las víctimas, no dándoles préstamos. Y haciéndose presente, como sucedería en cualquier país del mundo en una tragedia de esta magnitud.
–A usted también lo criticaron porque no estaba en La Plata cuando fue la tragedia.
–Yo no estaba, es cierto, porque me tomé seis días para irme con mis hijas al exterior: era la primera vez que íbamos a los Estados Unidos. Cuando volví tenía un metro de agua adentro de mi propia casa, también perdí todo. No es comparable con lo de Bruera, como pretendieron endilgarme operaciones políticas, porque él es el intendente y además porque mintió. Él estaba afuera y publicó una foto como si no lo estuviera. Yo jamás hice eso ni lo haría. Y si hubiera pasado algo así conmigo, habría renunciado. Además, en mi lugar, se quedó un equipo que viene trabajando desde hace diez años conmigo. Porque no es fácil haber ganado una banca en la ciudad de La Plata, en la provincia de Buenos Aires, siendo un partido relativamente nuevo.
–¿Cuál es el problema en torno a su candidatura?
–Hay varios que quieren ser y me parece muy bien [NdR: Se refiere a la lista de Pro, que pondrá en juego una banca provincial], pero me parece que, a la hora de armar las listas, hay que dejar de lado el egoísmo y la mezquindad. Nosotros hace diez años que venimos construyendo en La Plata y caminando los barrios. Tenemos una construcción. Yo alquilé el primer local de Pro en la Provincia por mi cuenta, sin haberle dicho a Macri. Ahora tengo 15 locales.
–No entiendo.
–Claro, a mi padre y a mi abuelo les apasionaba la política y no se hicieron ricos: recorrían los barrios y, en todo caso, perdieron bastante el tiempo, porque nunca ganaron nada. Eran conservadores. Yo estudié abogacía, me recibí, y nunca me había interesado en la política hasta que un día sentí la necesidad de involucrarme. Entonces fui y alquilé un local. Después, en la Bombonera, me lo crucé a Mauricio y le dije que, si quería, tenía a su disposición el primer local Pro. Eso fue hace diez años.
–¿Dirimir las candidaturas en internas no sería lo más democrático?
–Ojalá se resolviera así, porque con los diez años de trabajo que tenemos en La Plata las vamos a ganar.