En medio del plenario de comisiones que sesionaba en la Cámara de Diputados de la Nación, se produjo un cruce de definiciones políticas de alto nivel entre los diputados Andrés Larroque y Laura Alonso, que decidieron cruzar desde la elevada senda de los manuales de la alta política a la senda más pedestre de los arrebatos manuales.
Mientras hablaba el diputado santafesino Agustín Rossi, que había cuestionado una nota del rabino Sergio Bergman, que además es legislador porteño del Pro, Laura Alonso intentó interrumpirlo. Sin levantarse de su asiento, Larroque le espetó, sin más ni más una frase nietzcheana: “¡Callate, atorranta!, disparó.
En un tono subido, de nivel casi aristotélico, la diputada Pro fue por más y le contestó a los gritos: “¡Parate cobarde, parate cagón, decímelo de vuelta!”, mientras se le iba encima con inequívocas intenciones.
Fue en ese preciso momento cuando la diputada del FAP Victoria Donda cayó en la cuenta, cual Chapulín Colorado, de que debía intervenir para calmar los ánimos y también ella se paró, cruzó el recinto y, tratándolo de usted, le reprochó al diputado Larroque, con entonación isabelsarliana: “¿Cómo puede ser que diga callate atorranta?”, le dijo al malvado, mientras robaba protagonismo.
Tras el cruce de epítetos filosóficos, los tres diputados fueron diluyéndose en la marea política que los envolvía, conformada, afortunadamente, por gente más proclive a cruzar ideas que epítetos insultantes.
Después del altercado, la diputada Donda utilizó su cuenta de Twitter para efectuar el remate perfecto para la situación, con una frase no menos aristotélica que las vertidas por su colega del Pro. “El diputado Larroque le gritó atorranta a Laura Alonso, más allá de las diferencias políticas repudio esas expresiones hacia todas las mujeres”.
Feos, sucios y malos.