José Francisco Larcher, que fue el subsecretario de Inteligencia durante la gestión kirchnerista y fue echado en diciembre de 2014 junto a Jaime Siusso cuando oficiaba como director general de Operaciones desde los tiempos de la SIDE, el organismo que antecedió a la Agencia Federal de Inteligencia, apareció nuevamente en escena como directivo de la empresa norteamericana Impera Intelligence Group.
Larcher fue designado como presidente de América Latina de la empresa, que destaca en su página web que “el Sr. Larcher trabajó para el gobierno de la República Argentina, estando a cargo de la Subsecretaría de Inteligencia de la Nación durante once años (2003-2014). En ese lapso realizó tareas de coordinación con diferentes instituciones para el efectivo cumplimiento de las misiones y funciones en dicha área, en el ámbito nacional e internacional”, poniendo el énfasis en que “por su reconocida experiencia, es una persona de consulta de diferentes organizaciones en América Latina, Europa y Estados Unidos”.
Finalmente, la empresa destacó que “además, el Sr. Larcher se desempeñó anteriormente en diferentes cargos directivos en el ámbito estatal, como así también en el sector privado, lo que implica un amplio conocimiento en materia económica” del exespía argentino.
El “Chairman of the Board” (presidente del Consejo) de Impera Intelligence Group es Richard Kendall, director además de la Fundación Federal de Seguridad Nacional de Estados Unidos, que asiste a los agentes en operaciones de la DEA y de la CIA, entre otros.
La curiosidad viene a continuación, cuando aparece el nombre y la función del Executive Vice President Daniel Hoffman. Éste es descripto como “un antiguo Oficial Senior Executive del Servicio Clandestino de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Inmediatamente, Impera informa que “en sus 30 años de distinguidos servicios al gobierno incluyeron posiciones de alto nivel, no sólo en la CIA, sino también en el Ejército, el Departamento de Estado y en el Departamento de Comercio. Las asignaciones incluyeron giras en cumplimiento de su deber en la antigua Unión Soviética, Europa y en zonas de guerra en Medio Oriente y el Sur de Asia”.
En su página web, Impera se ufana que “Lo hacemos simple. Discreción. Visión. Oportunidad. Calidad. Impera es una compañía de consultoría de inteligencia humana y cibernética enfocada al cliente. Proporcionamos visiones de riesgo de alto valor para el perfil de cada cliente y ofrecemos soluciones para la mitigación de amenazas”.
Finalmente, haciendo gala de la afición por el misterio en la que se regodean los espías habitualmente, los gerentes de Impera anuncian en la web que “estamos siempre alertas y vigilando lo que pasa en cada esquina para anticipar y disminuir su riesgo”, a la vez que observan que “cuidamos su espalda para que usted pueda ver hacia adelante”.
La empresa Impera desarrolla sus operaciones en el ámbito privado, pero reproduciendo los esquemas de la pos-guerra fría. Ellos mismos lo dicen cuando se refieren a las acciones defensivas, advirtiendo que “combinamos inteligencia humana y cibernética anticipada para reducir su riesgo. A diferencia de otras compañías de disminución de riesgo, Impera combina inteligencia humana y cibernética para proveerle un cuadro completo de probables amenazas financieras y riesgos de seguridad. Nuestros sofisticados programas de impulso de datos y soluciones disminuyen sus posibles amenazas y pérdidas empresariales, al mismo tiempo que incrementan su rentabilidad y la devolución de su inversión”. Pero, ¿ que pasará cuando la empresas contratantes necesiten que sus agentes de inteligencia pasen a la ofensiva?
No hay nada más peligroso que un antihacker, porque este rango sólo puede adquirirlo un hacker. Al mismo tiempo, ¿ qué significa la “inteligencia humana” en el mundo empresarial? ¿Son los que roban datos a la competencia? ¿Son los que minimizan riesgos para una empresa, en detrimento de otras? Todo esto ocurrió siempre en el ámbito empresarial, lo que ocurre es que ahora estas acciones se profesionalizaron. Ya en plena Revolución Industrial se decretó en el Reino Unido la pena de muerte para los maestros hilanderos que emigraban del país para dirigirse a los grandes centros textiles de Sedan y la Normandía. Todo para evitar que se fugaran los saberes, una preocupación sempiterna en el mundo industrial.
Paralelamente, uno de los primeros impulsores de la creación de la CIA y uno de los principales consejeros del presidente Harry Truman, George Kennan definió que “Estados Unidos posee el 50 por ciento de la riqueza del mundo, pero sólo el seis por ciento de la población. En tales condiciones, es imposible evitar que la gente nos envidie. Nuestra auténtica tarea consiste en mantener esta posición de desigualdad sin detrimento de nuestra seguridad nacional. Para lograrlo, tendremos que desprendernos de sentimentalismos y tonterías. Hemos de dejarnos de objetivos vagos y poco realistas, como los derechos humanos, la mejora de los niveles de vida y la democratización”.
Dentro de ese mundo merodea peligrosamente por estos días José Francisco Larcher.