El titular del gremio de los colectiveros, Roberto Fernández comenzó a pagar muy cara su decisión de impedir la oficialización de la lista que encabezaba Miguel Bustinduy –que detenta hasta hoy el apoyo de Hugo Moyano- en las elecciones en las que revalidó su mandato, realizadas el 18 de octubre de 2018. Ese día, Fernández se presentó en soledad –ya que tampoco permitió la oficialización de la lista del sindicalismo clasista- y fue reelecto en la conducción de la Unión de Tranviarios Automotor (UTA).
El lunes último, una nutrida movilización de los choferes del Grupo Doscientos Ocho Transporte Automotor S.A. (DOTA), que opera 64 líneas de colectivo en el área metropolitana y que se encuentra en conflicto con sus choferes a raíz del despido de un delegado, se dirigió hacia la sede gremial, ubicada a pocas cuadras de la Plaza Miserere y, ante la negativa a recibirlos por parte de Fernández, los gremialistas atacaron el edificio, entraron y destruyeron parte del mobiliario y el equipamiento.
En algunos medios se difundió que en la raíz del ataque se encuentra una vieja disputa entre el líder de los camioneros, Hugo Moyano y el propio Fernández, en parte por los encuadramientos laborales, en parte por el alineamiento que sostuvo el colectivero con Mauricio Macri en los cuatro años en que éste se sostuvo en el poder y por haber denegado la candidatura de Bustinduy, titular de la Lista Azul y de la Agrupación “Bocha” Palacios.
“Lo veo más peronista a Macri que a muchos peronistas”, expresaba Fernández en el pasado reciente, al mismo tiempo en que dos agentes de la Agencia Federal de Inteligencia le “sugerían” a un juez que dictaminara el procesamiento de Moyano y de su hijo, Pablo. Mientras tanto, uno de sus vástagos trabaja en el Instituto de Vivienda de la ciudad, hasta hoy en manos del Pro. Paralelamente, en un conflicto por la representación sindical de los empleados del subterráneo, el Ministerio de Trabajo fallaba en contra de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro y resolvía a favor de UTA esa disputa.
Los representantes sindicales que acompañaron a Bustinduy –que fue antes secretario de Organización de UTA y luego decidió enfrentar a Fernández- acompañaron a Moyano al acto que encabezó Alberto Fernández en la CGT. Si bien en las cercanías del camionero negaron haber alentado la toma, no dejaron de señalar que “si Fernández no puede manejar su gremio, nosotros no podemos hacerlo en su lugar”.
Ni bien se produjeron los hechos, la CGT se apuró a respaldar a Fernández, que sucedió en 2008 a Juan Manuel “Bocha” Palacios y desde entonces cinduce la UTA con mano de hierro.
Con retórica diplomática, la conducción de la central obrera aseguró que “la CGT expresa públicamente su más firme repudio a los hechos violentos y vandálicos ocurridos ayer en la sede central de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) y manifiesta su reconocimiento y respaldo a las autoridades formal y legítimamente constituidas que actualmente ejercen la conducción de la mencionada organización sindical confederada”.
Adelantándose a posibles hechos futuros, el dúo que ejerce la conducción cegetista –Héctor Daer y Carlos Acuña- agregó que “rechazamos la intrusión de grupos violentos en la sede de la UTA , la destrucción del patrimonio de todos los trabajadores y la puesta en riesgo de la integridad física de los allí presentes frente a la pasividad de los organismos judiciales y policiales de la Ciudad de Buenos Aires. Asimismo, nos solidarizamos con el compañero Roberto Fernández y con toda la comisión directiva de la UTA, víctimas de la violencia irracional de quienes pretenden arrasar con la institucionalidad del sindicato”.
Fernández, ante la invasión, se refugió en la terraza del edificio y desde allí aseguró primero que “me tomaron hasta el cuarto piso. Estamos en cero. Tengo heridos, gente descompuesta. Públicamente no sé a quién más decirle, no tengo más palabras”.
Luego, casi en tono de súplica, el sindicalista reconoció que “estoy refugiado. Entraron con todo. Si suben arriba del techo los mato a fierrazos”, amenazó.
Luego, más calmado pero no menos preocupado, Fernández expresó que “no quiero hacer un contraataque. Estamos pidiendo socorro en serio, pero la policía llega tarde”, reconociendo que “no quiero que repriman, pero quiero que vengan porque nos van a sacar muertos de acá arriba. Estoy hasta la manija. Es o la vida de ellos o la vida mía”, imprimiéndole más dramatismo a su complicada situación.
Entretanto, Moyano se desmarcó de los incidentes. Negó este martes, en declaraciones a una radio porteña “cualquier tipo de relación” con los hechos y expresó que “una cosa es que yo entienda y comprenda el reclamo de los trabajadores, pero otra es que yo apoye lo que sucedió ayer”.
Los que no quieren al camionero relacionan los hechos con su reclamo de ubicar a un hombre de su entorno –Guillermo López del Punta- como viceministro de Transporte, un pedido que UTA no acompañó.
Todos hablan, pero lo concreto es que las internas gremiales deben resolverse mediante elecciones. Cuando un sindicalista pretende perpetuarse en el poder utilizando métodos palaciegos, pasa lo que pasó. Lo demás es calderilla.