Aunque parezcan muchas las variables que se manejan en este año electoral en la Argentina, la realidad es que las mismas quedan definitivamente reducidas a dos: la pandemia (y más específicamente la campaña de vacunación) y la situación económica, tanto del país como la personal de cada uno de los mortales que habitamos en él.
Es de ese modo que el gobierno se planta ante el escenario que este año le propone, en el cual, por más que avanzara en otros rubros de la gestión, todo quedaría desdibujado si estas dos cuestiones no arribaran a un final razonablemente bueno. Está bastante claro que no será de excelencia, con el presente que vivimos.
Para empezar, con lo que primero que debemos lidiar es con el calendario electoral, que ya se llevó puestas a las PASO, aunque no sepamos todavía si de forma definitiva o en modo postergación. Esto, de alguna manera altera las estrategias que se avizoraban el pasado año, cuando algunos pensaban –con cierta irresponsabilidad, por las evidencias mundiales-que el 2021 vendría con la solución del tema Coronavirus para el primer semestre de este año.
En el primer piso de la Casa Rosada, uno de los principales operadores del gobierno afirmó a este cronista que “si logramos vacunar a todos los sectores de mayor riesgo con las dos dosis antes de las elecciones y si también la macro economía no se desborda, tenemos buenas chances de ganar la elección, pero si eso no sucediera será difícil”.
La frase -que ya tiene unos diez días- tiene la misma validez dinámica que la pandemia. Es bastante difícil acotar -como era antes- a los sectores más riesgosos y ya hemos visto las consecuencias de las nuevas cepas y las características de la segunda ola del virus, que ahora contagia y mata a gente de menor edad.
La realidad geopolítica de la distribución de vacunas, junto con el impresionante negocio que las mismas generan, sumado a la incapacidad manifiesta de los laboratorios de atender en tiempo y forma a toda la demanda, dificulta la previsión de la llegada de las vacunas. Es cierto que hay países que tienen más vacunas que población, pero son contados con los dedos de una mano y son los más poderosos de la tierra.
Luego hay países que han sido más perjudicados que otros en las entregas, otros países poderosos desde lo económico que acumulan para la reventa, casos dudosos como el del tema de Astra Zenecca -que involucra directamente a Argentina y a México- y también decisiones como la de China e India que, siendo dos de los grandes abastecedores mundiales, han cerrado temporalmente la exportación y puesto la mira en el frente interno por rebrotes de la pandemia.
La cuestión es que la campaña de vacunación sigue siendo un enigma cambiante desde lo concreto, con las idas y vueltas que ya todos conocemos por ser partícipes necesarios de la misma. Veremos cómo se recompone el stock luego de habernos quedado casi desabastecidos y de qué manera el invierno que se acerca ataca a la población, tanto a los vacunados como a los que no y los que estarán a mitad de camino con una sola dosis. Será sin dudas “el tema” de acá a la elección, para la que sólo faltan seis meses.
La realidad geopolítica de su distribución, junto con el impresionante negocio que las mismas generan, sumado a la incapacidad manifiesta de los laboratorios de atender en tiempo y forma la demanda, aumenta las dificultades en la previsión de la llegada de las vacunas. Es cierto que hay países que tienen más vacunas que población, pero son contados con los dedos de una mano y son los más poderosos de la tierra.
Mientras tanto, la gente, agotada por este tema, debe también preocuparse por su situación personal y por su economía, que en el 90 por ciento de los casos ha empeorado con la propagación del virus. Salvo muy pocas actividades que salieron beneficiadas por las circunstancias, hay una constante baja en el poder adquisitivo de la gente, producto de la inflación –y de la especulación- de muchos productores, que trasladan el problema a los precios.
“Será muy difícil ordenar la macro de acá a octubre, aunque hay alguna posibilidad de que no incida negativamente, pero seguro será imposible mejorar el bolsillo de la gente antes de la elección” se sinceraba el mismo dirigente que opinaba antes sobre la vacunación.
Y la verdad es que la elección, que se realizará marcadamente dentro de la grieta por decisiones de ambos núcleos duros, tendrá un nivel de discusión escaso de los temas necesarios y, en cambio, abundará en intensos combates acerca de estos dos temas, a los que la oposición tomará cruzados y separados. Y el oficialismo espera hasta último momento para saber con qué parte de la realidad podrá defenderse.
Una batalla dialéctica, de pirotecnia fuerte y de grito fácil entre los más exaltados, como cualquier legislativa de medio término. Los moderados, agazapados, esperarán dos años más su turno para jugar por las cosas importantes.